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Pianistas para tener en cuenta

Una sala de conciertos con nombre de grandioso solista universal. Nuevos valores chilenos están en la ruta de crecimiento y cuando tocan en este escenario lo hacen con justeza y dedicación.

24 de Agosto de 2009 | 10:34 |
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El piano como apoyo de la música. Vidal y Troncoso siguen sumando horas de vuelo como solistas.

El Mercurio

La Sala Claudio Arrau del Teatro Municipal se está caracterizando por acoger en su hermoso recinto a  jóvenes músicos que se encuentran en pleno período de crecimiento en sus respectivas disciplinas. En esta oportunidad, y continuando el ciclo organizado por la Sociedad Federico Chopin de Chile, se presentaron los pianistas Benjamín Vidal y José Tomás Moscoso (Natalia Marré, la otra pianista programada, no pudo hacerlo por motivos de una fuerza mayor).

Benjamín Vidal, quien abrió el programa, dio muestras de notables avances en su desarrollo pianístico, tanto como en su madurez pues ha adquirido gran aplomo escénico, que se tradujo estupendamente en las obras que abordó. Ejemplo de ello fue “Papillons Op. 2” de Robert Schumann con que dio inicio a su presentación. Pudo captar cada uno de los pequeños mundos que conforman la obra, desarrollando un interesante juego de contrastes tanto de carácter como de sensibilidad  musical con imágenes finamente descriptivas, así como otras de peso expresivo y sonoro mediante inteligentes fraseos. En el enfoque que Vidal tiene de  la obra predomina lo poético, plasmado con gran eficacia.

Para cerrar su presentación interpretó tres obras de Frederic Chopin. En la primera, el “Nocturno en Mi mayor Op, 62 N° 2”, mostró una cantabile delicadeza en el inicio, acompañada de una clara digitación. Esta sección la contrastó con la serenidad reflexiva de la parte central. Creemos que su interpretación fue un logro de la mayor importancia.

Luego, con mucha expresividad y a pesar de su complejidad, logró desentrañar el entramado melódico del “Estudio en La bemol mayor Op. 25 N° 1”, realzando los cambios dinámicos en el desarrollo de la progresión dramática, que fue uno de sus triunfos. La bellísima y dolorosa “Polonesa en Do menor Op. 40 N° 2” cerró su presentación. En ella contuvo mucho la expresión en la sección inicial, lo que le permitió un desarrollo posterior de mayor vuelo que se tradujo en gran expresividad. Así realizó un acertado contraste de sus diversas secciones y mantuvo siempre el dolido mundo que presenta la obra. Esta presentación de Benjamín Vidal confirma sus avances, los que son avalados por su musicalidad natural.

José Tomás Moscoso cerró el concierto al interpretar como primera obra su versión del célebre “Adagio en Si menor K. 540” de Wolfgang Amadeus Mozart, cuyo pulso tal vez pudo ser un poco más lento para destacar mejor el inteligente fraseo y el carácter que impuso. Ahí, con clara digitación, mostró muy bien cada una de las secciones temáticas, que son muy contrastantes. Pero incluso así Moscoso fue capaz de llegar a una versión de gran unidad, que es uno de los desafíos que impone la obra.

Moscoso, que tiene algo más de experiencia dentro de su juventud, aborda las obras con seguridad y musicalidad. Es algo palpable en su versión del “Nocturno en Fa # menor, Op 48 N° 2” de Frederic Chopin, versión en la que contuvo el desborde expresivo incluso en la sección central, que se presta para efusiones emocionales. En la sección final nos pareció demasiado forte el trino, por lo que se perdió el carácter sutil de los últimos compases. Posteriormente, y para compensar la brevedad del concierto, agregó una transparente versión de un “Preludio” de Claude Debussy.

El joven pianista finalizó con la complejidad de las “Variaciones en Re mayor, Op. 21 N° 1” de Johannes Brahms, donde realizó un vuelco estilístico e impuso peso sonoro a los fraseos de cada una de las variaciones y también de sus contrastes y figuraciones. Del mismo modo enfrentó la polifonía del entramado sonoro con destreza, haciendo “cantar” algunas de las frases para distinguirlas con claridad. También diremos que los pasajes de “bravura” los enfrentó en forma virtuosa. Un pequeño accidente de digitación fue solucionado en forma brillante y musical, sin empañar en nada su exitosa presentación. Pesamos que ambos solistas llegarán a ocupar un lugar de importancia en el  mundo de la música, algo que les deseamos fuertemente.

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