El periodista debió llamar al orden en comerciales. Sin embargo, no cree que la actitud del público haya estado fuera de los márgenes esperados.
Álex Moreno, El MercurioSANTIAGO.- La escena se repitió a lo largo de los 90 minutos que duró el primer debate presidencial de cara a las elecciones de diciembre de este año, y que anoche fue transmitido por TVN: Alejandro Guillier, el conductor, invitando a los candidatos a responder a sus contendores, marcar diferencias y contraargumentar.
Sin embargo, sus llamados no siempre fueron recogidos por Eduardo Frei, Jorge Arrate, Marco Enríquez-Ominami y Sebastián Piñera, quienes —salvo un par de alusiones del diputado y el comentado choque entre el ex Presidente y el empresario— prefirieron siempre enfatizar en ideas propias, incluso en los 30 segundos destinados a responder a los adversarios.
"Creo que fueron bastante autorreferentes, cada uno quería poner sus temas y posicionarse frente a su electorado, más que cruzar espadas, que es una característica de la política chilena", dice Guillier a horas de finalizado el debate.
"Sobre todo para el bloque dos, ellos se habían comprometido a cruzar espadas, pero yo creo que fue poco, y cuando lo hicieron se fueron más a lo personal. Son temas también legítimos, pero no hicieron mucho énfasis en mostrar en qué son distintos. Con excepción de Arrate, que está fuera del juego y fue a testimoniar una posición más bien de principios, los otros tres presentaron soluciones bastante compatibles. Luego se diluyeron entrando al juego chico. Al final el programa ganó en espectacularidad, pero perdió en consistencia", analiza el moderador.
-¿Cree que el formato superó adecuadamente la dificultad de tener cuatro candidatos?
-Sí. Hay que asumir cuál es el rol que va a jugar la televisión: Hay quienes dicen "debe ser un debate ideológico", pero la televisión, en una hora y media, no es un lugar para hacer ese tipo de debates. Para eso están las universidades u otras tribunas más académicas, como los centros de estudios. En un debate de televisión, la gente, que ya ubica a los candidatos, quiere saber qué posturas concretas tienen éstos en materias que preocupan a la ciudadanía. Lo segundo, es ver qué tan bien se manejan en situaciones de presión, cuestiones que tienen que ver con su manejo, su carácter, su empatía, que son parte de un gobernante. Desde ese punto de vista, se logró el propósito. Dentro de los foros presidenciales, funcionó mejor que experiencias anteriores.
-¿Hay nuevos debates planificados con los cuatro candidatos?
-Había que dar la prueba de la blancura. El canal hizo un trabajo muy bueno, se trató de dar equilibrios y garantías a todos, y abrirles un espacio para que confrontaran sus opiniones. Ahora habrá que ver cómo lo receptan los comandos, que también tienen que ver si a sus candidatos les conviene o no confrontarse. Pero, por mí, que haya todos los debates posibles.
-¿El rating registrado lo deja satisfecho?
-Escuché que fue 26 puntos de promedio y 29 de peak. Si es así, fue maravilloso, porque calculábamos 22 ó 23 puntos. Hay que tener en cuenta que era un debate político, no estábamos viendo "Elisa". No todos se interesan por un foro. Para ser un programa político, le fue bien.
-¿Qué cosas cree que pueden corregirse del formato para una próxima oportunidad?
-En la medida en que sean menos los candidatos, como en un escenario de segunda vuelta, se podrá entrar más a los contenidos. Ahora fueron más bien enunciados, siguiendo un poco el modelo americano. La gente quiere saber si le van a subir o no los impuestos, porque el modelo general de sociedad no está cuestionado. Con menos candidatos se pueden abordar más materias.
En el terreno de las respectivas performances de los candidatos, Alejandro Guillier cree que "nadie marcó una diferencia tan sustantiva" como para hablar de ganadores y perdedores, por lo que el periodista cree que los presidenciables deben ser evaluados más bien en función de sus propios objetivos.
"Marco Enríquez-Ominami trató de demostrar que es más que un joven que critica y reclama su espacio, y que puede asegurar gobernabilidad. Creo que dio pasos, pero pudo avanzar más. Hizo tarea pendiente", señala Guillier.
En torno a Eduardo Frei, el periodista cree que "no había mucha expectativa, porque todos lo conocemos bastante: No es una persona de espectacularidad o brillo, pero sí es consistente, y quiso demostrarlo. Creo que lo logra mientras se mantiene en una esfera, de la que se sale cuando interpela a Piñera. Está por verse qué beneficios le puede traer eso".
Sebastián Piñera, en tanto, "se descompuso al final, y como hombre que va punteando no debía correr tanto riesgo, sino mostrarse empático, dar garantías a todos. Cuando lo atacaron con un espolonazo directo, lo sacaron de eso", analiza.
Por último, Guillier asegura que Jorge Arrate "no juega a nada, sólo tenía que sacar ventajas, mostrarse crítico, reivindicar a la izquierda. Él aspira a obtener la votación tradicional del Juntos Podemos, que hoy está un poco dispersa entre el acuerdo con Frei y ese imán para los díscolos que es Enríquez-Ominami".