Tras muchos años trabajando en Europa, la actriz retorna a Chile soprendida con los cambios del cine nacional.
Héctor Flores, El MercurioVALDIVIA.- Desde que el Festival de Valdivia subió oficialmente su telón el jueves por la noche, la sonrisa y desplante de la actriz nacional Valentina Vargas ha sido una constante. No sólo porque aquella noche inaugural ofició de animadora, sino porque a la Región de los Ríos llega presentando no una, sino que dos películas que marcan su regreso a la pantalla nacional.
Tras muchos años trabajando en el cine y la televisión europea, Vargas vuelve con una experiencia difícilmente igualable por otras actrices nacionales, remontándose incluso a aquel breve rol en la película "El nombre de la rosa", por el cual su nombre apareció en los mismos créditos que figuras como Sean Connery o Ron Perlman.
La actriz dice que "las circunstancias" la han llevado a retornar al país donde nació, una nueva aventura que no se despega del cine y que, en sus propias palabras, no tiene obstáculos para saltar a la televisión. Por ahora, la pantalla grande le reserva espacio y Valdivia es testigo con "Ilusiones ópticas" y "All Inclusive".
-¿Cómo es poder llegar a un festival, presentando dos películas al mismo tiempo?
Qué raro es. Pero estoy súper agradecida. Son dos películas tan diferentes, rodadas en lugares tan diferentes y con historias tan diferentes, que es una suerte que se hayan podido juntar en Valdivia.
-¿Los personajes de ambas películas tienen similitudes?
Son muy diferentes. Un personaje es Carmen, de "All Inclusive". Ella es una señora que tiene una familia en la que no está cómoda, no está contenta, y se van a un resort para unirla. Pero en realidad se dan cuenta que cada uno tiene su vida, para volver a llegar al punto número uno. Ella tiene un cierto dolor, el no poder expresar su disgusto de estar tantos años en una familia y que nadie le de pelota. Ése es el personaje de Carmen.
-¿No tiene similitud con tu personaje en Ilusiones ópticas, también una mujer de familia, madre, pero infeliz?
No, porque en "Ilusiones ópticas" es una cleptómana. Hay una pequeña locura que Carmen no tiene. Rita tiene algo de locura. Aparte de tener dolor, de ser una mujer muy sola, a su edad a lo mejor necesita alimentarse de pasiones más fuertes, de encontrar un jovencito que satisfaga sus instintos. La cleptomanía lleva una adrenalina, y en esta adrenalina, aparte de ese dolor, hay un cierto placer. Y eso era lo súper interesante de este personaje, de Rita.
-¿Cómo se gestó tu llegada a "Ilusiones ópticas"?
La verdad es que me llamó Cristián Jiménez directamente, presentándose, dijo que tenía un guión y que le daría mucho placer trabajar conmigo y conocerme. Cuando alguien te llama en esas condiciones, no puedes decir que no. Y efectivamente fue bueno, porque su propuesta fue tan genial. Él como persona, un guión inteligente, bien pensado, una comedia sutil, con un humor un poco negro, a lo Wes Anderson, porque yo lo comparo mucho con él. Ese plano fijo, en el que el actor tiene que contener su acción. Lo encuentro especial, muy vanguardista. Leí el guión y me pareció bien hacer la película.
-Ambas películas marcan tu regreso a Chile tras largo tiempo.
Sí, trabajando mucho en Europa, pero a veces son las circunstancias de la vida que te llevan a otros lugares. Mis padres fallecieron, mi madre hace cuatro años, y las circunstancias hicieron que tuviera que venirme a Chile, porque quería sentirme en familia. Y acá es la única familia que me queda. Entonces estas circunstancias volví para estar otros ratos… largos ratos. La verdad es que he apreciado mucho a mi familia y a mi país, y se ha dado que el cine me sigue, a donde yo vaya.
-¿Cuáles son las principales diferencias en el cine chileno de antes y con el que te encontraste a tu regreso?
Directores jóvenes, profesionales, locaciones maravillosas, gente genuina. Realmente estoy asombrada del talento que hay acá en Chile.
-¿Te sorprendió mucho?
Por supuesto. Claro que se van perdiendo un poco las identidades, la identidad del país, porque todo se globaliza. Entonces el organillero o las empanadas del domingo, se van como borrando. Pero muy bien por Chile, no tenemos nada que envidiarle a otros países.
-Hace unas noches animaste la inauguración con Álvaro Rudolphy, ahora transformado en estrella de las teleseries nocturnas. ¿Te interesaría incursionar en ese tipo de formato?
Me gustaría muchísimo. Si hay algo en que yo pueda aportar y que me interese, que tenga algo de fundamento y que tenga posibilidad de desarrollar, sí me interesaría.