En la escena cada vez más poblada de la cumbia en Chile es un primer mérito tener un nicho propio, como se nota en este grupo ya desde el nombre. Entre sus pares hay pocos que suenan tan próximos al estilo de la cumbia villera argentina como Villa Cariño y, aunque en su primer disco ese molde es claro, a lo largo de estas mismas canciones el grupo se encamina hacia una fusión más personal.
La primera canción, "No puedo olvidarla", es uno de los mejores ejemplos de esa escuela en la forma de cantar, pero no es una copia fiel. El piano eléctrico va haciendo figuras armónicas elaboradas que nunca se encontrarían en bandas argentinas del género como Damas Gratis o Pibes Chorros; el arreglo incluye flautas traversas y detalles de congas y percusión que acercan esta cumbia más al Caribe, y hay momentos de guitarra eléctrica y un bajista sólido para probar que en Villa Cariño escuchan música variada y para redondear un hit potencial capaz de poner a bailar a todos.
El disco se reparte por esos rumbos. "Recuerdos" tiene todo el sonido villero de esa cumbia de pulso lento, de esas melodías brillantes de sintetizadores y hasta del modo en que todo el grupo a coro entona "Somo' la Villa Cariño y queremo' la' palma' de todos arriba y arriba", en un efecto parecido al del hincha local que acude en masa al estadio a alentar con acento de barra brava argentina. Un matiz importante es el del acordeón que manda en canciones en "El mandamiento" y "Clandestino", y sobre todo queda claro cómo Villa Cariño mezcla partes iguales de cumbia con piano salsero en "Abril" y en "Amiga", una canción con cumbia en las estrofas y son en los coros.
"Y ahora vamos a bailar todos en la noche triste de los corazones rotos, historias de amores y quebrantos de un lugar perdido en el fin del mundo", recita el cantante Max Vivar antes de la segunda canción. Es un buen adelanto de la tendencia melodramática de las letras con que Villa Cariño habla sobre amores dañinos ajenos o propios, como en "No puedo olvidarla", que en el argumento comparte la misma anécdota de un hit cumbiero como "Estoy saliendo con un chabón", de Los Sultanes. Son letras a tono con el atractivo siempre melódico de esta música, hecha de canciones bien compuestas y mejor arregladas con las que este grupo debutante prueba la conocida facultad chilena para aprender bien el sabor de los ritmos del mundo.