Fiesta en San Diego llegando a Avenida Matta. Desde La Habana a Santiago de Chile, un lujo y una fiebre cubana.
El Mercurio
Esta vez sí fue de lujo. Después de una visita en 2006, en la que compartieron un festival y tocaron en un gimnasio, Los Van Van se apoderaron del Teatro Caupolicán como corresponde a uno de los grupos fundamentales en las últimas cuatro décadas de música cubana. "Traemos para hacer rumba, mambo, son y cha cha cha", fue el anuncio de uno de los cantantes, Mario Enrique Mayito Rivera. Son materias primas que Los Van Van han venido reelaborando desde sus inicios en 1969 hasta llegar al sonido exuberante y febril que puso a cantar y a bailar a tres mil personas.
No estuvo presente el fundador y director del grupo, Juan Formell, quien hace unas semanas sufrió un accidente que lo desembarcó de esta gira. Pero eso fue la evidencia de que Los Van Van son una institución que funciona incluso más allá de la presencia física de su creador, y lo hacen en todos los niveles. Literalmente: una línea potente y sabrosa de percusionistas al fondo, un frente intermedio sólido de trombones, piano, flauta y violín, y una delantera de cuatro cantantes tan diversa como efectiva.
El conjunto privilegió canciones de dos de sus discos más recientes, Chapeando (2005) y Arrasando (2009). Se escuchó desde el ritmo caliente de títulos como "Aquí el que baila gana" y "Me mantengo" hasta el pulso más lento de "Después de todo", entonado por la cantante Yenisel Valdés.
No faltaron lazos que estrechar con Chile: hubo dos músicos cubanos residentes invitados al escenario, un homenaje ("Quiero dar gracias a todos los chilenos por recibir a los cubanos" dijo el vocalista Roberto Guayacán Hernández,) y un saludo al padre del cantante Abdel Rasalps, presente en uno de los palcos. Ese hombre es Miguel Ángel Rasalps, el Lele, también radicado en nuestro país y uno de los fundadores de Los Van Van. Parte de la historia pionera de este grupo también vive en Chile. |