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Al pie de la cruz

Con la triste noticia de que el templo Mayor del Campus Oriente de la Uc quedó con daños de distinta consideración, las temporadas musicales que allío se realizaban debieron trasladarse de escenario. El Estudio MúsicaAntigua presentó obras sagradas con la misma jearaquía de siempre.

05 de Abril de 2010 | 10:07 |
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El Estudio MusicAntigua, uno de los conjuntos históricos de la Universidad Católica, dio su primer concierto de la temporada de música sacra fuera del Templo Mayor de Campus Oriente.

El Mercurio
Otro de los espacios que resultó damnificado con el terremoto fue el Templo Mayor del Campus Oriente de la Universidad Católica lugar donde tradicionalmente se realiza una Temporada e Música Sacra que coincide con el tiempo de Semana Santa. Debido a los daños la temporada se canceló pero solo gracias al interés personal del nuevo Rector, el doctor Ignacio Sánchez, la música tendrá lugar en el Espacio Oriente, un salón de eventos muy amplio y de acústica razonable.

El estupendo y profesional Estudio MúsicaAntigua UC que dirigen Gina Allende y Sergio Candia, fue el encargado de llevar obras del Barroco relativas a la Semana Santa, cuyo eje estaba en obras que reflejan el dolor de la Virgen María y María Magdalena ante la muerte de Jesús, bajo el sugestivo título “Al pie de la cruz”.

Entre los muchos valores del exquisito programa, resalta el total afiatamiento de todos sus integrantes, cuyo objetivo es sólo el realizar música al más alto nivel, pues cualquier asomo de personalismo cede ante el imperio de la interpretación. El “quasi parlato” recurrente del “Stabat Mater” de Giovanni Felice Sances nos introduce en la expresividad casi teatral propia del barroco.

Gonzalo Cuadra, un experto en este tipo de repertorio, se adueña del texto llevándolo a límites manieristas en el ritornelo casi recitado. En la sección melódica, cuyo bajo nos recuerda a Purcell en “Dido y Eneas”, se restablece el equilibrio dramático. En las dos obras exclusivamente instrumentales la “Canzona La Benaglia” y la “Sinfonía sopra alla Treccha”,  ambas de Tarquinio Merula, sus intérpretes Yves Ytier y Ángela Sánchez (violines), Gina Allende (viola da gamba), Eduardo Figueroa (tiorba) y Camilo Brandi (clavecín), mostraron excelencia tanto en lo técnico como en la visión totalmente unitaria de ellas. Lograron transmitir al público el goce que les provoca su interpretación. Sus contrastes, progresiones y fraseos sólo pueden ser calificados de superiores.

“Maddalena alla Croce” de Girolamo Frescobaldi, fue interpretado por Cuadra en canto y Brandi en el clavecín. Sus diálogos, totalmente complementarios, transmitieron el dramatismo del texto. El “Lamento sopra alla Nanna” de Tarquinio Merula, especie de canción de cuna premonitoria del destino de Jesús, observó una progresión dinámica y dramática emocionante, destacándose el ostinato de la viola que se interrumpe en la última estrofa con un clímax de gran efecto. Nos preguntamos si cabía tanto dramatismo histriónico en el tenor en la primeras estrofas, algo indispensable y muy bien resuelto hacia el final.

En la segunda parte a los instrumentistas anteriores se agregaron Claudio Gutiérrez en la viola y Santiago Espinoza en el contrabajo para la interpretación del “Stabat Mater” de Giovanni Battista Pergolesi. Las solistas de la famosa obra fueron la soprano María José Brañes y la contralto Sofía Pollak, quienes dieron muestras de sus avances tanto en lo vocal como en interpretación.

La versión fue del más alto nivel casi a lo largo de sus trece partes, ya que en “Sancta Mater” y en “Fac ut portem Christi morten” bajó un poco la tensión en la interpretación, tal vez fruto del cansancio provocado por la intensidad de la estupenda versión. En general buscó diálogos y fraseos de gran limpieza tanto en las imitaciones como en los complementos, manteniendo escrupulosamente los balances, en aquellos números más cercanos a la ópera los tiempos fueron ágiles y virtuosos, como en el “amén” final, de un virtuosismo extremo. Desde el inicio ambas solistas manejaron los contrastes dinámicos en correspondencia con los instrumentos, a la vez que su dicción acentuó el carácter de cada una de sus partes.

Algunos de los grandes logros: el aria de la contralto “Quae moerebat” por el virtuosismo vocal y la exquisitez instrumental, el estupendo duetto “Quis est homo”, el aria de soprano “Vidit suum” por la progresión y el manejo de los contrastes, el duetto “Fac ut ardeat” de un manierismo de la mejor factura, el dueto “Quando corpus morietur” por la excelente introducción instrumental seguida de la desolación en el canto sostenido por el bajo de gran musicalidad, y ya mencionamos el “amén” final que llevó a los espectadores a una merecida ovación.
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