Éstas sí que son vedettes de verdad. Al natural, desinfladas porque entonces no era necesario implantarse, con la pierna bien definida y sobre todo con talento. Es el efecto demoledor de la sombra, el delineador y el rímel con las señoritas en acción en el súper cabaret Bim Bam Bum que registró en los '50 y '60 el fotógrafo David Rodríguez Peña (1930-1968), reportero de “Eva”, “Pingüino”, “Cine Amor” y “Ritmo”. Algunas imágenes de esa colección personal de cinco mil cuadros son las que ilustran el décimo disco del Ángel Parra Trío y sus invitados al gran espectáculo de la noche bohemia en la capital. Nombres para practicar una reverencia más en Espérame!!!: el pianista Valentín Trujillo, el saxofonista Mickey Mardones, el trompetista Ricardo Barrios y el tumbador Adelqui Silva.
Ángel Parra y Roberto Lindl apuntan aquí un nuevo gesto de preservación musical en la escalada de recuperación y resguardo patrimonial que han venido haciendo desde 1998 con el disco Tequila y su conexión con el acordeonista popular Rafael Berríos. Si en su último disco, Un año más (2007), el punto de giro estaba alrededor del swing fenomenal del guitarrista hot Panchito Cabrera y el sentido foxtrot del repertorio, hoy pasa al siempre inventivo piano de Valentín Trujillo y el sabor del ritmo veraniego. Las épocas también cambian: de los años ’30 y ’40 del jazz melódico a la fiebre cubanista del mambo, la rumba y el chachachá de los '50. Eso se aprecia con mucha más nitidez aquí, porque sobre esta música se tienen mayores referencias y porque de hecho las propias estrellas invitadas a la sesión fueron testigos presenciales de esa época brillante: Trujillo de manera transversal, Mardones en la Orquesta Los Caribe y la segunda Huambaly, Barrios en la primera Orquesta Cubanacán y Silva en el traspaso del tiempo hasta llegar a Los Rumberos del 900.
El efecto en Espérame!!! es cercano al que produciría una pequeña orquesta de metales, por mucho que cuando se escuchan tocar solamente hay dos soplidos allí. Se nota el peso también de Trujillo al frente del conjunto en rápidos swings como “Abejorros”, de su maestro Vicente Bianchi, en “Porque te quiero”, del maestro anterior Fernando Lecaros, en el soliloquio “Crepúsculo” y en la inocente versión foxtrot de “Yo sigo al sol”, que es una forma chilena, y con la conjugación verbal equivocada, de conocer la canción Beatle “I’ll follow the sun”. No se le escapa una al trío de jazz, cada vez menos involucrado con los modernismos, tocando siempre a gran velocidad, dentro de la armonía y sobre la melodía, con unas copas de más y el balance de cada una de sus partes. Son capaces, por ejemplo, de reconvertir “Casamiento de negros” en un mambo vibrante para ir a bailar El Rosedal de la Gran Avenida y quedar exhausto.
El disco alterna ese lado instrumental con las canciones que interpreta Julián Peña en su calidad de crooner (“Espérame”, “Aquellos ojos verdes”, “Cómo fue”, “Me voy pa’l pueblo”) y como ocurrió en Un año más con el foxtrot “Que se mueran los feos”, también aquí la fiesta termina con buen ritmo y con el divertido chachachá “Los marcianos”. Es una celebración más en el gran cabaret y música para que salgan a bailar las grandes vedettes de la época: las señoritas Dorita Burgos, Mary Abril, Belén Alasio y la mulata Balkiria Vilva.
—Iñigo Díaz