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A la salud de la dama de 400 años

La ópera sigue siendo un género completo, que une canto, música, actuación y artes visuales en un mismo cuadro escénico. La Universidad Alberto Hurtado presentó "Dido y Eneas" de Purcell y se unió así a una temporada colmada de estupendos montajes en la capital.

04 de Noviembre de 2009 | 12:39 |
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EL maestro Guido Minoletti dirigió esta puesta en escena y asumió algunos riesgos, pero logró sus objetivos.

El Mercurio

En más de alguna oportunidad alguien temerariamente ha dicho que la ópera es un género en extinción. No obstante y por la experiencia a nivel internacional y en nuestro país esta vieja dama de poco más de cuatrocientos años goza de espléndida salud.


El público sigue tanto las más populares como las recién creadas. Pruebas al canto, sólo en durante 2009 en Santiago se han presentado “El rapto en el Serrallo” de Mozart (seis mil personas en la Plaza de Armas), “Viento blanco” del chileno de Sebastián Errázuriz, con funciones a tablero vuelto en el Municipal, el estreno para Chile de “Orfeo” de Claudio Monteverdi, con parte del público que no pudo ingresar al Centro de Extensión UC.


Hace poco en el mismo lugar estuvo “La Serva Padrona” de Pergolessi y en la temporada oficial salieron a escena “La Traviata” de Verdi, “Lady Macbeth” de Shostakovich, “Tristán e Isolda” de Wagner, “Los Pescadores de Perlas” de Bizet, “Turandot” de Puccini y “La Italiana en Argel” de Rossini. Y como si fuera poco, en la temporada de música de la Universidad Alberto Hurtado se acaba de estrenar “Dido y Eneas” de Henry Purcell, a lo que debemos agregar las transmisiones en directo desde el Met de Nueva York, que congregan a un público fiel.

La herencia de Sylvia Soublette se proyecta en este “Dido y Eneas”, que subió a escena con la dirección musical del maestro Guido Minoletti. Nos correspondió asistir a la segunda presentación, que se realizó en el incómodo Salón de Honor de la Universidad Alberto Hurtado (el estreno había sido en el Teatro Antonio Varas en muy buenas condiciones). Su escenario es muy estrecho, lo que hizo perder calidad visual a la estupenda idea de Gustavo Acevedo, quien se encargó de la régie, la escenografía, el vestuario y suponemos que también la iluminación.

Mencionemos el acierto total en el vestuario de una funcionalidad que permite con un solo movimiento transformar a solistas y coro en brujas, y del mismo modo descatamos la proyección de imágenes como escenografía, que nos parece excelente. Pero lo estrecho del escenario atentó contra esta idea. Además todo el elenco tuvo que realizar enormes esfuerzos para cumplir con el plan de la régie, algo que afortunadamente lograron gracias a su disciplina.

Minoletti guió al grupo instrumental con su musicalidad acostumbrada y éste le respondió con bastante precisión. Obtuvo grandes logros en algunas de las arias y en los coros, con el detalle que al coro lo hizo cantar con voz distorsionada en las escenas de las brujas. Es algo que sólo algunos directores realizan y aquí fue un buen elemento de contraste.
 
En la dirección sólo discrepamos del tempi demasiado lento en el lamento de Dido y del coro final, que diluye un poco la tensión dramática. Este aspecto tal vez sea producto del infernal calor del recinto, que incidió incluso en la afinación de algunos instrumentos. En  todo caso la preparación del coro y el conjunto instrumental fue de gran nivel.

Los solistas estuvieron encabezados por la soprano Jeannette Pérez, que con espléndida voz  y actuación muy convincente encarnó con el dramatismo necesario a la desdichada Dido. Su lamento final fue de enorme musicalidad. Tal vez demasiado apolíneo fue el Eneas de Esteban Sepúlveda y sólo correcto en lo vocal. Paulina González, que fue Belinda. Con su hermosa voz realizó un gran contrapunto con Dido. El resto del elenco asumió sus papeles con gran profesionalismo y seguridad sus breves pero significativos papeles.

Un estreno que es una buena noticia sobre la salud de la ópera en Chile, donde vemos a otra casa de estudios acogiendo esta obra, replicando de esta forma el estreno realizado en Inglaterra alrededor de 1680, también en un centro estudiantil. Bien por la Universidad Alberto Hurtado y sus planes de difusión de la gran música.