Michael Radford elogió a los actores formados en teatro y criticó a los que están en televisión.
EFE
MADRID.- El realizador Michael Radford, ganador de un Oscar con "El cartero" ("Il Postino", 1994), afirmó que los actores son sólo el diez por ciento de una película, sean o no estrellas, y que lo peor que le puede pasar a un director en un rodaje es que sus actores sobreactúen: "eso es malísimo", asegura.
Radford, que se encuentra España para impartir cuatro clases magistrales en Madrid y Barcelona, dijo hoy en una entrevista con EFE que "las caras son muy importantes para el público", pero para el director sólo son un porcentaje que se agranda "con la luz, la fotografía, el vestuario, el maquillaje...".
El director de "B.Monkey" (1998), terminó su ponencia titulada "La dirección de actores en el cine" con la ayuda de Secun de la Rosa, con el que ha trabajado, junto a Mario Casas y María Valverde, en "La mula", una polémica coproducción que no podrá ser estrenada por problemas judiciales, de la que se proyectaron unos minutos inéditos.
El proceso, que sigue en los tribunales, no permite el estreno de la película por orden del Tribunal Supremo de Londres, mientras en España sigue su trámite una querella de Gheko Films contra Radford.
Radford reconoce no saber mucho del cine español, ni de actores -aparte de Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, Javier Bardem o Penélope Cruz-, pero está convencido de que no cambia mucho el lugar en el que haya nacido un intérprete: lo que importa -dice- es la formación "y si están bien formados, son iguales aquí, en Italia, en Estados Unidos o donde sea".
"Sin técnica no se puede hacer prácticamente nada. Creo que en cada reparto debe haber dos o tres actores bien formados en teatro que hagan fácil el trabajo", declara, y añade, por el contrario, que lo peor es vérselas con actores de televisión, "que tienen tics y son muy superficiales".
Desde ese punto de vista, puntualiza que sus preferidos "son los que están bien formados en teatro", ya que con ellos "sabes que sólo con un adjetivo, una seña, van a caminar perfectamente".
"Un buen actor -apunta en perfecto castellano- es el que da una visión nueva en el rodaje, el que tiene una formación buena y es disciplinado, todo a la vez, pero lo más importante es que acuda sin egoísmo", reflexiona.
Pone como ejemplo a John Hurt, con el que rodó, entre otras, "1984": "es un actor de gran talento, pero sólo necesito el diez por ciento de su talento".
"Es que sobreactuar es una cosa malísima, y creer que tú vas a poder resolver una situación por ti mismo, también es malísimo", insiste.
También reconoce el mérito "a un buen guión" con el que se puede "sacar algo" sin dirección de actores, como, afirma, le pasa a James Ivory: "no dirigía jamás a los actores y hacía películas muy buenas, pero esto sólo quiere decir que él, inconscientemente, transmitía a los actores lo necesario para que hicieran bien su trabajo".
Le gusta que le conozcan como director de actores porque "verdaderamente, me gustan y los quiero, y eso que son difíciles -comenta-: no son seres humanos como los demás", y explica que se refiere a que "deben estar abiertos a todo, con una personalidad por formar, como Al Pacino -detalla-, que a sus setenta años, es un niño".
Precisamente con Pacino, con el que ya trabajó -junto a Jeremy Irons- en "The Merchant of Venice" (2004), prepara una nueva versión de El rey Lear.