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Un nuevo teatro para la música

El máximo teatro de la lírica en Chile está en reparaciones debido a los daños del terremoto. Algunas de sus programaciones se llevaron hasta el nuevo escenario de Carabineros, como las óperas "Caballería Rusticana" y "Pagliacci".

14 de Mayo de 2010 | 10:26 |
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Verónica Villarroel fue protagonista en ''Cavalleria Rusticana''.

El Mercurio

Sin duda que uno de los aspectos más relevantes de esta inauguración de la Temporada de Ópera 2010 del Teatro Municipal es el hecho de haber encontrado un lugar donde si bien no se dan todas las condiciones del gran teatro de la calle Agustinas, es lo suficientemente cómodo para realizar funciones de nivel.

Debemos destacar la cordialidad del personal de Carabineros, tanto en los estacionamientos como en los ingresos a la sala misma, los que muy bien coordinados con los anfitriones del del teatro crean un ambiente muy grato al público.

Aunque más pequeño, el Teatro de Carabineros es muy confortable. Todo el público queda frontal y su inclinación permite una excelente visión del escenario. Al espacio le falta algo de profundidad por lo que se requiere de escenógrafos y regisseurs de gran imaginación. La acústica es muy buena desde el escenario, pero la orquesta en el foso suena un tanto opaca. No sabemos con qué recursos lumínicos cuenta, pues en las producciones vistas en el estreno recibieron una iluminación plana y en general bastante oscura.

Una reflexión primera se nos plantea al analizar estas producciones. Parece ser que las afinidades con determinado repertorio son importantes en los resultados de regisseurs y directores musicales. En este caso creemos que Fabio Sparvoli y Marco Guidarini son más afectos a “Pagliacci” de Ruggero Leoncavallo que a “Cavalleria Rusticana” de Pietro Mascagni. Pensamos que sus resultados así lo confirman.

Las primeras dudas de Verónica Villarroel

En una escenografía un tanto pesada de Giorgio Ricchelli y trasladada a los años ‘40 se desarrolla “Cavalleria Rusticana”, obligando al vestuarista Germán Droghetti a un diseño de escasos contrastes que parecen simbolizar lo negro del argumento. La escena se ilumina (José Luis Ferruccio) escasamente. La régie es bastante elemental y muy estática, sin destacar para nada la violencia, incluso interior, del drama. La actuación pareciera estar confiada a la intuición de los solistas. Los desplazamientos del coro son elementales, cuestión extraña en Sparvoli, quien ha mostrado gran creatividad en el escenario del Municipal.

Luego de un comienzo dubitativo, Verónica Villarroel se afirmó en su desarrollo, llegando a emocionar con su fuerza vocal y como actriz en toda la parte final. Alfred Kim usó su hermoso timbre para convencer ampliamente con el dramatismo que dio a Turiddu. Poderoso es el bello timbre de Roman Burdenko, quien dio vida con gran convicción al rol de  Alfio, mientras que Lola fue cantado por Nancy Gómez con soltura actoral y vocal. Muy convincente estuvo Lina Escobedo como Mamma Lucia.

En la dirección de Marco Guidarini hubo falta de emocionalidad y debemos destacar que en el caso de esta ópera la orquesta es “otro” protagonista pues crea las atmósferas necesarias en los interludios y  partes solistas. Por ello su distante enfoque de la partitura puede ser monótona. El Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornick cantó con el profesionalismo acostumbrado.

La segunda ópera fue mejor

Diferente fue el caso de “Pagliacci”, en el que la dirección de Marco Guidarini tuvo un mejor rendimiento musical y dramático. Aunque su batuta fue poco precisa en algunas partes corales -debiendo sus integrantes hacer uso de toda su musicalidad para salvar algunas desinteligencias-, la escenografía fue más interesante (G. Ricchelli) y el vestuario (G. Droghetti). También basada en los años ’40, ésta tuvo los contrastes necesarios en los estupendos acróbatas y en los personajes de la obra que se representa ante el pueblo. La iluminación también insistió en los aspectos nocturnos, con fragmentos curiosos como cuando la protagonista Nedda canta sobre el hermoso sol de agosto que la calienta ¡en medio de gran oscuridad!. En todo caso la escena dentro del teatro fue bastante mejor resuelta.

La régie (F. Sparvoli) fue más ajustada al texto e insistió en los aspectos lúdicos cuando los personajes asumen los roles de de la Comedia del Arte. De todas formas el resultado final logró capturar el interés del público que repletó la sala. El Coro tuvo en esta ópera un estupendo resultado en lo vocal y en actuación.

Kelly Kaduce fue una estupenda y sensual Nedda, desdoblándose magníficamente como Colombina. Dramático y sólido en lo vocal fue el Canio de Badri Maisuradze, quien emocionó en “vesti la jiubba”. Con generosa voz e histrionismo, Roman Burdenko fue el “Prólogo” y Tonio. Leonardo Neiva, como Silvio, cantó sólidamente. Joel Prieto, Luis Rivas y Pablo Oyanedel completaron un elenco que dio vida a una de las óperas más populares de todos los tiempos. Una buena noticia, la capital cuenta con otra sala de grandes posibilidades y el Municipal dio inicio a su Temporada de Ópera 2010.

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