Por estos días, Angelo Pierattini está en su salsa. Inmerso en una gira por la Argentina profunda, el ex Weichafe disfruta de la saludable cultura rockera del país. Además afina los detalles del sucesor de Angelo Pierattini y las calaveras errantes volumen 1 (2008), su disco debut. Una colección de canciones de estribillos generosos y de una instrumentación deudora del mejor rock de autor: órgano, batería y guitarras recargadas. Ése que precisamente gusta tanto a los trasandinos. Su tour ha incluido las ciudades de Buenos Aires, La Plata y Villa Urquiza. Este fin de semana cerraba su gira en Ramos Mejía.
-Tocar en Argentina ha estado increíble -dice, regresando de Córdoba, donde sus canciones han encontrado una aceptación que ni él mismo se lo esperaba.
-¿Cómo nació esta gira por Argentina?
-Le mandé canciones por mail a Manu, saxofonista de La Renga. Él me contó que tenía unos amigos que podían tocarlas conmigo. Llegué a Buenos Aires, ensayé un par de veces y nos lanzamos a tocar. Estar acá ha sido mortal, increíble. Una experiencia que te hace fuerte como músico y también me demuestra que lo que estoy componiendo es posible en cualquier formato.
-¿Qué te ha llamado la atención durante tu travesía "Argentina profunda"?
-Acá las cosas se hacen de manera muy distinta a las de Chile. Es obvio, porque es otro país (risas). La política acá es un caos. Es incomprensible para mí que haya gente como Macri, un simil de Piñera que también se está candidateando para las presidenciales de 2011, que por las noches destierra a los vagabundos de Buenos Aires capital. Socialmente todo se parece al Chile de los '90, cada uno tirando para su lado.
-¿Y en lo musical? Da la impresión que allá se vive el rock de otra forma...
-¡Claro! Acá he conocido músicos muy buena onda, muy amables, que no tienen problemas en ayudarme en este nuevo camino. Me gusta ese compañerismo arraigado en la cultura rockera argentina. Eso de saludarse de beso, me hace mas cercano el trato siendo un extranjero.
Vampiro del rock
-Tu nuevo single, "Vampiros", suena muy contemporáneo a diferencia de las canciones de tu primer disco más ancladas en los '60...
-Qué bueno que te des cuenta. Está inspirado en la película sueca "Déjame entrar". Lamentablemente en este último tiempo se ha puesto de moda el tema y puede que el nombre haga relacionarlo con eso. Pero no hay nada que hacerle: el tema se llama así y el disco lo tengo listo desde el verano pasado. Lo lanzaremos en marzo del próximo año, pero la idea era presentar un single de adelanto.
-¿Será tan distinto como lo insinúa el single?
-Para mí es un discazo. Ahí está el punto de partida, la materia prima de mi música de aquí en adelante. Los próximos álbumes serán para pulir y sacarle brillo a lo que muestro acá. Es un disco sencillo y directo en cuanto a letras y música. No es ambicioso, más bien transparente. No me gusta hacer comparaciones, prefiero que los auditores saquen sus conclusiones.
-Cuentanos sobre el proceso de grabarlo. Tal como lo hiciste con Manu de La Renga, ¿dejaste que otros colegas lo escucharan y te dieran opiniones?
-Es undisco que ha tenido varias manos. Acá me ayudó mucha gente, a diferencia del anterior donde hice todo solo. Abrí la puerta y dejé entrar a varias personas para que opinaran sobre las canciones. Por ejemplo, Cristóbal Briceño (Fother Muckers y Los Mil Jinetes). Él me ayudó con las vocalizaciones y coros en un par de temas. Es un músico que Chile debería tener más ojo. Otro que también colaboró fue Roberto Trujillo, nieto de Valentín, quien junto a Rodrigo Hurtado forman parte de una dupla de productores. Ellos me ayudaron a limpiar las canciones, quitarle los distractores.
-¿Vienen shows para mostrar las nuevas canciones?
-Voy a empezar un recorrido por plazas de Santiago este verano. Todos los domingos a las 16:00 estaré en diferentes plazas tocando gratis y sin amplificacion. Es una onda bien cercana a la gente que le gusta mi musica y para el que que vaya pasando por ahí. Para mí era muy necesario sacar las tocatas del circuito clásico. También, para armar un circuito que tenga que ver con lo cotidiano, tocar directo al público, sin maquillaje. Empiezo el 20 de diciembre frente al museo de Bellas Artes.