Target nostálgico: Álvaro Scaramelli, aquí en una imagen de archivo, actuó en una fiesta ochentera en la ex discoteca Oz.
Foto: Juan Francisco Somalo.Ver a Álvaro Scaramelli en una fiesta ochentera es como escuchar alguna canción de Quilapayún en una protesta. El cantante chileno es propio de la hoy década llamada kitsch y el tipo se sabe así. Su presentación en la ex discoteca Oz del barrio Bellavista de la capital, el sábado 22 de agosto recién pasado, se enmarcó en esa onda, con videos de la serie "Magnum", estelarizada por Tom Selleck, e imágenes de los "Transformers" de fondo.
Con un público preferentemente de 35 años para arriba, el ex cantante y líder carismático de Cinema presentó un mini-concierto de media hora de duración. Fue crack por una noche Scaramelli, asentándose en canciones orejas que uno mismo tarareaba sin saber siquiera que sus nombres eran por ejemplo "Tom y Jerry" (1986), "Los locos rayados" (1986) o "Bodeguero" (1994), de su carrera junto a Cinema, o "Déjenme" (1987), "No estoy en París" (1989) y "Ramo de flores" (1991), de su trayectoria como solista.
Acompañado por bases rítmicas disparadas desde un computador y junto a su inseparable teclado, el artista cantó, tocó y vibró con el público, demostrando que es un tipo con buena voz, un músico auténtico y dueño de una impronta, ya está dicho, ochentera. Pese a que buena parte de sus discos fue editada con posterioridad a esa década, sus primeros éxitos como solista y junto a Cinema son su propuesta más ganadora.
A esta altura del partido difícilmente Álvaro Scaramelli se proyecte con una carrera internacional o llenando el Estadio Nacional. No es un superventas ni lo acechan las fans en el mall. Pero sí tiene un espacio bien ganado y es sumamente respetado por un público fiel que ya se quisiera el cantante de moda de algún nuevo programa de TV.