-Es en Sol, ¿cierto? -pregunta a la pasada Aimee Mann a su pianista, para estar segura de en qué tono tocar su canción "Guys like me" hacia el final de su show, y la pregunta quiere decir muchas cosas. Una es que después de más de una hora de concierto la noche está tan distendida que la cantante puede portarse con familiaridad ante unas mil personas en el Teatro Teletón. Otra es que a esta altura ya está improvisando el repertorio, y de hecho está tocando a pedido del público. Y tal vez por eso no se acuerda de en qué tono está compuesta "Guys like me". Porque casi nunca la toca en vivo, explica.
Una última cosa es que el acorde inicial en esa canción es en efecto un Sol, pero luego empieza a cantar en otro tono, en un acorde de Do, lo que le da una cuota más de interés. Y esa respuesta a la pregunta técnica de Aimee Mann vale no sólo para "Guys like me", sino para gran parte del repertorio de esta cantante estadounidense, iniciada como solista en 1995. Al azar, el segundo acorde de una canción llamada "Nightmare girl" o los del coro de otra llamada "Amateur" tienen un efecto inesperado, y es la razón posible del atractivo de sus canciones: porque el misterio es atractivo. Incluso cuando los acordes son más convencionales, Aimee Mann tiene el don para hacer la distinción con una melodía iluminada sobre ellos.
-Escuché mis discos viejos y elegí las canciones que no acostumbro a tocar, así que ése es el show que tengo para ustedes esta noche. Sólo seremos tres, pero vamos a tratar de hacer mucho ruido -ha prometido al comienzo, pero es verdad que por mucha voluntad que tengan sus dos acompañantes de multiplicarse entre teclados, piano, bajo y percusión, no hay un ritmo programado que pueda disimular la ausencia de una batería. Recién en la decimosexta canción el show deja atrás cierto tono lánguido gracias a una batería secuenciada por último. Sólo por eso éste es un concierto más informal, pero en alguna medida "informal" ahí también significa una falencia.
La propia Aimee Mann se pasa con solvencia de la guitarra acústica al bajo eléctrico, y sí es un agrado verla cantar al mismo tiempo que delinea en el bajo las notas precisas y seguras para sus canciones, aparte de que hasta toca unos segundos de flauta. "Éste es un instrumento que he estado tocando por unas dos semanas", sonríe, "y se van a dar cuenta". A estas alturas ya ha contado también que voló diecisiete horas desde Los Angeles y que aterrizó con un resfrío que la hizo temer por su voz, pero se escucha bien, además de locuaz. "Creo que estoy un poco volada por mi automedicación", sonríe, y pronto se dará espacio para tocar canciones de su nuevo disco (@#%&*! smilers, de 2008), pero todos saben aquí cuáles son sus grandes éxitos.
-Hay una banda sonora de una película llamada Magnolia para la que escribí varias canciones -anuncia. Y es claro que no hace falta la presentación, al menos por el entusiasmo con que la gente recibe ese filme premiado con tres nominaciones al Oscar, entre ellas una por mejor canción. Entonces toca esa canción, "Save me", y luego hacia el final dedica "Red vines" con nombre y apellido: "la escribí sobre el tipo que dirigió Magnolia. Su nombre es Paul Thomas Anderson", dice. Y junto con otra ovación se aparece también el contraste entre un cineasta en general sobrecargado, en Magnolia antes o en Petróleo sangriento después, y una cantante probada en la simplicidad de las canciones pop como Aimee Mann.
Hacia el final viene lo mejor, cuando la gente la llama de nuevo al escenario y ella sale a regalar cuatro canciones. Las que la gente quiera. No va a llegar afinada a todas las notas, porque es improvisado y porque está resfriada, pero no importa: ahí están "Guys like me" y la propia "Red vines", y para "Driving sideways" es la hora de una despedida de su parte. "Tengo que decirles que son fantásticos. Ahora que ya estamos casi listos, confieso que me he sentido de verdad mal en los últimos días y estaba aterrada de no poder cantar. Estuve ejercitando la voz durante horas. Habría sido realmente una pena venir de tan lejos a dar mi primer show aquí y no tener voz. Y ustedes han sido tan adorables". Y para el final con "Invisible ink", la familiaridad juega otra buena pasada. La cantante se interrumpe sobre la marcha para corregir una desafinación y tiene tiempo para un último diálogo. Aimee Mann ya está en el living de su casa y todos están aquí con ella.
-Alguien me ha estado hablando de un trago llamado… ¿pisco? -sondea entre aplausos en esa pausa-. Hay una botella esperándonos en el camarín, así que esto se vuelve cada vez más interesante. Vamos a probarla, con una pequeña coca-cola.
-¡No, no! ¡No lo mezclen! -grita de inmediato un hombre con auténtica urgencia desde la platea.
-¿Sin mezclarlo? ¿Se toma solo…?
-Bueno, con jugo de limón.
-Ok: eso suena mejor.
-Se llama pisco sáuer.
-Sí, sí. Quiero el pisco sour. Ok: ésta es por el pisco sour -dice Aimee Mann, y con el mismo aire empieza a cantar "Invisible ink", que sí va a ser la última de la noche.
Las canciones
"The moth" (del disco Lost in space, 2002).
"Nightmare girl" (de Lost in space - special edition, 2003).
"Momentum" (de Magnolia, 1999).
"Build that wall" (de Magnolia, 1999).
"Par for the course" (de I'm with stupid, 1995).
"Amateur" (de I'm with stupid, 1995).
"This is how it goes" (de Lost in space, 2002).
"Wise up" (de Magnolia, 1999).
"Save me" (de Magnolia, 1999, y Bachelor no. 2, 2000).
"You could make a killing" (de I'm with stupid, 1995).
"Little tornados" (de @#%&*! smilers, 2008).
"Little bombs" (de The forgotten arms, 2005).
"31 today" (de @#%&*! smilers, 2008).
"Freeway" (de @#%&*! smilers, 2008).
"One" (de Magnolia, 1999).
"Today's the day" (de Lost in space, 2002).
-bis, con canciones a pedido del público:
"Guys like me" (de Lost in space, 2002).
"Red vines" (de Bachelor no. 2, 2000).
"Driving sideways" (de Magnolia, 1999).
"Invisible ink" (de Lost in space, 2002).