La mexicana podría romper con una tradición en Chile: Cantar con Ana Tijoux. ''Ya parece que es como a fuerza, pero en verdad es porque nos encanta'', dice. Al menos tiene claro algo: Irán juntas al zoológico a hacer un paseo ''de mamá".
EFESANTIAGO.- "Llegando a mi adorado Chile. Detención de una hora por no declarar un plátano. Declaración y absolución. Surrealismo puro. Amo Chile!!", tuiteó Julieta Venegas el miércoles pasado, a sólo minutos de haber aterrizado en el país.
La cantante sufrió de los rigores del Servicio Agrícola Ganadero en el terminal áereo (algo por lo que también han pasado artistas como Calle 13), pero se lo tomó con humor. "¡Fue muy chistoso! Traía un plátano que le iba a dar a mi hija en el avión, y como nos dormimos, pues se nos olvidó por completo (...). Yo estaba emocionada con la cordillera, volver a Chile, y cuándo bajo preguntan 'quién va a declarar el plátano'. Pero es parte del encanto que tiene Chile, es como muy surrealista", revive más tarde.
La historia, para la mexicana, ya es una buena anécdota, pero además quedará entre los antecedentes a los que acudirá esta semana, cuando aterrice por segunda vez en Chile en apenas unos días, ahora para cumplir el objetivo final de las visitas: Presentarse el viernes 6 en el Teatro Caupolicán.
Allí llegará con las canciones de su más reciente disco, Otra cosa (2010), un álbum que sucede al unplugged que grabó para MTV y que la trajo a Chile en 2008. "Este disco tiene de eso, porque me inspiré mucho en ese trabajo que hice de arreglos y de producción. Y el show está basado en la instrumentación del nuevo disco: Tiene mucho acústico, ukeleles, todo eso, pero también más teclados, efectos en el acordeón. Eso es lo que traemos en el escenario. Y todos están tocando de todo. Yo dije 'vamos a ser menos, entonces todos tienen que tocar más cosas'. Y está bueno, me gusta que no sea un grupo estático. Todos están tocando de todo, y eso me divierte", detalla.
De este modo, sonarán el viernes temas como "Bien o mal", "Ya conocerán" o "Despedida", además de los que imprimió en discos tan exitosos como Sí (2003) y Limón y sal (2006). Porque la mexicana aplica a los conciertos sus propios criterios como espectadora: "Siempre pienso qué me gusta a mí ver un show, y cuando veo a alguien que me gusta, y toca completo un disco nuevo que no conozco tanto, sí me quedo con las ganas de escuchar (éxitos anteriores)".
"Cuando empezamos a ensayar este show decidimos comenzar por las canciones nuevas, y luego ver cuáles van entrando y cómo movemos la instrumentación. Porque el disco pasado era muy acústico, como dogma. Ahora podemos jugar con esos sonidos, combinarlos de otra manera, y sin perder el espíritu de buscar. En algunas canciones de plano hicimos arreglos nuevos, en otras variamos un poquito algunos sonidos, pero hay de todo. A mí siempre me gusta meter de todos los discos", explica.
Pero Bien o mal no es la única novedad respecto de la anterior visita de Venegas a Chile. La mexicana, además, llegará ahora junto a su hija Simona, de ocho meses, y que la ha obligado a modificar sus rutinas habituales de gira.
"Es toda una aventura, para todos. Cambió el ritmo de la gira. Yo nunca fui súper salidora, pero eso de irnos por no sé cuánto tiempo, ya no es así. Ahora hacemos un mes y volvemos a México. Es otro ritmo y está bueno, a todos nos mete en otro rollo. Siempre nos reímos y decimos que la estrella de la gira no es la cantante, sino otra, y no ha ido a ningún show. Porque es la que más cuidamos todos. Y está lindo, yo estoy feliz. Me siento más relajada".