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City tour

07 de Septiembre de 2009 | 22:52 |

Hace veinte años no era para nada una novedad ver al actor Bastián Bodenhöfer en un rol de galán, en una teleserie como “Bravo” o en un videoclip como “Ay, amor”, de Myriam Hernández. Lo sorprendente en 1989 era observar que él tocaba el saxofón tenor ahí y que eso no era parte del guión. Antes del teatro, Bodenhöfer estudió música y la vuelta que dio fue tan larga que sólo en 2009 llegó a un disco propio con sus composiciones. La historia es sanguínea, porque él mismo pertenece a una familia de mentes brillantes en la música, con su madre, la compositora contemporánea Leni Alexander (1924-2005) y sus hermanos, la pianista Beatrice y el compositor Andreas.

Sigue siendo una oveja negra Bastián Bodenhöfer, el menor de todos, si aplicamos tecla play a este City tour personal, porque lo que se oye ahí no está ni cerca de la música de cámara propiamente tal. Es fusión contemporánea en forma y fondo. Y en sonido. Bodenhöfer es un seguidor de Frank Zappa y otros héroes del jazz eléctrico, como Chick Corea o Joe Zawinul. Tuvo como profesor al saxofonista Jaime Vásquez y durante largos pasajes se desprende un aroma a Fulano que aparece, desaparece y reaparece de manera permanente. Ésta es una gira por Santiago, ciudad a la que Bodenhöfer defiende más allá del “feísmo” arquitectónico a la que ha sido llevada. Las quince composiciones son quince detenciones en lugares referenciales y también en sitios abstractos, como “Motemey” y “Por ahí”. Son creaciones casi opuestas en cantidad de sonidos (la primera con banda completa “a la Fulano” y la segunda una simple tonada con guitarra, piano y ladridos) aunque están hermanadas por esa poética de los lugares secretos y favoritos de cada ciudadano.

El viaje se inicia en Grecia con Maratón, en el mismo “Estadio Nacional” como campo de concentración en su comienzo y como campo de celebración en el final, y ahí se vuelve a apreciar la aproximación de Bodenhöfer con Weather Report en el glosario de sonido con teclados, bajos y saxo soprano y un ritmo que envuelve. Una variación de la polka más tocada de la historia describe el pulso imparable de una manifestación en la “Plaza Italia”, mientras que si se cruza el puente de Pío Nono se accede directo a la bohemia que siempre involuciona en “Bellavista” a través de un reggae. El músico-actor avanza a pie con metrónomo de malabarista en “Forestal” y conecta con “Mapocho”, su mercado y las transas entre el clarinete y el soprano. “Matucana” es otra descripción magnífica de timbres diversos y contracantos en el lado poniente del álbum y si se mira en dirección opuesta en “Avda. El Bosque”, un tema jazzístico representa al lugar donde están “los dueños del país y las prostitutas caras”. Bodenhöfer debe haber quedado exhausto después de este proceso de composición que le tomó cuatro años sin contar el mapa de paso que tiene también un aliento larguísimo hasta la decimoquinta detención, aquí, en otro rol protagónico para el actor, pero desconocido y sorprendente también.

—Iñigo Díaz

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