BERLÍN.- Después de triunfar con su debut "El Custodio", el cineasta argentino Rodrigo Moreno regresa hoy a la carrera por el Oso de Oro con "Un mundo misterioso", un anárquico drama existencial sobre cómo abordar la reconstrucción de uno mismo.
"Estoy empezando a sentir que evidentemente a los organizadores les gusta lo que hago, y no hay nada más reconfortante para un director", dijo Moreno en una entrevista con dpa. Aunque esta vez la crítica de la Berlinale no fue tan favorable como hace cinco años, cuando "El custodio" se alzó con el premio Alfred Bauer, que se entrega a los filmes más creativos.
"Un mundo misterioso" es, en parte, una contracara de aquel filme sobre un ser sin vida propia, siempre siguiendo los pasos de un ministro. "Son dos películas que en un punto abordan lo mismo desde ópticas opuestas: los momentos menos importantes de la vida cómo aquellos en que se revelan los problemas más existenciales", explica el cineasta.
Su segundo largometraje parte de uno de esos momentos. Boris y Ana son dos treintañeros que llevan años conviviendo juntos. De pronto, ella le pide un tiempo, sin explicar el porqué y sin decirle cuánto necesitará. Y en medio de esa incertidumbre, Boris se deja llevar por un errático viaje de reconstrucción personal.
Aunque es una visión muy masculina de cómo afrontar una ruptura, Moreno sostiene que no es un filme autobiográfico, pero sí muy generacional. "Se cuenta un momento de la vida, que es los treinta y tantos, en el que nos convertimos en verdaderamente adultos, dejamos de ser jóvenes", dijo el realizador, de 39 años.
Así, le pareció más rico narrativamente contar esa etapa de búsqueda desde la perspectiva de alguien "al que de la noche a la mañana le dicen 'bueno, adiós'". Lo interesante es ver "cómo alguien se tiene que reconstruir a sí mismo y cómo esa reconstrucción es a partir de la libertad total, de alguien que se queda sin las reglas que impone la pareja diariamente", añade.
Y esa anarquía en el modo de actuar del personaje se traduce también en en la elaboración del guión, un proceso que para Moreno implica además cierta dosis de cinismo. "Es una obsesión cinematográfica que yo tengo: la forma de la película se construye a través del conflicto del personaje", explica.
Si en "El custodio" el agobio de la rutina laboral presiona sobre la estructura del filme, "acá es el pleno ejercicio de la libertad, de la incertidumbre, la película necesariamente tiene que perderse", sostiene. "Ahí está probablemente el diálogo que yo establezco como personaje".
En ese sentido, la elección del actor que interpretaría a Boris también estaba condicionada. En su película anterior, "era bueno que el papel de custodio lo interpretara un actor de peso", como el televisivo Julio Chávez. Pero en "Un mundo misterioso", eso disolvería un poco el personaje.
Por este motivo eligió un rostro poco conocido: el de Esteban Bigliardi ("Secuestro y muerte"). "Esteban tiene algo, se adueñó de ese personaje", contó. "Se cree que un actor es un gran mentiroso, pero para mí un buen actor de cine tiene que saber lidiar con la verdad. Y Esteban tiene esa transparencia".
Las idas y venidas de Bigliardi en "Un mundo misterioso" culminan poéticamente a ritmo de tango, pero uno interpretado en francés por el gran Carlos Gardel. Aunque la elección de "Déj…" fue un tanto casual, afirma el cineasta, quizá tiene algo que ver con la manera argentina de adueñarse de lo francés. "Esa cosa afrancesada que muchas veces tiene el cine argentino y la arquitectura de Buenos Aires" queda expresada musicalmente en este tema.