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15añero

18 de Febrero de 2011 | 19:28 |
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¿Qué más puede sugerir la "nueva cumbia" a estas alturas? Aunque siempre habrá espacios de innovación que algunos abren de tanto en tanto, hoy la pregunta no parece encontrar muchas respuestas. El baile colombiano adaptado al ADN local ya ha encontrado distintas lecturas desde que las nuevas generaciones de músicos lo hicieran suyo: Ha adquirido tintes rock y fusión, ha incorporado sonidos altiplánicos, ha chasconeado aun más a los clásicos del género, y ha rescatado temas históricos del cancionero local para transformarlos en vehículos del baile y la sandunga.

Toda esta nueva tradición es la que pareciera resumir Villa Cariño en 15añero, un disco que transita por lugares conocidos y seguros de este "movimiento", pero a no confundirse: Aunque el diagnóstico pueda sonar denostativo, años de sonoras, combos y fórmulas sintéticas (sound, bailanta, etc.), han demostrado que la aplicación de recetas exitosas en este terreno no siempre es garantía de buenos productos finales.

Villa Cariño, en cambio, sí logra producirlos en los doce cortes de su segundo disco, y sin echar mano a galeones españoles, danielas o al repertorio menos conocido de algún clásico foráneo, sino a un 80 por ciento de temas originales. El que da nombre al álbum, ya en la apertura y con estructura tradicional, es uno de los que sobresale, junto a la cadencia villera de "Ahora q' te tengo", la mezcla de rock y sound de "No!", y la inocencia y melancolía de "Fotos". Todas se amparan en una matriz sonora que privilegia percusiones, electricidad, acordeón y sintetizadores —en desmedro de la opción "A" que representan los bronces—, al servicio del tridente de recordación básico del estilo, con un riff, un coro y un grito de guerra que deben pegarse como ventosas en la memoria auditiva. La fórmula hace que el baile se transforme simplemente en un acto reflejo.

Villa Cariño podrá no ofrecer una particular destreza en la ejecución y el ensamble (Juana Fe) o un carnaval telúrico (Chico Trujillo), pero sí buenas cuotas de honestidad, alegría y "tumbao". Y con eso, igualmente, la fiesta está garantizada.

—Sebastián Cerda

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