BUENOS AIRES.- Un tribunal argentino condenó el miércoles a los integrantes del grupo de rock Callejeros como "autores penalmente responsables" por un incendio en el que murieron 194 personas en 2004 durante un recital de la banda en Buenos Aires, informó una fuente judicial.
La Cámara de Casación (apelación) acusó a los seis miembros del grupo Callejeros como "autores penalmente responsables del delito de incendio culposo seguido de muerte" por la tragedia ocurrida en el local bailable Cromañón, en el que además se registraron 1.400 lesionados.
La tragedia ocurrió la noche del 30 de diciembre de 2004 cuando algunos espectadores lanzaron bengalas -una práctica habitual en los conciertos de ese grupo- y se desató un incendio que causó la muerte o lesiones por asfixia e inhalación de sustancias tóxicas.
El tribunal de Casación dejó en manos de un tribunal oral la decisión de establecer las penas tras las apelaciones que se habían presentado en un juicio en el que los músicos y otros imputados habían sido absueltos.
Esa instancia condenó este miércoles a los 14 imputados en el juicio, varios de los cuales habían sido absueltos, como ex funcionarios de la alcaldía de Buenos Aires y ex policías, además del grupo de rock.
En cambio, el administrador del local, Omar Chabán, quien había sido condenado a 20 años de prisión en ese juicio concluido en 2009, fue acusado ahora de "incendio culposo seguido de muerte en concurso real con cohecho activo", un delito que implica una pena máxima de 11 años.
El fiscal ante la Cámara de Casación, Raúl Pleé, consideró que la sentencia de la cámara "terminó con la impunidad de Callejeros", aunque manifestó sus diferencias por la calificación penal aplicada a los músicos.
La justicia ordenó además que se libere una calle del barrio porteño de Once donde los familiares de las víctimas instalaron un santuario en memoria de los muertos, la mayoría jóvenes, ubicado frente al local incendiado.
Los familiares de los fallecidos que asistieron a la audiencia repudiaron con abucheos y gritos la decisión del tribunal que ordenó desarmar el santuario donde se han colocado fotos de las víctimas y cirios en su memoria.
Una ancha puerta de escape estaba clausurada aquella noche y la de emergencia no daba abasto, lo que convirtió el recinto en una trampa mortal.