Es una de las últimas fotos que alcanzó a incorporar a la exposición, y es una de sus preferidas. La fotógrafa italiana Clara Salina retrató en escena a una de las músicas de la compañía brasileña PianOrquestra, la misma que vino a inaugurar el flamante Teatro Nescafé de las Artes el pasado 7 de agosto, y ahora esa imagen es parte de "Re-visiones", su muestra inaugurada este 2 de septiembre.
-Es una foto azul, la chica está soplando pompas de jabón y hay una atmósfera que parece agua, toda la foto en ese tono -describe la autora, establecida hace cuatro años en Chile, y que en la exposición incluirá imágenes de teatro, música y danza-. Son las fotografías que me conmueven, que tienen que ver con las emociones. No necesariamente son todas relacionadas con la música, aunque partí por ahí, con el jazz internacional.
Salina, nacida en la localidad de Somma Lombardo cercana a Milán, en Lombardía, comenzó su trabajo como fotógrafa en Italia. Lo hizo vinculada a una agencia productora de conciertos de jazz vigente hasta hoy en Chile con el nombre de Artemedios, y que se inició en ese país en 1996.
-Desde pequeña me encontré con una cámara fotográfica en la mano y empecé a hacer fotos. En Italia no existe exactamente la carrera de fotografía, pero el trabajo que uno hace es acercarse al fotógrafo, trabajar con ellos. Yo era fotógrafa de la agencia, y como se trata de músicos internacionales esos fueron los primeros.
Esos son los primeros de la muestra también, entre el fallecido tecladista Joe Zawinul, retratado en Salerno en 2007, o el baterista Billy Cobham y el guitarrista Larry Coryell, ambos en Chile. La autora llegó a nuestro país en febrero de 2006, y desde entonces ha colaborado con el Consejo de la Cultura, ha fotografiado obras del Teatro Nacional Chileno como "La pequeña historia de Chile" y "La negra Ester", y a grupos musicales tan distintos como Banda Conmoción, Difuntos Correa o Quelentaro.
-Elegimos las fotos más contundentes, más fuertes o representativas de un grupo, o bien porque me gustó una atmósfera determinada -explica-. Hay una de Illapu que fue tomada en Puente Alto en una noche de niebla. Total. Hacía un frío tremendo. O una de la Banda Conmoción, en la que aparece la platillera con los brazos abiertos. Son fotos representativas de un momento. Hay una foto llena de colores de los Difuntos Correa, o Quelentaro, que son íconos.
-¿Te involucras también con la música de los grupos que retratas?
-No, eso no influye en las fotos ni en la elección, es secundario si me gusta la música. Cuando estoy adentro del concierto, si la música me toca, me llega al corazón, voy a estar más concentrada, me inspira más, pero no significa que una foto sea más linda dependiendo de la música.
-¿Es exigente el oficio de fotografiar conciertos, se echa de menos cierta comodidad para trabajar?
-Es pesado, pero eso no me afecta, me tiro al suelo y no me interesa si es necesario para buscar el mejor encuadre. Pero obviamente no es un trabajo donde uno esté en una silla mirando, hace falta fuerza física, no perder la concentración para encontrar el segundo exacto. Se trata de encontrar ese segundo. Me ha pasado que la mejor foto del concierto sale cuando se retiran del escenario. Son instantes.