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Brujerías, sonidos y ruidos

Después de quince años vuelve a Chile uno de los creadores más fascinantes al sur de la línea del Ecuador. Lo tildaron de "Brujo de los sonidos" y como el "Frank Zappa del subdesarrollo", pero fue el trompetista de jazz Miles Davis quien dio en el blanco acerca de Hermeto: "es el músico más impresionante del mundo".

25 de Noviembre de 2009 | 10:53 |

“Lo siento, no lo recuerdo”. Hermeto Pascoal tiene una memoria musical gigantesca pero no es el caso aquí. El compositor brasileño estuvo en Chile en 1994 y se presentó en dos conciertos. Uno en el Teatro Municipal de Viña del Mar y otro en la Oz de Bellavista. Pero extraordinariamente no guarda ningún archivo en su disco duro mental.

No lo soñó: estuvo aquí. Y lo pueden confirmar los músicos de Fulano, por ejemplo, que entonces llegaron en masa para ver a uno de los compositores más influenyentes en su música, un verdadero símbolo de las creaciones modernas y la música de mezclas inauditas, que derriba los estilos, borra límites y cruza desde lo popular a lo docto en línea recta. Entre medio deja huellas en el jazz, el pop y la experimentación.

Lo recuerda en Chile también Alfredo Troncoso, quien produjo la visita de Pascoal de entonces: “Nos pidió que le lleváramos unos pesos de metal como los que sujetan las grandes cortinas del Teatro Municipal y él las utilizó como instrumento musical. Sus músicos las tiraban encima de una serie de fierros de distintos tamaños y así inventaron un xilófono gigante. También nos pidió que le consiguiéramos un pito de carabinero. Eso no era nada de fácil, pero encotnramos uno en desuso. Se lo entregamos, él lo tocó en el concierto y luego se lo llevó a Brasil. Debe estar entre su arsenal de instrumentos".

Se dice que Hermeto Pascoal (n. 1936) matiene un set de más de 50 componentes, entre instrumentos musicales nobles y modernos y juguetes de hule y otros materiales que utiliza en sus grabaciones y conciertos. Suficiente para llamarlo "multi multi-instrumentista". Algunos de ellos traerá a Chile este 27 de noviembre cuando actúe con su septeto de vanguardia después de quince años aquí, en el Teatro Nescafé de las Artes.

-¿Está comprando instrumentos todo el tiempo?
-Yo no compro instrumentos. Mis instrumentos ya están listos y están por todas partes. Toco muchos instrumentos, puede ser una mesa, una silla, un cuchillo, un tenedor, un plato, en fin, lo que sea. Siempre están desafiándome con esto. Yo toco todo, porque todo es música, todo se transforma en música, todo se transforma en sonido. Para ilustrarte, cuando fui a tocar en una orquesta sinfónica en Londres llevé 35 mitades de cocos y las pasé a los músicos. Eso constaba en la partitura. Fue algo impresionante. El público quedó maravillado y los mismos músicos realmente no lograban entender cómo se había podido hacer sonidos tan magníficos a partir de estos cocos integrados a la música sinfónica. Y esto es un ejemplo de que los instrumentos "están en todas partes". Lo único que quiero es que la gente cierre sus ojos y escuche mi música. Que no me miren porque yo soy muy lindo y si me miran no van a escuchar mi música.

-Usted toca instrumentos reales como el piano, el saxofón, la flauta, la melódica. ¿Cuáles son los más extraños que tiene?
-Cambiemos la palabra “extraños” por “inesperados”. Son instrumentos que el público no está esperando y les causa mucha sorpresa a lo que yo llamo magia, libertad musical, porque la música es libertad de expresión.

El útero nordestino

Hermeto Pascoal estaba en un estudio de grabación en Los Angeles en los años '70 cuando pidió a los productores que le trajeran un chancho, porque estaba empecinado en obtener música de sus gruñidos. Hizo un tema instrumental a partir de estímulos físicos que produjo, según cuenta el músico brasileño Zeca Barreto: “sacaba notas y armonizaba encima”, dice. Pero ésta no es una simple rareza al paso. Hermeto Pascoal es, de hecho, un campesino, nacido en Arapiraca, el nordeste brasileño. “Él decía que sus primeros sonidos a la mano fueron de los animales de su granja. Se define como un folclorista, pero yo creo que es un folclorista de otro planeta”, afirma Alfredo Troncoso.

En su tierra nordestina tocaba inicialmente la sanfona, un acordeón local de ocho teclas bajas, y que es un sonido básico del forró, que él tocaba desde joven, hecho con ritmos folclóricos de baiao, xote, coco. “Cuando se toca, no se toca una canción toda con el mismo ritmo. En mi caso, en mis canciones, se pueden identificar varios ritmos. Yo creo que nadie toca música pura, porque no existe músico que tenga las influencias que vienen por la tierra y por el aire”, dice Pascoal.

-¿Cuán distinto fue cambiar de esa música nordestina a la de las grandes ciudades de Brasil?
-No fue difícil porque no la cambié. Se puede hablar de mezclas, se puede hablar de integración, pero no de cambios, porque tenemos influencias de todo el mundo. Sería mucha pretensión decir que nuestra música es pura, porque sólo si lográramos detener el viento y las estrellas podríamos decir eso. La música nordestina es parte de mi esencia, de mi creación y hay que saber mezclar y evolucionar por eso la llamo música universal.

-¿Qué tuvo más importancia en su creación por esos años, la bossa nova o el jazz avant-garde?
-Ambas modalidades de música que mencionas fueron muy importantes. No por el nombre, porque de nueva la bossa no tenía nada. Solamente es un referente comercial, igual que el jazz. Todo se mezcla. Es imposible mantenerse rígido en los ritmos. Todos influyen en la evolución, todos se mezclan y esto es lo que hago: evolución con libertad.

-En esa época aparece el famoso Quarteto Novo ¿es ése su gran despegue en la música moderna?
-Exactamente. El Quarteto Novo fue mi gran salida para todo el mundo. Con ese grupo (1966, con el guitarrista Heraldo do Monte, el contrabajista Teo de Barros y el baterista Airto Moreira) pude mostrar que mi música era libre y sin prejuicios. Por entonces no sabía mucho de la teoría musical, pero sí mucho de intuición. Eso traía yo conmigo: mucha intuición. Es el componente más fuerte de mis canciones hasta el día de hoy.

-¿Qué sintió cuando la prensa brasileña lo describió como un “brujo” nordestino? ¿Qué siente ahora cuando lo siguen llamando así?
-Al igual que todas las personas, la primera vez cuando escuché el término “brujo” me asusté. Siempre la gente asocia al brujo con cosas malas, con hechicería. Pero luego me aclararon que querían decir que yo era un "mágico". Era el mágico del sonido y que hacía magia con los sonidos. Bueno, obviamente que me siento muy halagado y muy feliz de que hasta el día de hoy me sigan llamando así.

-Hay otro brujo en la música. Usted trabajó con Miles Davis. Hizo unas sesiones con percusiones (Live evil, 1970). ¿Cómo recuerda esa experiencia?
-Con Miles Davis grabé dos canciones de mi autoría. Una se llama "Mental Davis" y en la ocasión hubo una polémica muy grande, porque cuando salió el disco yo ya estaba en Brasil y mi nombre no apareció en los créditos. Yo grabé el teclado y silbé. Quiero que eso quede muy claro. No toqué percusión, solamente teclado y silbidos. La verdad es la primera vez que digo esto. Es un hecho que quiero relatar, porque en su tiempo causó muchísima confusión. Cuando conocí a Miles lo encontré un ser humano maravilloso y mi respuesta fue darle a Miles esas canciones. Sólo estoy contando eso a título de ilustración. Lo mejor de esta experiencia fue escuchar a Miles Davis contestar una pregunta en la radio que decía “si yo tuviera que volver nuevamente a este mundo me gustaría volver como aquel músico albino brasileño Hermeto Pascoal”, mejor reconocimiento que éste no hay. 

-¿Y qué piensa cuando lo comparan con Frank Zappa?
-Ya oí hablar muy bien de él muchas veces, pero nunca he escuchado nada de su música. Eso es cosa de los americanos, que les gusta comparar siempre a los músicos existosos de otras latitudes con los suyos.

-¿Qué tipo de cosas tiene preparadas para sorprender?
-Hacemos muchas cosas con muñecos, juguetes en general que se encuentran fácilmente en las tiendas y también con materiales como botellas. En Chile vamos a presentar un tema con muchas botellas que vamos a soplar con el favor de Dios. Es una mezcla de todo. También me gusta utilizar un instrumento convencional, conocido de todos, y transformarlo en uno no convencional. Por ejemplo, transformar un piano en un instrumento de percusión. Así como también emitir palabras con la flauta, sonido de un niño llorando y otras cosas más.

-¿Será que le interesa más el ruido que el sonido?
-Para mis oídos no existen ruidos desagradables y lo que tú llamas ruido es en realidad música. Cuando la música es mal hecha es peor que el ruido. 

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