David Núñez, conciertino y conductor. El violinista empujó a los jóvenes integrantes de la orquesta de cuerdas a alcanzar mayores cotas de altura musical.
Juan Ernesto JaeggerEsta temporada se llama “Intérpretes del Siglo XXI”, dado a que en ella se están presentando jóvenes alumnos del Instituto de Música UC, muchos de los cuales se encuentran próximos a graduarse. Es la característica de los músicos que integran la Orquesta de Cámara UC, conducida por el notable violinista David Núñez.
La serie de conciertos se realizará en el Salón Blanco del Palacio de Bellas Artes, y el programa inaugural consultó tres divertimentos y una serenata de Wolfgang Amadeus Mozart, obras que se presentaron ante una sala llena de un entusiasta público. Lo primero que sorprende es el profesionalismo con que estos jóvenes enfrentan las obras, producto sin duda del gran entusiasmo que comunica el concertino líder.
En lo general reconocemos las dificultades que significa el hecho de tocar sin director, siguiendo solo las indicaciones que Núñez les entrega desde su atril, lo que a veces se traduce en atrasos o adelantamientos, como también algunos ataques faltos de perfección. Todo lo anterior se solucionará nada más que con la experiencia que irán ganando al tocar muchas veces juntos. Ahora estamos ante una materia prima de un alto valor porque su talento y musicalidad les brota naturalmente.
La experticia de Núñez se traduce en fraseos, arcos y articulaciones casi exquisitas, en particular en los violines, pero debería cuidar mejor el balance con las cuerdas bajas (chelos y contrabajo) y aumentar los integrantes en las violas. También sugeriríamos afinar entre cada una de las obras para evitar el efecto que las condiciones de temperatura de la sala produce en las cuerdas.
Los catorce integrantes abrieron la velada con el “Divertimento N° 1 en Re mayor, K. 136”, que se destacó por el manejo estupendo en dinámica, con contrastes forte-piano y diálogos melódicos. Su tercer movimiento lo consideramos de gran virtuosismo pero con peligrosos accelerandos. Su segundo movimiento, en cambio, fue tal vez demasiado lento y casi romántico a la vez que muy expresivo.
El “andante” que da inicio al “Divertimento N° 2 en Si bemol mayor, K 137”, lo interpretaron con una expresividad cercana a lo dramático y ahí se notó la ausencia de una viola más. Inexplicablemente el final se desdibujó. Enérgico y casi espirituoso fue el “allegro di molto” (segundo movimiento), pero al hacerlo muy rápido se perdió la claridad en los diálogos.
El “Divertimento N° 3 en Fa mayor, K 138” se resintió en pulso en alguno de sus fragmentos debido a la rapidez en su primer movimiento. Luego, en el “andante”, los diálogos fueron difusos debido al pulso poco claro. Hacia el final esto se corrigió, pero su tercer movimiento, “presto”, fue un total éxito, con fraseos y diálogos muy logrados con sólido y musical concepto.
Los jóvenes músicos abordaron después la conocidísima “Pequeña serenata nocturna en Sol mayor, K 525”, con la que cerraron el programa dedicado a obras de Wolfgang Amadeus Mozart. En su primer movimiento se evidenciaron interesantes fraseos y articulaciones. El manejo dinámico que la alejó de lo rutinario hizo pasar por alto pequeños desajustes. La segunda parte se destacó por los cuidadosos fraseos de los violines primeros. Sólo objetaremos allí el alargamiento excesivo del final.
El “minuetto” fue vital y enérgico y su sección central un tanto confusa, pero el todo fue musical y de calidad. El “rondó” mostró toda la potencialidad del joven grupo lo que nos hace prever el nivel que alcanzará esta orquesta bajo la mano experta de David Núñez”.