De Santiago a Sao Paulo, de Sao Paulo a Montevideo y de Montevideo a Santiago. El círculo de Víctor Hugo Toro quedó cerrado.
Universidad de ChileSANTIAGO.- “Éste es un concierto para aprender de un país del que por lo general se tiene una imagen que solo muestra las playas, el carnaval, las fiestas. Pero existe también un lado mucho más profundo, de una música que busca su propia identidad, su propia raíz", dice Víctor Hugo Toro, un chileno con una opinión de peso.
El joven director está en Chile para conducir este fin de semana a la Orquesta Sinfónica nacional en un programa dedicado a Brasil. Él mismo vivió cuatro años en Sao Paulo y ahí dio el gran salto como director al trabajar como batuta asistente de una de las más grandes orquestas del cono sur. Este viernes 6 y sábado 7 estará en el podio a las 19:30 horas, en el Teatro Universidad de Chile.
“Brasil es siempre cautivante, excitante; está lleno de ritmo, colores, pero también de alegría, a veces de mucha melancolía y a veces de mucha pasión, agrega el músico que con sólo 33 años se ha convertido en uno de los directores de orquesta chilenos más promisorios del momento.
El concierto considera obras como "Maracatú de Chico Rei" de Francisco Mignone (con la participación del Coro Sinfónico de la Universidad de Chile) el preludio sinfónico “Paisaje” de Francisco Braga; "Tango-Batuque" de Luciano Gallet y "Encantamiento" de Camargo Guiarnieri, junto a clásicos como la Obertura de la ópera “Il Guarany” de Carlos Gomes; “Batuque” de Lorenzo Fernández; "Samba" de la "Suite Brasilera" de Alexandre Levy y el "Preludio de la Bachiana Nº 4" de Heitor Villa-Lobos.
Actual director principal de la Sinfónica del Sodre, en Uruguay, antes realizó una importante labor como asistente de la Sinfónica de Sao Paulo durante cuatro años, trabajando de cerca con el reconocido maestro John Neschling. Fue una oportunidad que consiguió al ganar el Concurso Internacional de Dirección, el más importante certamen de dirección orquestal de América Latina y luego de cursar sus estudios musicales en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile con David del Pino Klinge.
-¿Qué le diría al público sobre este programa dedicado a Brasil?
-Me imagino que éste es uno de los programas más exóticos de la Temporada 2009. El público tendrá la posibilidad de escuchar el desarrollo de la creación musical en Brasil desde la influencia europea a la búsqueda de una propia identidad. Creo que las orquestas deben ser capaces de hablar varios idiomas y lenguajes: el alemán de Beethoven, el italiano de Verdi y ahora estamos hablando en un portugués vinculado con Europa, con la música africana y con la india, que marcan las raíces culturales de Brasil.
-La música brasileña está fuertemente vinculada con el arte de carácter nacionalista.
-Sí, porque es una música que busca un lenguaje bastante propio. Uno escucha las melodías y las identifica con Brasil. Es fruto de la búsqueda que han hecho en su rico caudal folclórico porque es un país que está formado por inmigrantes: portugueses con influencia europea, africanos que llegaron como esclavos y aportaron el ritmo, por los propios indígenas que estaban en el país y por las comunidades de todas partes del mundo que han llegado allá.
El sueño del retorno
-¿Cómo ha sido este nuevo reencuentro con la Sinfónica de Chile?
-Siento que vuelvo a casa. Me encanta dirigir otras orquestas, pero tengo un lugar especial en el corazón por la Sinfónica de Chile. Es la orquesta que me formó, todos sus integrantes fueron mis profesores y es interesante apreciar la relación que se produce con ellos ahora. Además, hace años que tenía ganas de hacer un concierto con la Sinfónica y el coro donde canté dos años mientras estudié en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
-¿Qué significó para usted la Orquesta Sinfónica de Sao Paulo y su trabajo John Neschling, su ex director?
-Fue lo mejor que me pudo pasar en mi formación, no sólo porque tuve la posibilidad de trabajar con los mejores directores, solistas, cantantes y muchos de los grandes compositores que eran invitados permanentes en sus semanas de conciertos o por tener la oportunidad de trabajar con el mejor cuerpo sinfónico de América Latina en la actualidad sino, además, por la posibilidad de trabajar codo a codo con John Neschling.
-¿Y cómo se presentó la posibilidad de llegar a la Orquesta Sinfónica del Sodre, en Uruguay?
-Al salir de Sao Paulo a principios de este año, creí que iba a tener un 2010 mucho más tranquilo. Incluso pensé en algún momento volver a Chile, pero pesó mucho la opinión de mis padres que me aconsejaron seguir en el extranjero. En un momento de mi corazón siempre quiero volver a Chile, pero deseo hacerlo cuando sienta que puedo aportar mucho más a lo que se está haciendo acá. Hoy mi concentración está en seguir aprendiendo y seguir ganando experiencia. Es la Orquesta Sinfónica Nacional más antigua de América Latina con una tradición de 80 años.
En el programa destaca la obra "Maracatú de Chico Rei" de Francisco Mignone, que se estrenará en Chile con la orquesta y coro sinfónicos de la Universidad de Chile en este concierto. "Es una obra de enorme riqueza, muy rítmica y colorida, muy bien orquestada, con mucho peso sonoro, con el coro cantando textos en el portugués que hablaban los africanos de la época así como su propio lenguaje. La obra tiene muchos colores, momentos que retratan el lamento de los esclavos africanos sufriendo, la alegría de sus fiestas y sus ceremonias, la agresividad rítmica de una potente percusión sonando, la forma casi impresionista del recuerdo de África. Todo eso se va mezclando en esta tremenda obra de nueve movimientos", comenta Toro.
-¿Cómo ha sido el trabajo de preparación de esta obra con el Coro Sinfónico?
-Muy interesante porque el coro está acostumbrado a hacer otro tipo repertorio. Aparte de las notas y los textos ha tenido que acostumbrarse a tener más ritmo, más relajo, porque la forma de abordar este repertorio no es desde la perspectiva más tradicional de solfear y tocar juntos, sino de buscar ese sentido común de baile; tiene una fuerza rítmica y una vitalidad y uno tiene que dejarse llevar por ese juego rítmico para que el efecto sonoro funcione.