Destacado por la revista "Rolling Stone" como "artista revelación" de 2008, Aristimuño fusiona los sonidos de las montañas, pájaros y vientos del sur con que se crió junto a la música la electrónica desde el computador de su pieza, y ya lleva tres discos editados de manera independiente: Azules turquesas, Ese asunto de la ventana (2005) y 39° (2007) que suenan a dulces melodías de pop folk.
Hijo de madre actriz y padre director, se dice de él que es capaz de transmitir sensaciones, temperaturas y texturas a través de la sonoridad de sus canciones. Las mismas con que encantó a Kevin Johansen y Jorge Drexler, quienes han bautizado el movimiento de fusión que encabezan como el "Mercosurf". Y Aristimuño es el flaco de 31 años con la camiseta más puesta de todos: mientras los grandes sellos se pelean por tenerlo, él insiste en mantenerse al margen y promover la música de regiones.
-¿Ahora vienes solo?
-Sí, sólo otra vez. Eso tiene que ver con la independencia y la autogestión. Por el momento no puedo llevar a mi banda (Los Azules Turquesas), pero ya lo voy a lograr.
-Has tocado con Kevin Johansen y con Jorge Drexler. ¿Tú te acercaste a ellos?
-No. Kevin fue a un concierto mío cuando recién arrancaba y me dio todo su apoyo y claridad. Y después estaba tocando con él en España, en un show en conjunto, y Kevin invitó a Jorge. Todo se fue dando muy naturalmente. Creo que tengo en común eso de no tener ningún tipo de estilo. De mezclar muchas ramas de mucha música y fundamentalmente que amamos la canción.
-¿A qué edad partiste componiendo?
-Mi primera canción la hice a los doce años.
-Hablando de canciones, ¿cómo se llamó tu primera canción?
-Había grabado un casete con muchas canciones que no tenían título. Sólo tenía título el casete, que se llamaba Un viaje por Ponpadou. Era algo no sé si infantil, pero sí pop. En ese momento escuchaba mucho pop, Soda Stereo, era todo como muy tecno, viaje por las burbujas y todo ese mambo pop.
-¿Has usado alguna herramienta del teatro para tu música?
-Sí, es una de mis grandes influencias. Sobre todo desde el sentido de la ambientación de las canciones, en la parte de la producción. Intento ambientar las canciones con los timbres sonoros. Quizás doy más importancia a eso que a decir algo con la letra. Intento situar a la persona que lo escucha en algún lugar. Si estoy hablando del mar, que sienta que está ahí, con los sonidos relacionados. Me parece que los sonidos tienen vida propia y te llevan a lugares o te hacen acordar de lugares. En otro sentido, a la hora de escribir, puedo jugar con muchos personajes. En algunas canciones mías soy una planta, en otras soy hasta mujer o un animal.
-¿Escuchas algo de música chilena?
-Sí, sobre todo el folclor chileno me apasiona. En mi casa tuve suerte de que haya mucho folclor chileno y eso fue una gran influencia para mí. Inti-Illimani, Quilapayún, Violeta Parra, Víctor Jara. Todo ellos en mi casa estaban a la par de Mercedes Sosa o cualquier otro argentino y no los distinguí hasta que ya era grande. Luego he escuchado Nano Stern, que me parece muy lindo, un dúo que se llama Caramelitus, Chinoy, Javi Barría. Cuando fui me compré discos de él.
-Cuéntame algo único que tenga la Patagonia.
-Es un lugar increíble. En algún punto cuando miro videos de Sigur Rós o de gente de Islandia me hace recordar un poco de eso. De esa cosa de soledad, de descampado y de viento. Los glaciares, el hielo, las montañas. Sobre todo creo que lo más impactante es eso, el paisaje. Y los kilómetros y kilómetros de nada.
-¿Un plato argentino preferido?
-Mirá, en eso soy muy raro porque soy argentino y soy vegetariano, imagináte el karma que tengo porque te tendría que decir bife de algo. No soy muy fanático de la comida.
-Algo que no te guste de Argentina y sí de Chile.
-Me gusta mucho la tonada que tienen ustedes, me parece re linda, muy dulce como hablan. El cantito. Quizás lo que no me gusta de acá es que a veces tenemos un poco de falta de identidad.
-¿Sí? ¿Sientes eso?
-Sí, creo que todo ocurre en Buenos Aires y eso es lo que me molesta, que no se vea el interior y la gente que hay ahí. Que no se promuevan las culturas de las diferentes regiones. En Chile lo sentí un poco menos.
-En Chile pensamos al revés.
-(Risas) Bueno, viste que cuando uno viaja lo ve todo distinto.
-¿Qué haces cuando te sobra tiempo?
-Últimamente no me sobra mucho porque tengo un programa en La Tribu, una radio underground de Buenos Aires, y juego a hacerme el periodista para mostrar música de gente del interior. Tengo un poco la bandera levantada con difundir a la gente que no tiene posibilidades de sacar discos ni nada de eso.
-¿El mejor regalo que te hayan dado?
-Mi guitarra acústica, que me la regaló mi mujer. Fue algo muy fuerte. Hasta ahí tenía una prestada. Fue para el día de mi cumpleaños y con esa comencé a tocar.