Ian McKellen disfruta sus días en San Sebastián, pero ya piensa en retomar el papel de Gandalf para las películas de ''El hobbit''.
EFE
SAN SEBASTIÁN.- Fue Ricardo III, Rasputín, el realizador James Whale, el mago Gandalf, Magneto de "X-Men" y otros cien hombres más, pero el camaleónico actor inglés que hoy recibe el Premio Donostia en el Festival de San Sebastián sigue siendo ante todo uno: sir Ian McKellen.
"Mi personaje favorito es el que interpreto en ese momento, porque no quiero que los demás se pongan celosos. Pero como ahora no estoy actuando, mi personaje favorito soy yo mismo", dijo haciendo gala de su sentido del humor británico.
Pese a llevar más de medio siglo sobre las tablas (ha actuado en más de 250 obras de teatro) y contar con una trayectoria en el cine plagada de premios, es difícil separar su nombre de uno de sus papeles más recientes y emblemáticos, el del mago Gandalf de "El Señor de los Anillos".
"Soy un gran fan de Gandalf", afirmó McKellen, que se siente afortunado de que lo asocien con un clásico de la literatura anglosajona cuya misión, además, es "hacer el bien".
Con todo, sus dos nominaciones al Oscar ("Dioses y Monstruos", "El Señor de los Anillos"), un Globo de Oro por "Rasputín" y el título de Mejor Actor Europeo por "Ricardo III" dan cuenta de su buen hacer en la gran pantalla, al que se suman sus legendarias interpretaciones sobre las tablas en "Romeo y Julieta", "Hamlet" o "Rey Lear".
Incapaz de revelar dónde radica el secreto de su versatilidad ("actuar es un poco como un misterio, es el libro que no soy capaz de escribir", afirma), McKellen explicó que hay dos tipos de actores, los que se interpretan a sí mismos o a una parte de ellos y los más tímidos, que se disfrazan de otras personas. "A mí me gusta disfrazarme, siempre busco algo diferente", señaló.
Sin embargo, sí tiene claro qué debe poseer un guión para sentirse atraído por él: algo nuevo, un director al que admire y respete, actores con los que desee trabajar y sentir que sería una película que a él le gustaría ver en el cine. Y a la combinación de unos y otros se añade un ingrediente esencial: "Debe tener algo que me haga no estar completamente seguro de ser capaz de interpretar", afirmó.
Una atracción por el desafío que se manifiesta también en su abierta defensa de los derechos de gays y lesbianas: McKellen hizo pública su orientación sexual cuando en el Parlamento británico se debatía una ley por la que se intentaba prohibir hasta la mención de la palabra homosexual.
En aquel entonces, "la industria del cine sólo reflejaba su ignorancia sobre la homosexualidad", señaló. El cine tiene "su parte de responsabilidad social" y no debe "contar mentiras". Afortunadamente, la situación ha cambiado y "Hollywood empieza a hacerse mayor".
McKellen regresa así a un festival donde su genialidad despuntó ya en 1985, encarnado al psicoanalista de la hija de Trotsky en "Zina", y que premió con la Concha de Plata su aclamada interpretación del realizador James Whale en "Dioses y monstruos", dirigida por Bill Condon. Esta noche, el colofón llegará con la entrega del Premio Donostia de manos de José María Pou, que también participa en el certamen como protagonista del documental "Màscares".
"Lo único que he hecho en mi vida es intentar actuar lo mejor posible, por eso lo más gratificante de este Premio Donostia es que no es por un papel en particular, sino por toda mi carrera", señaló. Aunque McKellen, a sus 70 años, tiene cuerda para rato: "Esto no significa que vea mi carrera como terminada", advirtió. Ya en 2010 volverá a vestir la túnica de Gandalf en "El Hobbit", de Guillermo del Toro.