El fundador de ''Playboy'' no se imagina sin su revista, pero ya comienza a preocuparse de su perdurabilidad.
NYTCALIFORNIA.- A los 83 años, Hugh Hefner, el legendario y libidinoso fundador del imperio Playboy, el profeta del hedonismo, no cree que su desenlace esté próximo.
Tampoco actúa como si lo fuera. Sigue trabajando todo el día en su revista, vuela a Europa y Las Vegas, toma Viagra, visita clubes nocturnos junto con sus tres novias que viven con él —cada una de ellas con edad suficiente para ser sus bisnietas— y está trabajando junto al productor Brian Grazer en una película.
"Es uno de los mejores momentos de mi vida", destaca riendo irónicamente, vestido con pijama y pantuflas. "Incluso es mejor; más rico de lo que piensa la gente", afirma.
Se le quiere creer, pero resulta difícil ignorar la realidad de su negocio. Playboy Enterprises, apremiada por un cambiante paisaje en los medios de comunicación, necesita desfibriladores. Este martes, la revista informó que reduciría la circulación garantizada para sus anunciantes a de 2,6 millones a 1,5. La empresa ha perdido dinero durante siete trimestres consecutivos.
Y tal vez lo más sorprendente es que la empresa informó a principios de año que consideraría ofertas de adquisición, algo que se creía impensable mientras viviera Hefner.
El dueño del amenazado imperio sabe que toda buena fiesta debe terminar, después de haber comprado hace mucho tiempo una cripta junto a la de Marilyn Monroe en un cementerio de Los Angeles. En entrevistas ofrecidas durante el transcurso de los años, ha hablado de cómo no valdría la pena vivir la vida sin la revista.
"Si la vendiera, se acabaría mi vida", ha dicho. Pero tal vez esté cambiando de idea: "Estoy tomando más seriamente el hecho de que ya no tengo 30 años. Necesito pensar en la continuidad de la revista", señala.
Ya sea que lo ame o que lo odie, nadie duda de la influencia de Hefner en la historia cultural estadounidense, como limpiador del sexo para una creciente clase media.
Sin embargo, como fuerza cultural Hefner sigue dividiendo al país, 56 años después de la primera emisión de Playboy. Para sus partidarios, es el gran liberador sexual que ayudó a emancipar a los estadounidenses del puritanismo y la neurosis. Para sus detractores, incluyendo a muchos feministas y conservadores sociales, Hefner ayudó a poner en movimiento una revolución en actitudes sexuales que ha objetivado y victimizado a incontables mujeres y ha promovido una postura ante la vida que limita con los cánones morales.
Hefner concede que lo que ayudó a poner en movimiento tiene algunas consecuencias oscuras, aunque dice que "es un pequeño precio a pagar a cambio de libertad personal".
"La gente no siempre toma buenas decisiones. Las verdaderas obscenidades en este planeta están muy poco relacionadas con el sexo", destaca. "No es un tiempo tan romántico", considera.
Hefner no respeta mucho el paisaje cultural actual. "Decididamente siento que la cultura pop actual es una sopa aguada", considera. "Solía ser un plato más consistente", agrega.