Socio binacional

Gira trasandina le pusieron en Argentina, gira binacional es el nombre acá, pero el recorrido es el mismo. Así se llama el itinerario en común que han armado el cantante y autor chileno Javier Barría y su par bonaerense Marcelo Ezquiaga, y que esta semana tendrá sus fechas en Chile luego de un estreno en Buenos Aires en diciembre pasado.

Javier Barría es el cantante que viene de lanzar los discos Ciudadano B (2007), Abandonos (2008) e Introducción a la geometría (2009), con canciones como "Mi corazón su casa" y "Cortinas naranjas". Marcelo Ezquiaga acaba de estrenarse con el disco Buen pescador (2009), aunque desde antes tiene otros tres, grabados cuando estaba al frente del grupo Mi Tortuga Montreux. Y ambos se vieron las caras por primera vez en esa fecha de diciembre de 2009, y ya arriba del escenario.

-Hicimos una fecha juntos, medio de casualidad, por un amigo que nos juntó -recuerda Ezquiaga, ya llegado a Chile-. Esa vez, en el ensayo, una hora antes de tocar, empezamos a armar temas del otro para tocar en vivo, porque los dos laburamos en vivo con loops (sonidos preprogramados), yo toco teclados, Javier guitarras, son instrumentos variados. En esa fecha tuvimos la idea de hacer una especie de gira trasandina.

-Ahora tienes tu primer disco como solista. ¿Fue como partir de cero, o es una continuación de lo que hacías con tu grupo?
-Toco algunos temas de Mi Tortuga Montreux, que en realidad es un seudónimo que yo usaba. Simplemente pasé los 39 años y quise usar mi nombre. Antes era un solista con banda, Mi Tortuga Montreux era un concepto musical en torno al cual giraba un montón de gente y duró un tiempo. Después empecé a tocar mucho solo, por una necesidad propia, y gracias a eso el abanico se abre mucho más. El año pasado tanto Javier como yo tocamos mucho en vivo, y eso te da un oficio que es muy lindo y que con banda no se consigue tanto.

-Se escuchan sonidos de muchos instrumentos en tu disco. ¿Cómo haces para tocarlo en vivo, suenan de otro modo?
-Presenté el disco así, con grupo, con una banda, pero en vivo no me limito a tocarlos como están grabados. Es algo que en la música se da natural y lo respeto mucho. Si bien conserva la intención estética, el sonido cambia y eso está bueno. Versiono (hago versiones nuevas) mucho mis temas. Por eso en diciembre grabé un disco en vivo con las mismas canciones, porque ya sonaban muy distintas -dice Ezquiaga, que en vivo canta y toca dos teclados.

-¿Siendo tecladista te acomoda en especial tocar con un guitarrista, como Javier Barría?
-Sí, además que Javier no es un guitarrista del montón. El instrumento lo tiene muy conocido, es un aporte muy grande, un tipo que toca la guitarra, el bajo, graba, es compositor, tiene una idea musical muy amplia. Es distinto si tocas con un guitarrista corriente. Me gusta por ese lado.

Solistas generacionales

En países como Uruguay, España y la propia Argentina, Marcelo Ezquiaga ya tiene experiencia en compartir escenario con otros socios: argentinos como Pablo Dacal, Lisandro Aristimuño o Lucas Martí, uruguayos como Frani Blas y la cantante Eli-U, chilenos como Javier Barría hoy.

-¿Por qué crees que está habiendo más solistas ahora?
-Tiene que ver mucho con Cromañón -dice, en alusión al desgraciado incendio del bar República Cromañón en el que murieron 197 jóvenes durante una actuación de la banda de rock Callejeros el 30 de diciembre de 2004-. Se quemó un lugar con doscientas personas adentro. Cromañón modificó mucho el escenario de tocadas. Al mismo tiempo, qué sé yo, por distintas razones es verdad lo que estás diciendo, hay más solistas. En mi caso particular tiene que ver con un afianzamiento de la identidad. Yo antes usaba un seudónimo.

-¿Dirías que es parte de una generación?
-Creo que tiene que ver con mi generación. La de treinta años. La nacida junto con la dictadura. Yo nací en el año '76, nací en el mismo año de la dictadura. Coco Kramer, que era cantante de una banda llamada Jaime Sin Tierra, nació el mismo día del golpe (del dictador Jorge Rafael Videla). Somos los hijos de esa generación, quedamos al medio entre nuestro padres y los que ahora tienen veinte años. Para lo que ahora tienen veinte es re claro el ideal: es la guita. No tienen como una cosa hippy en la cabeza, sus padres no son idealistas, sus padres son de los '90, estaba Menem… nuestros padres sí, y nosotros quedamos como en el medio.

-¿Está mal eso?
-Ni bien ni mal. Pero la gente de veinte lo tiene más claro: palo y a la bolsa. Está muy bien. El mundo hoy es un mundo cruel, frío, hay un sentimiento muy claro y muy oscuro. Ojo, no toda la vida tiene que ser multicolor, pero vivimos en el claroscuro. Tocar es una forma de arrancar desde un lugar oscuro adonde haya calor.

-A Chile han venido en los últimos años músicos como Coiffeur o Diosque también desde Argentina. ¿Son parte de algo en común contigo, por ejemplo?
-Diosque se mueve más dentro del ámbito electrónico, electropop. Me resulta muy interesante, lo he visto en vivo, al igual que Coiffeur, son claramente congeneracionales.

-Y ya que mencionaste a Lisandro Aristimuño, otra cosa en común contigo es que los dos tienen la tapa de su último disco dibujada por Liniers.
-Sí, a Liniers (dibujante argentino cercano a diversos músicos como Kevin Johansen o Andrés Calamaro) lo conocí en un concierto y no sabía que le gustaba lo que yo hacía, y quedó ahí, la verdad que contento. Porque me parece un ídolo total. Y como a los dos meses, estaba terminando de masterizar el disco, me acordé de él y le propuse que me hiciera la tapa. El otro día fui a una muestra suya, y estaba la tapa. Fue un honor para mí, porque la verdad (Liniers) es como Mick Jagger, es como ir a ver a los Rolling Stones, una cola enorme de gente, y al mismo tiempo el tipo más humilde del planeta. Obviamente sabe que lo que hace está muy bueno, pero no se lo compra. Fue muy lindo gesto.