"Papá, ¿por qué ese diablo está bailando acá?" se escucha a una niña decir antes de que empiece la música en el nuevo disco de la Banda Conmoción. Fue en La Tirana, zona de diabladas por definición, donde el director de la banda, Cristian Sanhueza, recuerda haber escuchado esa pregunta que ahora da la bienvenida a Cuerpo repartido (2010), el segundo disco de este elenco protagónico en el movimiento de carnaval multiplicado en los últimos años en Chile. Muchos niños y también adultos podrán haber preguntado lo mismo a propósito de esta banda durante el verano de 2011. La especialidad de la Conmoción es la festividad de los tambos o celebraciones populares nortinas, y no sólo un diablo, sino un contingente completo que incluye platilleros, figurines o bailarines y un elenco multicolor de veinte integrantes dan vida a este conjunto, que en enero y febrero acaba de llevar su fiesta por ciudades y localidades de gran parte del territorio en su mayor gira nacional a la fecha.
Dos lugares dañados por el terremoto de 2010 entre Dichato y Constitución, combinaciones o dobletes de una misma tarde como una actuación vespertina en Melipilla y otra nocturna en el Centro Cultural Amanda en Vitacura, y un total de 28 actuaciones en 39 días quedaron anotadas en esa bitácora. La Conmoción inició el recorrido en la Quinta Vergara de Viña del Mar el 13 de enero, para seguir ese mes por Osorno, Castro, La Serena, Ventanas, Nacimiento, Concepción, Valparaíso, Buin, Maipú, Plaza Yungay y Santiago, y continuar en febrero con Dichato (3), Constitución (4), Melipilla y Santiago (5), Santiago (10), el festival Rockódromo en Valparaíso (11), Los Vilos (12), Buin (16), Ritoque (17) y San Antonio (20).
-Y de ahí nos tomamos unas merecidas vacaciones hasta el 15 de marzo -exlica Cristian Sanhueza, a quien todos conocen como Hueo-. Nos propusimos autogestionar esta gira con el objetivo de descentralizar nuestro trabajo, ampliar nuestro público en regiones para la gente que hace tiempo nos pedía que fuéramos a La Serena, a Castro, a Antofagasta, a Concepción. Sacamos la gira en dos semanas, una producción que nos dejó muy conformes y con ganas de seguir viajando.
Arriba del bus cama: Conmoción en gira
Un bus completo, y que sea bus-cama para trayectos largos como estos, hace falta literalmente para mover a la Banda Conmoción. Es una pequeña multitud integrada por Bárbara López, Ximena López, Ítalo Osses, Pablo Morales y Daniel Trincado (trompetas), Carlos Cabrera y Carlos Flores (clarinetes), Leonardo Fecci y Herbert Kendall (saxos), Felipe González, Germán Thodes y Héctor Echeverría (trombones y tubas), Robinson San Martín (eufonio), Daniel Flores (acordeón), Jorge Ganem y Álex Muñoz (percusión), Jeka González y Pablo Villablanca (platillos), Eduardo Irarrazábal (diablo) y Cristian Hueo Sanhueza (voz, bombo y dirección).
-Fue una excelente experiencia armar esta lógica de la autoproducción, y con un buen margen de público, porque es distinto a hacerlo y que no te vaya bien o con el apoyo de alguna poquita gente -dice el director-. Ya habíamos hecho ese trabajo en Santiago, en el Galpón (Víctor Jara), pero en regiones hay gente que no nos conocía y es la que queríamos conquistar a través de la música y del espectáculo.
-De todos modos no era primera vez que salían de Santiago.
-Pero lo habíamos hecho muy poco. Y no con esta lógica de una continuidad fluida y bien programada. Antes era hacer una actuación y volver. Nuestro fuerte siempre ha estado en Santiago, no dejamos de tocar nunca, pero tampoco queremos abusar de eso. Sí responder a la gente acá con nuestro trabajo y nuestro espectáculo, pero también preocuparnos de la gente de regiones, que queremos potenciar.
-¿Fueron primera veces en todos los lugares que visitaron?
-Ya habíamos estado en Concepción, en Viña, en Antofagasta. Pero en la Quinta Vergara antes fue como parte del (festival) Crush Power, esta vez estuvo la Quinta casi completa con puros cabros jóvenes que iban a escucharnos a nosotros, a los Chancho (en Piedra). En Antofagasta fue muy emotivo reencontrarse con la gente y ver que el público va aumentando.
-¿Qué lugares recuerdan especialmente de la gira?
-Recorrimos mucho las localidades más rurales: Los Vilos, Dichato, Constitución por segunda vez, donde volvimos a ver a gente que nos había pedido ir para el verano. Ir a Nacimiento también fue muy bueno, con unos cabros de una población que nos contaban todo lo que pasa en ese lugar con las represas. En Castro hicieron un gran esfuerzo para llevarnos y mover a la banda para allá. En cada localidad fue especial.
-Siendo una banda que tiene la sonoridad nortina, ¿los recibe distinto de esa zona en relación con el sur?
-Para el norte ya nos asocian más por la formación de la banda y están los contactos para hacer algunos tambos, pero el entusiasmo es el mismo. Sí es distinta la recepción en cada lugar. Osorno era otra cosa, había mapuches tocando su música, los corderos al palo dando vuelta como condenados… ahí tocamos en un festival de folclor y había viejos campesinos, señoras huilliches pero absolutas, mapuches profundos y ahí nosotros con nuestra música y sentados mirando pero pasmados. Bonito desafío, porque había que entrar a conversar y de una manera didáctica explicar cómo es la banda, cuál es el formato, cuál es la música.
-Antes de eso, para los días siguientes al terremoto, ustedes fueron varias veces a un pueblo específico, Curepto. ¿Por qué? ¿Qué relación tiene el grupo con ese lugar?
-Es por medio del colectivo Puebloculto, en Curepto. Ése es el lugar donde nació el poeta Pedro Antonio González (1863-1903, poeta romántico y bohemio de esa ciudad), el primer poeta maldito, muy desconocido. Antes del terremoto habíamos ido a Curepto, y cuando pasó todo eso nos asociamos con ellos para hacer llegar los recursos de manera muy directa y permanente. Recolectamos alimentos, plata, materiales, pero de manera independiente y fuera del sistema, para tener certeza de dónde estaban llegando las cosas, y también de no salir en los medios. Para ayudar no se necesita salir en los medios.
Frenéticos los monos: el repertorio
De vuelta de la vacaciones la Banda Conmoción ya prepara su primera presentación en Santiago. Será el 7 de mayo en el escenario de Industria Cultural, de calle Cueto con Balmaceda, en el límite del barrio Brasil con el Mapocho en la capital.
-Nos vamos a encerrar a preparar un gran espectáculo, sólo de Banda Conmoción, con un show completo –dice Cristian Sanhueza. "Gran Show Espectacular de Banda Conmoción" es el nombre de la jornada, en la que el grupo volverá a escena no sólo después de su gira chilena sino también de sus viajes internacionales, por Europa en 2009 y como invitados a la Expo Shangai en China en mayo de 2010.
El nuevo disco tiene relación directa con esos movimientos. La Banda Conmoción toca ritmos tan diversos como tinku, cha cha chá, cumbia y música gitana, aprendidos de fuentes como las bandas instrumentales peruanas y bolivianas, los papayeros de Colombia o las fanfarrias gitanas de los Balcanes. Y si bien el disco fue grabado en Chile, la mezcla y la masterización fueran hechas en Postdam y Berlín, Alemania.
El actual repertorio del grupo recoge también esa experiencia, consistente en canciones inéditas como "Sanjuanito" o la cumbia argentina "Frenéticos los monos" y en música de sus dos discos, Pregonero (2007) y Cuerpo repartido (2010). En este último incorporan nuevos ritmos como rumba cubana o sanjuanito ecuatoriano y una mayor cantidad de canciones con letra.
-Tratamos de hacer un trabajo con sorpresas, son criterios artísticos también, y creo que en el disco está bien equilibrado el sonido instrumental con las canciones. Hay temas cantados y uno se va motivando, van apareciendo letras, pero es interesante no olvidarse del sello instrumental. No volvernos locos.
En Cuerpo repartido conviven géneros diversos de músicas latinoamericanas, a partir de la " Kullawuada " que inicia el disco ("Es una danza que es parte de una renovación que tenemos a nivel de ritmos nortinos", explica Sanhueza) seguida del sanjuanito ecuatoriano "El casorio". "Originalmente es un sanjuanito, pero se hizo cumbia", agrega el director, cuyo grupo grabó además otra canción en este ritmo para Cantando como yo canto (2010), el reciente segundo disco de Max Berrú, músico ecuatoriando radicado en Chile y uno de los fundadores históricos del conjunto Inti-Illimani.
Con ritmo de cumbia y letra se escucha "Corre corre", resultado de la gira europea del grupo en 2009. "Salió en el viaje, en bicicleta por Berlín, cantando la melodía y llegando a la casa a tocarla. Tiene ritmo de cumbia, pero el disco se mete en otros estilos sin perder el formato de la banda". Y de más larga data, la canción "Cuerpo repartido" corresponde a la música de la tercera obra de la compañía de teatri calejero Mendicantes, "El dios de la feria" (2002), y alude a la revuelta de Tupac Katari, el líder aymara que encabezó en 1781 una sublevación contra la dominación española en la actual Bolivia.
-Esa historia termina mal, con Tupac Katari y su esposa descuartizados, ella arrastrada por el pueblo, azotada, y él con su cuerpo desmembrado y repartido por el altiplano -refiere Sanhueza, y esa canción está conectada luego con una personal versión de la banda para "Maldigo del alto cielo", de Violeta Parra, y con dos nuevas composiciones, "Días y noches" y "Marcha". "Es un segmento que también viene de 'El dios de la feria', y quisimos hacer una especie de suite, desde 'Cuerpo repartido', 'Maldigo', 'Días y noches' y la 'Marcha', todo eso una sola gran cosa".
Luego de la referencia a la revuelta reaparece el baile con la "Cumbia carlito". "Vuelve a ser el paso alegre, esa condición americana de que para que pueda salir el carnaval hay que asumir el dolor de siglos y siglos, pero se levanta. 'Cumbia Carlito' es un entendimiento de lo que nos pasó, pero a la vez de no quedarse llorando, sino que siga adelante el baile", explica el director. Y, como su nombre lo indica, "Rumba pa’ ella" corresponde a otro de los nuevos ritmos en los que incursiona la Conmoción en el nuevo disco.
-Es un desafío porque es un tema complicado, tiene elementos de la salsa y esa identidad medio española, pero es distinto. En este disco nos lanzamos un poquito más, así como en la suite. Este tema también tenía que abrir ese horizonte -agrega. Y otro ejemplo de influencia ecuatoriana es "El chulla quiteño", de pulso más ligero. "El chulla es como el típico personaje clásico del Ecuador, como el roto chileno, pero tiene un significado especial, al mismo tiempo quiere decir una cosa impar, de que el uno no es sin el otro, un significado dual. Es una tradición de las personas de la calle".
Justo a continuación reaparecen las nuevas palabras con "Caje". "Es un tema que nos enseñaron los gitanos de Eslovaquia cuando estuvimos en Francia (en 2009) y nos hicieron comentarios sobre nuestra música. Lo que nos pasó allá y lo que ocurrió cuando ellos mismos nos vieron es que pensaron que éramos gitanos también, entendieron que el sentido es exactamente el mismo. Los gitanos son la gente con la que mejor nos llevamos, andábamos para todos lados con ellos y nos enseñaron mucho de su vida y de su música".
Junto a más influencia latinoamericana en la nortina "Mi cholita linda flor" y en la cumbia "Mentira", otras referencias nuevas se suman en canciones como "Testa", que suena en un pulso cercano al hardcore punk, y el aire mexicano de "Bandejón". "Nace como un corrido y después la tocamos más cercana al ska, con influencias de Los Fabulosos Cadillacs", concluye Cristian Sanhueza.
-¿A qué ritmo está transformada "Maldigo del alto cielo" en la versión de la Conmoción?
-Probamos con muchas variantes, pero nos dimos cuenta de que había que mantener el pulso del cultrún, ese ritmo de la machi. Por la temática está dentro de esa suite que te digo, que está relacionada con 'Cuerpo repartido' y el fracaso de una revolución, y tiene sentido con esta maldición de Violeta, con una letra que es terrible. Esa temática para la banda es muy importante, la conciencia social, la guerra y la injusticia, pero también como a través de la marcha hay que retomar esa lucha.
Esa es otra respuesta para la pregunta al comienzo de Cuerpo repartido. "Por eso la voz de esaniña al principio tiene mucho que ver", dice el director. "Es la pregunta que a uno lo sorprende y que viene de los niños. Y también ese toque de frescura esperanzador".