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El equipaje del destierro

En un año en que la ópera se multiplicó por los teatros y salas de concierto, un gran final se registró con la visita del octogenario compositor chileno radicado en Alemania Juan Allende-Blin y su “Expulsados del País”, que presentó en Goethe Institut.

09 de Diciembre de 2009 | 10:04 |
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Un chileno en Berlín: Juan Allende-Blin estrenó en Santiago su ópera 31 años después.

El Mercurio

Santiago es una ciudad que este año ha estado marcada por la presencia de la ópera. Ya en enero se estrenó para nuestro país la que es considerada la primera de todas: “Orfeo” de Claudio Monteverdi, en una excelente producción del Instituto de Música de la Universidad Católica, y a la altura de diciembre se marca un récord absoluto con un total de dieciséis óperas, algunas al más alto nivel musical y escénico.

En la Sala Isidora Zegers de la Universidad de Chile se presentó “El niño y los sortilegios” de Maurice Ravel y ahora en el Goethe Institut se estrena la ópera de cámara “Expulsados del País”, del chileno radicado en Alemania Juan Allende-Blin. La presentación se enmarca en las celebraciones de los 20 años de la caída del Muro de Berlín.

La ópera cuyo autor llama más bien “acciones concertantes y escénicas” se estrenó en 1978 en Alemania y se repuso este año con singular éxito en el Theater Bonn, lugar desde donde viajaron el autor, dos cantantes y dos actores para estrenar la obra en Chile.
El resto del elenco lo aportó Santiago con un ensamble instrumental dirigido magníficamente por David del Pino Klinge y formado por solistas del más alto nivel musical. Al parecer la dirección escénica estuvo a cargo del mismo Allende-Blin –no está consignado en el programa el regisseur-, con una acertada iluminación y proyecciones de Christian Firmbach.

La obra trata sobre todas aquellas personas que diversos motivos se han visto en la necesidad de exiliarse, huyendo de la opresión en sus países. En ella toma como eje a tres escritores expulsados por el fascismo Albert Ehrenstein, Carl Einstein y Erich Mühsam. La puesta en escena es el sustento fundamental para la música, pues los desplazamientos de los cuatro personajes por el escenario y el total de la sala crear los ambientes precisos para los a veces desolados textos en que se basa.

Los actores Birte Schrein y Roland Silbernagl y la contralto Anjara Bartz y el tenor Mark Rosenthal sólo pueden ser calificados de sobresalientes. Sus austeros movimientos, tanto como la fuerza de sus parlamentos y canto, se tornan conmovedores por la total compenetración que tienen de sus personajes. Es difícil olvidar algunas escenas: cuando el actor agrede y arrebata la flauta al solista y éste queda con un resto de ella tocando desolado lo que puede; ese casi recitativo del tenor desde el extremo opuesto al escenario tocando el gong; o el dramático final del tenor y el conjunto donde se escucha el texto de Neruda “no me cierres los ojos, aún después de muerto”, que se acompaña de la pérdida paulatina de la luz.

Del Pino concertó con mano firme a la vez que sensible a sus nueve músicos, y los cuatro personajes. La música de Allende-Blin se puede calificar de atonalismo expresionista, con atisbos de minimalismo, haciendo uso tanto de pedales u ostinatos como de partes aleatorias con los que crea atmósferas sonoras que apenas sugieren imágenes, pues más bien recaen en los textos, en la iluminación y en las proyecciones.

Además utiliza un CD placer que reproduce documentos sonoros sin ninguna manipulación, que insertos durante el transcurso de la obra surten gran efecto. En el aspecto musical nos atrevemos a decir que las constantes reiteraciones de algunos recursos musicales pueden agotar al oyente, situación salvada por la estupenda puesta en escena. Un detalle interesante lo aporta la secuenciación en la proyección de los textos de Francisco Núñez.

Sin duda se trata de un aporte muy importante del Goethe Institut al dar a conocer en nuestro país la obra de un chileno que a sus ochenta y un años vive y goza de gran prestigio en Alemania. La ocasión permitió conocer a dos cantantes y dos actores de soberbio profesionalismo que fundidos con los músicos chilenos bajo la dirección de David del Pino, que lograron un acontecimiento musical.

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