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La deuda quedó saldada

Sólo una cosa le faltaba a los británicos por brindar a sus fans chilenos: un concierto en el Nacional. La cuenta fue pagada ante más de 40 mil personas, que disfrutaron de un show con buen equilibrio entre viejos éxitos y nuevo material.

11 de Abril de 2011 | 13:38 |
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El Sumo Sacerdote del heavy. Bruce Dickinson volvió a ser el puente entre la feligresía metalera y el histórico repertorio de Iron Maiden.

José Alvujar

"Estamos aquí para grabar el próximo DVD de Iron Maiden", avisa un realizador canadiense desde el escenario, un par de minutos antes de las 21 horas. El sujeto (que por aspecto pasaría perfectamente por un músico más) advierte que hace un par de noches la cosa estuvo potente al otro lado de la cordillera, por lo que el llamado hoy es a demostrar que "ustedes pueden ser mejores que Argentina".

La advertencia es peculiar: No está de más para la circunstancia, pero suena definitivamente redundante en una plaza como ésta, en la que la banda británica ha encontrado una fidelidad y un fervor de los que pocos pueden gozar acá.

Prueba de ello son las más de 40 mil personas que llegaron al Estadio Nacional a sólo un par de años de presentaciones igualmente multitudinarias (2008 en la Pista Atlética y 2009 en el Club Hípico), y que esta noche volvieron a estallar ante temas que elevaron a la categoría de himnos, como "2 minutes to midnight", "The trooper" y "The wicker man".

Y aunque ésos son infaltables en cualquier presentación de "Maiden" (como gustan de llamarlos sus fanáticos), no fueron la razón principal para que el grupo se volviera a subir al escenario. Ella se llama The Final Frontier, el último disco del sexteto, y que en escena repasan equilibradamente en relación con el resto de sus temas (no hay que olvidar que, en más de 30 años de exitosa trayectoria, los hits disponibles se cuentan por montones).

La apuesta está lejos de ser la llave que abra la puerta del desborde, pero habla bien de Bruce Dickinson y los suyos, quienes hacía apenas un par de temporadas habían pasado en dos ocasiones con un tour de éxitos, que dada la respuesta de los fans podrían haber estirado hasta el infinito con apenas un par de retoques.

Pero aún hay búsqueda y energía en los británicos —además de respeto por su público—, quienes en piezas como "Satellite 15... The Final Frontier" (que abrió la noche), "El Dorado" y "When the wild wind blows" vuelven a resumir las distintas tradiciones del rock pesado, desde la distorsión acelerada y catártica, hasta la liturgia y la épica. Todas con buena dosis de acrobacia y destreza interpretativa.

"Sesenta mil malditos chilenos", saluda Dickinson errando en algunos miles la cifra a su favor. Pero qué tanto. Estos 40 y tantos mil equivalen perfectamente a eso, y el cantante lo corrobora. "The best fucking audience in the world", agrega luego. En cualquier otro sonaría a verso barato, pero en una ecuación que contiene a Iron Maiden y Chile, la frase no puede más que resultar creíble.

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