Parte del ensamble Estudio Músicantigua, que realizó este concierto temático con obras del Barroco.
El MercurioEl segundo de los programas dedicados a un ciclo de música antigua se realizó en el Aula Magna del Centro de Extensión de la Universidad Católica de Chile. Estuvo a cargo del experto conjunto Estudio Músicantigua, con la soprano María José Brañes soprano, el tenor Gonzalo Cuadra, los violines barrocos Gonzalo Beltrán y Hernán Muñoz, la viola da gamba Gina Allende, el guitarra barroca y teorba Eduardo Figueroa y el clavecín Camilo Brandi. Todos bajo la dirección del flautista Sergio Candia.
El grupo que se ha distinguido por ofrecer programaciones temáticas, presentó ahora el que llamaron “Al pie de la cruz” (lamentos en música del Barroco) con obras para solistas vocales con conjunto instrumental junto a otras piezas instrumentales. Este pie forzado que centra su atención en un aspecto de la Pasión de Jesucristo, obliga a una diferenciación entre cada una de las obras para evitar así un agotamiento auditivo. Se exige entonces una acotada interpretación de acuerdo al carácter de las obras, para evitar un resultado musicalmente plano.
En este sentido podemos decir que los jóvenes artistas lograron un gran éxito en su aproximación al exquisito repertorio. Así mismo debemos aclarar que a sus intérpretes habituales se agregó un grupo de invitados en la interpretación del “Stabat Mater” de Pergolesi.
La primera parte estuvo a cargo del tenor Gonzalo Cuadra junto a los miembros estables en una demostración de la más grande musicalidad y estilo. En ella se escuchó primero el “Stabat Mater” de Giovanni Felice Sances (1600- 1679) -compositor italiano que realizó una importante labor en Viena-, una obra exige de los intérpretes un particular afiatamiento, pues sobre el entramado instrumental se encuentra el casi parlato a cargo del tenor. En ella Gonzalo Cuadra, al igual que las otras obras en que participó, vive intensamente el texto con un sentido dramático que se acerca al manierismo casi sensual del barroco. Tal vez pueda sorprender un poco su gesticulación de brazos y manos, pero es imposible no reconocer su extremo profesionalismo. En el caso del continuo –viola da gamba, teorba y clavecín- sólo podemos alabar su espléndido desempeño en una obra que en algunos momentos recuerda el “lamento de Dido” de Purcell.
La “La Benaglia”, canzona para dos violines con viola bajo y continuo de Tarquinio Merula (1590- 1665), evidenció musicalidad en los certeros diálogos entre los violines además de logrados contrastes dinámicos sobre la ajustada base del continuo.
Para tenor y clavecín es “Maddalena alla Croce” de Girolamo Frescobaldi (1583- 1643), que mostró una complementación perfecta entre sus intérpretes. Pocos datos biográficos se encuentran de José de Cascante (¿- 1702), sacerdote y compositor colombiano que realizó casi todo su trabajo en la Catedral de Santa Fe de Bogotá. De él se interpretó “Solo a Nuestra Señora de la Soledad”, para tenor con bajo continuo, que se inicia con un bello solo de guitarra barroca al que sigue la viola y el tenor, donde todos los intérpretes se fundieron en una expresiva versión.
La primera parte finalizó con otra obra de Merula: su sinfonía “La Treccha” y “Lamento sopra alla nanna”, que podemos calificar de un triunfo en todo sentido en cada uno de los intérpretes. El “Stabat Mater” de Giovanni Battista Pergolesi para soprano, contralto, cuerdas y continuo finalizó el concierto. En esta ocasión las cuerdas se redujeron solo a dos violines, viola, contrabajo y continuo. Si bien el resultado fue exitoso nos permitimos algunas consideraciones. Primero el haber reducido los instrumentistas le restó contundencia a los contrastes, y si bien las articulaciones y fraseos fueron del más alto nivel, en el caso de la dinámica “piano” le restó peso sonoro.
En los forte surgió dureza en el primer violín. Así mismo los tempi de algunos números fueron demasiado rápidos, perdiéndose el sentido dramático del texto.
En contraste el desempeño de las dos solistas sólo puede ser calificado de logrado en plenitud. María José Brañes, la soprano que ha realizado avances sorprendentes, mostró un manejo vocal estupendo y total dominio del vibrato, haciendo gala de una expresividad notable tanto en sus solos como en los dúos. La contralto Sofía Pollak ratifica el gran momento que vive. A su hermosa voz agrega una expresividad de alto vuelo, haciendo gala de una manejo dinámico y capacidad de afiatamiento en los dúos y prestancia en los solos.
En algo que supera los buenos propósitos del conjunto, el calor reinante en la sala conspiró contra la afinación perfecta de alguna de las partes de “Stabat Mater”, cuestión corregida al afinar entre varias de sus partes. Un notable concierto que fue entusiastamente aplaudido por los asistentes.