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Música para sacarnos de este mundo

Este viernes 13 da un concierto de piano solo en Santiago, pero en la historia de este músico chileno aparecen otras vetas que van desde su incursión en la música como terapia hasta lo que comparte con Pablo Herrera.

12 de Mayo de 2011 | 23:03 |

Suena (literalmente) ideal para un pianista. La galería Piano Seminario en la capital el lugar escogido por el músico Jorge Herrera para dar este viernes 13 de mayo un concierto basado en ese instrumento, con repertorio de al menos dos discos que ha grabado para piano acústico hasta la fecha.

-Es un lugar de exposición de pianos, y la gracia es que tienen unos pianos maravillosos. Para mí como músico es un lujo poder tocarlos -explica este músico chileno, que en la jornada va a tocar un Steinway de cola-. Suena increíble: yo digo que suena solo, con ese piano puedes 'hablar'.

A contar de las lecciones de piano clásico de su infancia, Jorge Herrera es un hombre que ha pasado por varias reencarnaciones musicales desde los años '80, desde el jazz rock de bandas como Evolución al pop de la versión ochentera del cantante Pablo Herrera, y desde la música como herramienta de sanación que es su vocación actual hasta el piano solo que nunca ha abandonado, aunque en su trabajo él suele usar teclados, plugins y softwares.

-Pero no es lo mismo: el peso de la tecla y los armónicos del piano son otra cosa. Este año decidí mostrar mi trabajo de piano de manera más íntima, totalmente acústico, ojalá sin amplificación -explica. Su concierto de este viernes estará basado en sus discos Octubre (2000) y Tiempos nuevos (2007) y en adelantos de otros dos discos afines, uno ya terminado desde 2010 y todavía inédito y un cuarto en el que ya está trabajando. Y el instrumento no es nuevo para él. Lo estudió desde los once años, primero con la profesora alemana Beatriz Thierman y, una vez estudiante de tecnología de sonido en la Universidad de Chile, con Clara Luz Cárdenas a mediados de los '80

-¿Qué importancia tiene esa formación "clásica" en tu caso?
-Me dio y me queda hasta el día de hoy la disciplina y la técnica. Hasta que me dio con que quería estudiar jazz en piano, lo que no era posible con la escuela clásica -recuerda: ya en esa época Herrera tenía también un bajo eléctrico y le gustaban las bandas de jazz rock-. Me llamaban mucho la atención esos temas larguísimos con muchos solos.

Fue un compañero de facultad, el guitarrista John Clark, quien lo llevó a un grupo donde tocar temas así: era Evolución, con integrantes como el tecladista Pedro Muñoz Recabarren, los guitarristas Fernando González y John Clark y los bateristas Mauricio Clavería, luego destinado a La Ley, y Juan Ricardo Weiler.

-Pedro Muñoz me enseñó mucho -recuerda Herrera-. ¡Tenía unas partituras enormes! "Las sábanas", les decíamos, no había cómo colocarlas en el atril. Evolución fue un gran aprendizaje. Creo que  éramos una banda de jazz rock que derivó luego a ser más progresiva, y exigía tener un buen nivel porque eran todos unos músicos muy perfeccionistas.

Un nuevo giro vino en cuestión de meses cuando el pianista se transformó en bajista del grupo de Pablo Herrera, que por lo demás es su hermano, y se aproximó más al pop chileno de la época.

-¿Hubo un cambio en ese paso?
-Fue algo bastante natural y también circunstancial, porque Pablo estaba componiendo sus primeros discos y gran parte de esta banda Evolución terminó trabajando muchos de los arreglos y los primeros discos de él. Esos discos de Pablo tenían mucho de experimental, mezclas entre balada, rock, jazz, reggae. Luego evolucionó a una balada más clásica, lo que también pienso era algo natural que tenía que suceder.

-A propósito de Pablo Herrera, ¿tienen afinidades musicales ustedes dos, más allá de las distintas músicas que hace cada uno?
-Yo creo que sí. Lo más importante, y puede parecer obvio, es que nos gusta mucho lo que hacemos. Eso es básico para dedicarse a este profesión y al arte en general como una expresión profunda de la visión que tienes. Para uno la música está incorporada como parte integral de tu vida, no puedes dejarla ni es algo aparte. Pienso que lo común es la aproximación a la música a través de la melodía, que es muy importante. Que, independiente del estilo que elijas, esa melodía produzca emoción, te conecte y evoque algo.

-¿Qué impresiones tienes de movimiento de músicos y grupos chilenos que se dio en esa época?
-Viví una época de gran movimiento musical donde curiosamente muchos de los grupos salieron de la universidad. Jorge González estudiaba música en la Chile. (El baterista) Mauricio Guerrero estaba en Aparato Raro y éramos compañeros de curso y de memoria de titulación. Con Andrés Bobe fuimos muy amigos y fue uno de los fundadores de La Ley. Lo mismo Luciano Rojas y otros. Fue una época muy creativa y se dio todo para que muchas bandas surgieran y se consolidaran. Y todo esto sin Internet, muy pocos estudios de grabación, cero posibilidad de home estudios como ahora, casi sin tiendas para adquirir instrumentos. 


Tambores o flautas nativas: eso no se aprende en la universidad


Materias como bioenergía, reiki y chamanismo entre otras fueron pronto los nuevos intereses de Jorge Herrera, que estudió esas disciplinas como maestros como el vietnamita Luongo Minh Danh y el turco Rahmi Oruc Guvenc en talleres realizados en Chile.

-¿Cómo surge en tu caso el interés en la música como una herramienta espiritual?
-A través de una búsqueda personal de muchas interrogantes que tenía. Encontré que muchos de los trabajos o disciplinas espirituales que realizaba ocupaban la música como un elemento de conexión, en muchos casos de sanación y no como una experiencia estética.

-¿Qué relación hay entre el sonido y la sanación en una cultura como la Hopi Navajo en EE.UU. por ejemplo, que está mencionada en la reseña de tu sitio?
-En uno de mis viajes fui a una reserva indígena Hopi en Arizona. Ellos trabajan distintos rituales con música: ocupan tambores, flautas nativas americanas, voces. Todo el trabajo musical de las tribus tiene que ver con su relación con la naturaleza, gira en torno al respeto, al rendirle honor, al agradecer por la salud o los alimentos que te da. Entonces la música y la vida toman otra función, porque la visión es distinta a la occidental, donde buscamos  tener experiencias estéticas muchas veces desvinculadas del entorno natural y de la vibración que éste produce. Somos ajenos a ese entorno natural. Me gusta mucho tocar las flautas nativas o los tambores por el tipo de experiencia que produce. Eso no se aprende en la universidad.

-Como ingeniero de sonido habrás tenido antes una formación mucho más racional. ¿Cómo conjugas esos dos lados en tu trabajo y en la música? ¿Se complementan?
-Soy además un fanático del sonido en todas sus formas. Tengo un estudio donde realizo proyectos míos y a terceros y donde, claro, ocupo mucha tecnología, digital, análoga. Gracias a la computación puedes lograr cosas increíbles, pero no pasa de ser una herramienta. La tecnología no te asegura nada, sobre todo en esta época altamente tecnificada, porque cuando grabamos o componemos algo estamos hablando  de música, elaborando conceptos, trabajamos con emociones. ¿Qué nos produce? ¿Qué sentimos? ¿Qué queremos decir a través de los sonidos o una letra? Para mí cuando la  música te conmueve, te emociona, te produce algún tipo de sentimiento o imagen, te saca de tu estado normal, entonces estamos traspasando lo que queremos comunicar. Eso es una experiencia personal, y cuando muchas personas tienen la misma experiencia es que la música logró su objetivo. La música debe hacernos soñar, sacarnos de este mundo y conectarnos con otros espacios y tiempos.

Son once los discos en los que desde 1997 Jorge Herrera ha estado poniendo en práctica estos principios. Están los de piano: los mencionados Octubre (2000) y Tiempos nuevos (2007). "Mis discos de piano son como historias para mí", compara. "Es contarte impresiones y transmitirte emociones . En simple es como si estuviéramos conversando y si te cuento algo voy a tratar de decirlo de la manera más simple posible para que me entiendas. Por eso trabajo mucho la melodía, siempre explorando lo minimalista, eso me gusta: ocupar pocos elementos y bastante las armonías clásicas, como también algunas composiciones  modales".

Otro grupo de discos tiene títulos como En las alturas (1997), el doble Reiki música (2002), Energía centers / Chakras healing (2002) y Aku - A la nueva dimensión - Niños indigo (2005). "Compuse todos esos álbumes básicamente para ser usados en meditaciones, terapias, algún tipo de trabajo energético, y también para relajarse o conectarse", recuerda. Y más recientes son Volver al océano (2008), Conexión con la fuente / Alkymia global. Música para la activación de la flor de luz del cuarto portal (2009) y Tesoros, un camino de encuentro (2010).

-Son músicas instrumentales, con sintetizadores, flautas nativas, algunas cantadas con voces evocativas sin letras, algunas de ocho o quince minutos de duración -describe, y elige uno de ellos como ejemplo-. Volver al océano es la historia de la creación del planeta desde el punto de vista del mar y de las ballenas que han estado millones de años con nosotros. Son músicas largas con muchas atmósferas, ambientes en el estilo de Brian Eno y temas más cortos. Muchos sintetizadores, texturas, ambientes, para contar una historia de la energía que sostiene las ballenas en el planeta bajo mi particular punto de vista.

Conexión con la fuente es un trabajo por encargo relacionado con el trabajo de la sicóloga y escritora Lita Donoso para su sistema de sanación de activación de la pineal descrito en su libro "El método", y Tesoros es un trabajo compilatorio con textos poéticos en castellano, ingles y aymara, además de fotografía y música. Y la religión es el tema que aparece en su más reciente trabajo, Female christi (2011), con cuatro composiciones basadas en la figura bíblica de María Magdalena.

-Es un trabajo de reivindicación -dice-. De ella tenemos la idea de una pecadora, imagen creada en siglo VI por el Papa Gregorio Magno, que mezcló a todas las Marías de los evangelios y la convirtió en prostituta  para entre otras cosas sacar  a todas la mujeres de la iglesia. Después de catorce siglos, en 1969 el papa Paulo VI ve el error, la reconoce como una apóstol más y posteriormente  El Vaticano la nombra la apóstol de los apóstoles. Cosa de la que bien poco sabemos los latinoamericanos, que conservamos en nuestro inconsciente la imagen antigua. Es una obra totalmente electrónica, y ya estoy trabajando las partituras para realizarla con orquesta.

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