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En total plenitud

El astro mexicano de la música latina mueve a millones de devotos desde Xochimilco y Chichicastenango al sur del Biobío. Por eso, y porque es un auténtico machista encubierto como profeta, no va a cambiar en una coma su fórmula perfecta de hacer una canción melodramática, y de este modo tener a sus pies a toda esa feligresía que lo verena.

07 de Enero de 2011 | 12:58 |
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Es prácticamente imposible separar la imagen de la música de Marco Antonio Solis. En el mismo librito que acompaña al disco, aparece en dos modalidades -"Jesucristo" y "Macho latino"- que han hecho las delicias de sus seguidoras. Un público que en Chile al menos provoca disturbios en sus shows y ponen los ojos en blanco quizás más que los "rockeros" con Mike Patton o Zach de la Rocha. De hecho, el cantante no está muy lejos de ambos rockeros que, sin buscarlo, provocan una conexión extramusical que alguna escuela de sociología (o psiquatría) debería estudiar.

En total plenitud es título que parece aludir a la imagen "jesucrística" de Solís, vestido de blanco, de pelo largo y mirada mesiánica. Las canciones, por otro lado, parecen intentar explicar al "macho" que también encarna el cantante. Un tipo duro, pero con sentimientos, y que tal como Arjona, abandona o juega con las esperanzas de la mujer. El problema es que lo canta "tan bonito" que logra que esa antagonista siga creyéndole todo lo que él prometa.

Ese machismo latinoamericano aparece potenciado con un sonido exactamente igual a sus hits anteriores que conocemos, incluyendo el repertorio histórico de Los Bukis. Hay trompetas "charras", violines y guitarras acústicas. Una versión pop y digerible del melodramatismo mexicano. Canciones como "Cuántos días sin tí", "Para vivir sin ti" o "De regreso a casa" son más parte de un simulacro que una aventura. Algo que en artistas "grandes", desde U2 a Los Tres, no debería sosprendernos.

—JC Ramírez Figueroa

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