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"Elisa": Los otros casos policiales que podrían convertirse en serie nocturna

Dos destacados guionistas creen que los crímenes de la “Quintrala” y Hans Pozo podrían llevarse a la TV con el mismo éxito e interés que generó "Dónde está Elisa?".

06 de Noviembre de 2009 | 13:59 | Por Rodrigo Vergara y Leonardo Núñez, Emol
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La escena del crimen donde apareció el cuerpo sin vida de María Soledad Lapostol. Fue secuestrada y asesinada por su captor, supuestamente Luis Araya Galaz.

Raúl Maldondo, El Mercurio

SANTIAGO.- El guionista de "Dónde está Elisa?", Pablo Illanes, reconoció que parte de la inspiración para escribir esta serie se originó en el caso de la desaparición de la niña inglesa Madeleine McCann. De hecho, parte de la trama mostró que el principal sospechoso del secuestro de Elisa era el propio padre (Raimundo Domínguez).

Y así como la investigación policial europea sirvió de inspiración para Elisa, en Chile hay hechos policiales recientes que podrían inspirar una nueva miniserie.

Los destacados guionistas Daniella Castagno y Fernando Aragón proponen hacer series nocturnas con dos casos: el de “La Quintrala de Seminario” y el de Hans Pozo, descuartizado en Puente Alto.

El caso de María Pilar Ruiz impactó porque implicó la contratación de un sicario. La mañana del 4 de noviembre de 2008 el joven economista Diego Smith-Hebbel pasó a buscar a su polola Belén Molina, a la casa de ella en calle Seminario. Pero la decisión gatillaría una tragedia. El sicario José Ruz le disparó en la garganta y lo mató. La orden que tenía de Pilar Pérez era entrar a la casa de Belén, robar y matar al padre de la joven.

Además Pérez, conocida en su barrio como “La Quintrala”, también habría encargado el asesinato de su ex esposo Francisco Zamorano y la pareja gay de éste.

Castagno, autora de las teleseries “Ámame” y “Brujas”, piensa que en esta historia "se puede mostrar la relación de los jóvenes y sus características, como también en paralelo ir relatando la historia de esta mujer, obsesionada en su dolor y rabia, y cómo va tramando uno a uno sus crímenes".

También le parece fundamental a la guionista contar la historia del esposo de “La Quintrala” y su pareja gay, para luego llegar a la del hombre que mandó a matar.

“La base o motor de la historia debería ser ella, María del Pilar Pérez. Desde su enfoque podemos ir relatando los hechos fundamentales acontecidos en su vida”, dice. “¿Qué la marcó? ¿Y cuáles fueron sus grandes golpes, para llegar a convertirse en una asesina? En qué momento esta mujer se siente dueña y señora de la vida de aquellos por los que se siente amenazada (...) . De este modo, sentir cariño por los personajes, conocerlos, una vez que son cercanos lograr que el público comprenda realmente cuáles fueron los hechos”.

A Castagno le parece una excelente iniciativa llevar a la pantalla estos casos emblemáticos. “La idea de partida es relatar algo monstruoso, que nunca debería volver a pasar y entender el desquiciamiento humano”, dice.


Hans Pozo, marcado por el destino

Para el guionista de “Teresa de los Andes” y “Aquelarre”, Fernando Aragón, la historia de Hans Pozo tiene una serie de elementos que la hacen muy atractiva, tanto en términos visuales como desde la perspectiva de los diálogos.


Este caso se desató en marzo de 2006 y ya ha dado para un libro y una obra de teatro. En ellos se relata la dura vida del niño Hans Pozo, quien de ser un consumidor habitual de pasta base que deambulaba por La Pintana, se convirtió en el rostro del desamparo y la violencia al conocerse los detalles de su muerte y cómo las partes de su cuerpo fueron apareciendo desperdigadas por Puente Alto.

Su supuesto asesino fue el compuesto empleado municipal y empresario, Jorge Martínez, a quien la policía y la fiscalía apuntaron como el único responsable. Según la versión policial, Martínez habría tenido una relación homosexual con Pozo, quien lo habría comenzado a extorsionar. El empresario posterioremente se suicidaría en un Control de Carabineros.

"Es un caso no resuelto porque la versión oficial ofrece una serie de dudas, lo que permite una amplia gama de posibilidades para la creación", explica Aragón. “El hecho de que haya habido una historia homosexual entre el protagonista y su víctima agrega un plus, ya que la homosexualidad va a estar de moda, al menos por un tiempo. El morbo sería satisfecho con el descuartizamiento del muchacho y el reparto de los trozos de su cuerpo por la ciudad”.

Otro enfoque que le parece interesante al guionista es la presentación de “virtudes públicas, vicios privados", tan característica de nuestra idiosincrasia, dice. “Por último, y no por eso menos importante, este caso permite hacer una dura crítica social mostrando el mundo marginal, la corrupción, el poder del dinero, la brutalidad policial”.

La muerte de Soledad Lapostol: El hecho ocurrió tres días antes de la Navidad de 2007, cuando la ejecutiva María Soledad Lapostol recibió el llamado de una persona interesada en comprar un vehículo que ella tenía a su cargo. Se trataba de Luis Araya Galaz, quien acaba de cumplir una condena de nueve años por robo con intimidación. La mujer salió a mostrar el vehículo, pero su familia no la vería más, ya que fue secuestrada y su cuerpo apareció con cuatro tiros en el maletero del jeep que vendía. Luego de dos semanas de persecución la policía logró detener a Luis Araya Galaz, quien a la postre fue el único condenado por el hecho. Eso, aunque el tribunal logró establecer que habían más personas involucradas. En entrevista con “El Mercurio”, Araya sostuvo su inocencia y alegó que había “intereses superiores” que justificaban la muerte de la mujer. Se refería a un supuesto “seguro de vida” que beneficiaría al esposo de la mujer. La familia negó este hecho.

El caso Rocha: La crónica roja se vio impactada el verano de 2008 cuando quedó al descubierto el crimen del martillero Fernando Oliva a manos del empresario y dueño de la Universidad Santo Tomas, Gerardo Rocha. La trama se centra en la supuesta venganza que planeó Rocha en la que junto a dos empleados buscaban darle un “susto” a Oliva a quien responsabilizaba de un supuesto abuso sexual que sufrió la pareja de Rocha, Verónica Espinoza. De acuerdo a los detalles ventilados en la investigación, Rocha planeó el ataque con minuciosidad. Infiltró a personas de su confianza en el entorno de Oliva e incluso le habría “pinchado” los teléfonos. El día del asesinato, Rocha amarró a su víctima, le aplicó una descarga eléctrica y quemó la vivienda. El problema es que usó bencina y la explosión lo alcanzó también. Rocha falleció en mayo del año pasado.

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