La noche del pasado 16 de mayo de 2009 cuatro músicos se arrojaron con el ímpetu de la primera vez a tocar al escenario del Teatro Oriente en Santiago. Porque de hecho era una primera vez, con la salvedad de que al mismo tiempo era un reencuentro después de años entre el núcleo fundador del grupo: Nelson Araya y la dupla entre José Miguel Marambio y Óscar Larraín, fundadores de los grupos Agua y Viento del Sur en 1973 y 1977 respectivamente, desde entonces son Transilvestre. Y junto con grabar además en su primer concierto su primer disco, retomaron por primera vez juntos ese día su vocación probada por la fusión latinoamericana.
Una primera invocación que desemboca en una adaptación musical de Raúl Zurita permite remontarse al repertorio poético que caracterizó a Viento del Sur sobre todo a contar de su tercer disco, Actitud de hoy (1984). Luego parte un trayecto por el paisaje sudamericano entre ruidos de vegetación y de pájaros que rodean a canciones como "El invierno" o la bien llamada "La tonada". Y en el tránsito queda reflejada una particularidad de estos conjuntos, que, más allá de la guitarra o el charango adoptados antes por la Nueva Canción Chilena, incorporaron la mandolina y el influjo brasileño que ese movimiento previo no alcanzó a considerar del todo. Transilvestre no es música purista, sino el resultado de haber andado desde las tierras del huayno hasta las del samba en el mismo viaje, iniciado a su vez en la raíz chilena y bien desembocado aquí en el pulso bahiano que Araya trae en la guitarra de "Agua de rosas" y hasta en el reggae natural al que llegan en "Corazón de la calle", una canción más reciente.
Ciertas imprecisiones vocales y algunos falsetes al borde de la afinación, que el grupo no se molesta en maquillar, quedan como testimonio del fragor de la toma en vivo. También está el juego con que Meneses y Araya se turnan las voces agudas y graves; la función múltiple del cuarto integrante, Danilo Toledo, en flauta traversa, saxo y quena; la solvencia del pianista Patricio Meneses para tocar teclados y el bajo al mismo tiempo, y el espacio para un solo del percusionista Alejandro Reid. Cuando luego sube Óscar Ratón Pérez, también histórico integrante de Agua, la reunión se vuelve de antología para tocar "La luna llena", el himno nacional compuesto por Araya que en este disco suena junto a los dos mayores éxitos de Viento del Sur: el pulso ligero de "Margaritas" y la intuición de guajira rockera, blusera y salsera que hay en "Corazón de piedra". Son ecos de un continente. Ahora que hay una nueva generación de veinteañeros en el trance de descubrir Chile y Sudamérica, Transilvestre aparece justo para traer la memoria valiosa de cuando por primera vez ellos también transitaron esos caminos silvestres.