Claudio Caiozzi, El Mercurio
SANTIAGO.- "La mayor sorpresa del concierto seré yo", había dicho Paul Anka el día anterior a su aparición de esta noche en Arena Movistar, en un esperado concierto para cerca de diez mil personas. Es verdad: ya es sorprendente tener al cantante en carne y hueso al frente y verificar que su estatura vocal no tiene nada que ver con su estatura física.
Paul Anka se encumbró por encima de su metro 65 ya desde la primera canción del show, cuando entró sorpresivamente por uno de los pasillos de la platea e interpretó parado sobre una silla el tema "Diana", siempre rodeado de un público a distancia suficiente como para tocar al astro canadiense con sus propias manos. Poco después haría lo mismo al bajar del escenario y bailar con Isabel, una seguidora de primera fila que llevó al recinto del parque O' Higgins un peinado para la ocasión. Ese espectáculo aparte tuvo como música de fondo otro clásico: "Put your head on my shoulder".
Fue un pequeño desafío tácito en la pasada de Paul Anka: el crooner cantó el himno adolescente del sueño americano con la frase "pon tu cabeza en mi hombro" pero luego hizo su versión swing de otro himno adolescente, el de los angustiados: "Smells like a teen spirit" de Nirvana. Las dos, diametralmente opuestas, y unidas en cuatro minutos.
Con la ayuda de sus amigos
El concierto giró en torno a dos elementos determinantes. El primero es el repertorio clásico que Paul Anka ha venido cantando desde sus 17 años, con esa histórica "Diana" de 1957, con "Put your head on my shoulder" de 1959 o con otras como "Lonely boy", "Crazy love", "You are my destiny" o "In the garden of Eden". Una serie que la audiencia coreó a toda letra dado que correspondía a un público de edad suficiente y gustos maduros.
El segundo aspecto fue el formato de agrupación que lo acompañó, un pequeña orquesta de swing con secciones de trompetas y trombones y banda de apoyo (entre la que se ubicaba Michael Shrieve, el mismo baterista que tocó con Santana en Woodstock hace 40 años). Es un grupo que le permitió además dar el color musical a la partida de canciones de ese disco llamado Rock swings. Pero Paul Anka sabía que en Chile iba a resonar mejor su repertorio de clásicos, por lo que no volvió a interpretar más que un tema de ese disco: "Jump", de Van Halen.
El resto del repertorio cruzó el swing moderno estilo Las Vegas con el pop clásico, la fantasía latina con la balada melodramática anglo, además de una serie de combinaciones con la tecnología que le posibilitaron "cantar duetos" con Frank Sinatra (en "My way") y con Sammy Davis Jr (en "I’m not anyone"), versionar a Tom Jones, Buddy Holly, Chuck Berry, los Everly Brothers y los Beatles, tocar el piano, la guitarra y dirigir la orquesta.
El pequeño gigante de la canción, que de paso demostró su categoría como compositor de hits de un repertorio de más de 30 canciones, volvió a hacerlo. Volvió a sorprender, a vibrar y a conmover en su tercera visita a Chile, con un caudal vocal y una energía escénica sobresaliente para un artista de 68 años.