NUEVA YORK.- La todopoderosa jefa de redacción de la Vogue norteamericana, Anna Wintour, fue caricaturizada en el film "El Diablo se viste de Prada", pero un publicitado documental deja ver un rostro más humano.
"The September Issue", que se acaba de estrenar con bombos y platillos en Estados Unidos, retoca la imagen de mujer despiadada y casi inhumana de esta "arbiter elegantiarum" que dicta la moda global.
Famosa en el mundo de la moda, donde hace temblar a los diseñadores, Anna Wintour, que cumplirá 60 años en noviembre, amplió su fama con la publicación de un "best seller" escrito por una de sus ex asistentes, Lauren Weisberger.
Pero fue sin duda desde que Meryl Streep la encarnó como "Miranda Priestly", la gélida jefa de redacción de la revista apenas imaginaria "Runway", que se convirtió en un personaje global.
Pasando de la ficción a la realidad, el equipo de filmación del documental de R.J.Cutler siguió durante meses la preparación de la edición de Vogue "más gruesa de la historia", la de setiembre de 2007, antes de los estragos de la crisis y de la deserción de los anunciantes publicitarios.
Un total de 840 páginas, de las cuales 727 son de publicidad: cifras elocuentes de la hegemonía de la industria del lujo y la vestimenta sobre las revistas de moda, una realidad con la cual debe lidiar la jefa de la legendaria Vogue desde 1988.
Se la ve en una reunión con el dueño de la cadena de tiendas Nieman Marcus, quien destaca que "nadie se ponía más pieles hasta que Anna las volvió a sacar en Vogue" y pregunta qué creadores serán impulsados por Vogue para poner en evidencia sus modelos en los lugares de venta.
Ese vínculo con la industria es un motor poderoso para Anna Wintour, que a menudo pide que la ropa fotografiada "se pueda poner".
"Es Anna quien tuvo la idea de poner famosos en la tapa", una astucia editorial que hace vender revistas y ropa, pero que entristece a los puristas, recuerda Grace Coddington, directora de creación de la publicación.
Coddington ocupa ese cargo desde hace 20 años también, y está encargada de montar los reportajes de moda, que luego Anna Wintour no vacila en cortar o eliminar con una simple mueca. "Siempre termina ganando el punto de vista de Anna", comenta el editor de Vogue, Tom Florio.
Pero aunque "El Diablo se viste de Prada" (o "El diablo se viste a la moda") se deleitaba con los odios, rencores y traiciones que abundan en este medio, el documental presenta una realidad menos cruda y Wintour muestra que puede sonreir con sinceridad, ser a veces afable y hasta sacarse sus lentes negros.
"¿Retiró esta foto? ¡Qué locura!", se contenta con comentar Grace Coddington tras una inspección por Anna Wintour de las páginas preparadas la víspera.
Diáfana con sus vestidos estrictos y ajustados a la cintura, poco maquillada y jamás extravagante, Anna Wintour parece ante todo querer dar la imagen de una profesional rigurosa.
Evoca a su padre Charles Wintour, periodista respetado en Gran Bretaña en los años 60 y 70. "Pienso que mi padre decidió por mí que sería periodista en Vogue", dijo, al recordar su adolescencia en Londres en los años 60.
Su hija Katherine "Bee" Shaffer, decidió que no seguirá sus pasos. "Respeto a mamá, pero para mi es una industria medio rara. Hay otras cosas en el mundo, y prefiero estudiar derecho".