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Sólo por diversión

En su segunda visita a Chile, el trío norteamericano se valió de todos los recursos imaginables para entretener a sus seguidores, y demostrar que el rock de tres acordes no sólo está para denunciar los males del mundo, sino también para movilizar el delirio y armar la fiesta.

25 de Octubre de 2010 | 10:29 |
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''Y cuando yo te diga te lanzas al público, ¿ok?''. Más de una decena de fanáticos pasaron por el escenario, en un recurso más de los que desplegó el grupo para divertir a su gente.

Paula Farías, El Mercurio

Aunque en rigor lo sea, resulta difícil calificar el espectáculo de Green Day simplemente como un concierto. La duda no es la que puedan generar artistas como Madonna o U2, con su enorme cantidad de estímulos tecnológicos, sino una que se origina en los propios artistas y su concepción sobre lo que se puede y no se puede hacer sobre un escenario.

La respuesta, para los norteamericanos, es indudable: no hay límites. Para Billie Joe Armstrong (voz y guitarra), Mike Dirnt (bajo) y Tré Cool (batería) sencillamente todo está permitido. Así, el trío y sus músicos (otros tres, presentes en escena según lo requiera cada canción) alternaron sus éxitos de casi dos décadas con la puerta abierta para quien quisiera subir al escenario (incluso a tocar), además del uso de disfraces, correteos, revolcones, disparos de poleras y de agua, y hasta el carapálida de rigor por parte del cantante. Eso además de la permanente descarga de pirotecnia, llamaradas, papel picado, y bombas de ruido y humo.

Sin embargo, y pese a la enorme cantidad de desvíos y complementos, el grupo se las arregló para supeditar todo ello a un repertorio generoso, y desde ahí conquistar a las cerca de 20 mil personas que llegaron el domingo 24 al Estadio Bicentenario de La Florida. En más de treinta canciones desparramadas en cerca de tres horas de show, el trío se paseó por su lectura pop y desprejuciada de la matriz punk, que permitió llevar la frenética estructura de tres acordes a las radios y premiaciones de tinte oficialista.

"Basket case", "Know your enemy" y "American idiot" son clásicos ejemplos de ello, pese a la carga discursiva que puedan tener. El propio grupo parece conciente de esto, y tal vez por ello es que no insiste en fugaces críticas esbozadas a la cultura estadounidense. En lugar de eso, optan por el más transparente divertimento, y la rabia que de vez en cuando emerge de la garganta de Armstrong (principalmente en sus interacciones con el público) sólo opera como un catalizador de energías, que circulan en corriente por todo el estadio, contagiando a quien se encuentre allí adentro.

Puede que performance similar se haya visto en otras ocasiones, y que no haya particular innovación en la sencilla apuesta estética del trío, pero no todos son capaces de armar buenas figuras tras leer el mismo manual. Green Day tiene la gracia, pero seguro que hasta de eso son capaces de reírse.
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