Quizás el público objetivo que Pitbull tiene en Chile y su procedencia centroamericana, hayan determinado que de buenas a primeras se le ubique entre los exponentes del reggaetón. Primera aclaración: Aunque su gran éxito "I know you want me" y otros de sus temas hereden el ritmo de ese género, lo del cubano dista mucho de encasillarse en él. En rigor, dista de encasillarse. La razón no es la versatilidad ni nada que se le parezca: como apela principalmente al más flojo y vulgar de los sampleos (sólo hereda lo que las piezas originales y ritmos descubiertos le ofrezcan), para luego "rapear" encima, configura temas de una tosquedad que en verdad impresiona.
De eso se trata Armando, el más reciente disco del cantante, y que lo ubica mucho más cerca de fiambres como King Africa que de los íconos puertorriqueños de la última década. Porque si el olvidado argentino tomó prestado el house de principios de los '90 para repetir hasta el agotamiento frases como "saltando sin parar", el cubano hace lo propio con "We no speak americano" (la de por sí intragable "pa-pal americano") para balbucear versos como "bum, bum, yo quiero estar contigo".
Ésa es "Bon, bon", muestra de un facilismo que parecía remoto, y que Pitbull explota con ahínco en su sexta producción. Pero la niña símbolo al respecto es "Mujeres", una canción de una precariedad conmovedora, que sólo cuenta con una base que recuerda a los viejos teclados a pilas, para acolchonar rimas insulsas y un fraseo lamentable, con alargues y aceleraciones de sílabas que hacen que lo molesto ya no se pueda tolerar. Si hubiera que salvar algo para la pista de baile de los amantes del perreo, "Maldito alcohol" y "Tu cuerpo" podrían pasar raspando, y sólo desde un punto de vista rítmico (definitivamente esto no es recomendable para el iPod). Pero no se confundan: al lado de un disco como Armando, el reggaetón realmente parece un género noble y superior.
—Sebastián Cerda