Es posible tomar nota de las etapas, los recesos, los regresos y los hitos en la historia de Santiago del Nuevo Extremo, uno de los grupos más significativos surgidos en Chile en los años '70. Pero la historia a estas alturas, a casi tres décadas y media del inicio, ya supera el registro cronológico, de partida para los artífices del grupo.
-Desde lo interno es un poco diferente a lo que se ve para afuera -dice Pedro Villagra, uno de los músicos-. Ni yo mismo manejo bien esa dinámica vista desde afuera, porque me ha tocado cantar canciones de Santiago en una fogata, como una persona más, entonces me puedo desdoblar fácilmente. Eso también tiene su lado bueno, uno aprende a reconocer qué hitos son los que van quedando.
Encabezado por la dupla de fundadores entre Luis Le-Bert y Pedro Villagra, cada uno de los cuales mantiene además en paralelo a su banda, es decir Luis Le-Bert y los Agricultores del Cosmos y La Pedroband respectivamente, éste es el grupo que acuñó hitos como "Simplemente", "A mi ciudad", "Homenaje" o "Linda la minga" en el cancionero del Canto Nuevo en los '80, como punto de partida, hasta un receso iniciado en 1986 y una segunda vuelta emprendida entre 1995 y 2003.
Así quedó documentado además en los discos de Santiago del Nuevo Extremo a la fecha: A mi ciudad (1981), Hasta encontrarnos (1983) y Barricadas (1986), de la primera época, y Salvo tú y yo (2000) y En vivo (2001), de la segunda, ya decantados como trío entre Le-Bert, Villagra y el bajista Jorge Campos. "Después de eso vino un alejamiento que casi no lo notamos", reconstituye Villagra. "De repente nos dimos cuenta de que cada uno había vuelto a su trinchera".
Desde entonces han aparecido discos recientes desde esas trincheras, como Imprólogo (2006) y Convite a la danza (2009), de La Pedroband, o Cala cala caaaa!!! (2007) y El combo cuequero – Por la ruta de la cueca blues (2010), de Luis Le-Bert y los Agricultores del Cosmos. La nueva etapa del conjunto madre data de hace tres o cuatro años, estiman ambos músicos, y desemboca en la actual formación de Santiago del Nuevo Extremo: Luis Le-Bert (voz y guitarras), Pedro Villagra (voz, saxos y flautas), Juan Caballero (bajo) y Carlos Basilio (percusión). La misma que este sábado 4 de junio se presentará en el Teatro Municipal de San Joaquín en la capital, en lo que ya tienen definido como un concierto de gala (ver recuadro).
Eco cuecléctico
-Para nosotros es una fecha muy importante porque además cierra un ciclo -dice Le-Bert-. Según yo, porque ahora me elegí el teórico del grupo (se ríe), para mí este ciclo empieza cuando cachamos el que Pedro viene como las velas grabando un disco al año poco menos, con la cuecléctica.
La "Cuecléctica" es una de las canciones del segundo disco de Villagra con La Pedroband: Quiebracanto (2000).
-Esa canción planteaba un montón de cuestiones -continúa el cantante-. Cada uno recoge la pelota como puede; yo la recogí como tres años después. Me demoré un resto, porque soy lento pero inseguro (se ríe de nuevo). El Santiago del Nuevo Extremo es una cosa que reverbera con los sentimientos nuestros, está muy presente en el grupo lo que nos ocurre individualmente. Entonces este concierto de gala como que cierra una puerta. Ahora estamos de cabeza grabando un disco, y ya sabemos para dónde vamos. El año pasado sabíamos dónde estábamos, en el verano.
-¿Y dónde están?
-El más indicado es el capitán -dice Le-Bert e indica a su compañero-. Porque quiéralo o no el Pedro Villagra se ha transformado más que en el capitán. El Santiago es un barco que necesita conductor.
-¿Entonces tú eres el teórico y Pedro Villagra es el capitán?
-Yo soy el guitarrista y cantante -se ríe-. Y teórico. Y Pedro va en la cabina del capitán. Según yo estoy tocando harto; quiero que lo diga él.
-¿Villagra está de acuerdo?
-Estamos en un proceso de reencuentro, yo creo -responde Pedro Villagra-. No tanto en cuanto a integrantes sino en el sentido musical, porque ha habido una ebullición que tiene que ver con los procesos personales de Lucho, míos y de los otros integrantes que nos acompañan. Entonces ahora viene una unificación de todo esto. Santiago del Nuevo Extremo sigue siendo un núcleo creativo que hemos tenido durante toda una vida, y todo esto puede volver a convivir y a potenciarse.
-¿Pero es un "reencuentro", si han estado tocando juntos estos cuatro años?
-Es un reencuentro porque cada uno de nosotros está conectándose con el otro. Y eso es más reciente, tiene que ver con el disco que estamos grabando.
-Ya sé por qué hablamos de reencontrarse -dice Le-Bert-. Porque estamos componiendo. Pero de cabeza. Él me tira una canción para acá, yo le tiro dos para allá, y sentimos esa ebullición interna. Los otros discos te diría que eran más un encuentro de recopilación de cada uno. Yo lo veo así: para el disco Salvo tú y yo yo ya andaba con el "Che", con la "Escalera" (sus canciones "¿Qué pasó con el afiche del Che que tenías colgado en la pared" y "La escalera"), el Pedro ya andaba con sus canciones, Jorge (Campos) llegó con tres canciones que ya había grabado.
-Ese disco está hecho entre tres tercios.
-Es exactamente tres tercios. No era ir tocando en la carretera, que es lo que no está pasando ahora, que llevamos cuatro años ininterrumpidos de tocar mucho, en el camino, conversando los discos. El combo cuequero entero se conversó con Pedro arriba de una van. Y es verdad que el Santiago paró, pero yo desde la "Cuecléctica" vengo con esto.
O sea que los ciclos del grupo ni siquiera tienen que ver necesariamente con los discos del grupo. "Cuecléctica" es una canción de La Pedroband, una banda paralela, grabada en 2000. Y hay un receso completo de Santiago del Nuevo Extremo de por medio hasta hoy, pero a través de todo eso Le-Bert ve la continuidad de un ciclo. Más que una cronología, este grupo es un estado. Constante, más allá de los recesos y los regresos.
Campos pide tregua
Sí hubo un cambio considerable el año último. A mediados de 2010 el bajista Jorge Campos, hasta entonces uno de los tres puntales históricos del conjunto, se alejó de Santiago del Nuevo Extremo.
-Hace como un año Jorge pide tregua -recuerda Le-Bert-. Literalmente así, ¿ah? Si no hay ninguna historia más que esa. Y el resultado de eso fue bien lógico, y es que con Pedro no nos hemos separado ni para ir al baño en realidad (sonríe). Fue una cuestión muy de hermanos. Pucha, el Jorge está en esta, ok, nosotros abrazados todo el rato. Nunca he ido a tantos conciertos de La Pedroband como en este tiempo, y el Pedro no ha fallado en ninguno de los Agricultores, y de Santiago nos preocupamos todos.
-¿Hay un costo no sólo musical sino también personal en que Jorge Campos pidiera tregua como dices? ¿Qué tan sorpresivo fue ese cambio y cómo ha sido después de eso?
-No tan de sorpresa, yo creo, porque ya nos conocemos bastante y los ritmos de cada uno se pueden anticipar a ciertas cosas -dice Pedro Villagra-. Pena, sí, porque Jorge ha sido un…
-… un hermano, de toda la vida -define Le-Bert.
-… un hermano, de toda la vida -coincide Villagra.
-Nos pilló con mucha pega, si ése es el problema -atribuye el cantante-. Personalmente me pilló entre bajarme del disco El combo cuequero, que lo hice con un esfuerzo muy grande, un disco muy intenso y profundo, y armando toda una cuestión que viene con Santiago del Nuevo Extremo. Veníamos en esa y no nos dimos cuenta que tal vez Jorge no venía en esa no más, y de repente estábamos solos. Yo me atrevo a contar más lo que nos pasó a nosotros, pero hay que decirlo, un día Jorge nos dijo que necesitaba un receso, nosotros somos muy hermanos de él y le dijimos que encantado.
Un sólo regreso de Campos recuerdan Le-Bert y Villagra tras el alejamiento, para un concierto del grupo a fines de 2010, cuando Santiago del Nuevo Extremo ya tenía como nuevo bajiosta a Juan Caballero.
-Y ningún problema, tocamos con dos bajos -dice Le Bert.
A la una, a las dos, a las tres: funciona
No es el único cambio de personal que consta en la historia de este grupo. Santiago del Nuevo Extremo nació del núcleo entre Luis Le-Bert, Pedro Villagra y Sebastián Dahm en 1978, y se sumaron luego hombres sucesivos como Luis Pérez, Jorge Campos, Leo Rojas, Andrés Buzeta, Raúl Sáez, Pedro Briceño, Hugo Silva y, hacia el final de la primera etapa, Cristián Crisosto y Willy Valenzuela, dupla que junto a Campos se integraría en 1984 a Fulano. En su regreso al disco en 2000 el grupo se reformó como cuarteto entre Le-Bert, Villagra, Campos y el baterista de Congreso, Sergio Tilo González.
-Y éste es un concierto de gala para cerrar un ciclo y vislumbrar el que viene -retoma el cantante-. El ciclo que estamos cerrando tiene que ver con, creo, una de las etapas más creativas que ha tenido el grupo. Ahora estamos en el escenario, miro para el lado y son puros Mercedes Benz que van a una velocidad muy grata, no hay sobresaltos. Los conciertos de Santiago hace harto rato que son un placer.
El grupo ha incorporado versiones nuevas de esas primeras canciones de los '70 y '80, ajustada a su formación menos cuantiosa de la actualidad.
-El Santiago hace tiempo tiene una manera de tocar los clásicos, desde que contamos que somos cuatro y en vez de doblar la flauta o la guitarra hay una flauta y una guitarra -recalca Le-Bert-. En esa actitud hay una guitarra, hay uno que sopla vientos, hay un bajista y un baterista y eso es todo: a la una, a las dos y a las tres, y funciona. Por ejemplo ahora tocamos la "Minga" a voz en cuello, parecemos locos. Por eso es gala.
Un efecto inesperado trajo consigo este nuevo planteamiento. "Este disco se parece mucho al primero", dice Le-Bert. "Porque estamos juntos todo el rato. Ahora tenemos una visión muy nueva y nuestra de cómo se toca el 'Simplemente' o 'A mi ciudad', con una sola guitarra. Y se parece mucho más a cuando éramos los dos solos.
-En el origen, claro. En la prehistoria -dice Villagra.
-¿No como quedaron en los discos?
-Ahí se trasformaron e incluso se acercaron más a un lenguaje que tenía que ver con la Nueva Canción -agrega el cantante-. Antes era un poquito más parecido a lo que hacemos ahora.
-¿Y las cosas de los discos más recientes?
-Todo eso suena más libre ahora, mas potente. Por qué: porque en el fondo musicalmente dejémonos de cosas, yo en el '86, '87, andaba contenido. Claro: se terminaba el ensayo de Santiago del Nuevo Extremo y éste (Villagra) se iba a tocar con Primeros Auxilios, que eran palabras entretenídimas, y empezaba el ensayo de Fulano ahí mismo. Y yo tenía rudezas extremas con mi insistencia en buscar más allá de las posiblides en mi lenguaje musical. Entonces anduve varios años callado en la música. Por eso: andaba exigiéndome cosas en que a lo mejor no tenía la valentía de decir "sabes que más, aunque me equivoque en el Fa, da lo mismo". Y hoy, por ejemplo para enfrentar canciones como el "Barricadas", lo logramos con la certeza de la fuerza, y no sé si estoy pulsando, rasgueando o arpegiando la guitarra, pero le estoy dando como caja a la pobe Takamine, ya no quiere más guerra esa guitarra.
Luces del concierto
En estos días el grupo está grabando su futuro y séptimo disco, que esperan lanzar este año y para el que ya hay canciones como "Pascua Lama", una ranchera y dos "cuecas blues", según anticipan.
-Le sacamos el jugo a canciones a las que antes teníamos miedo, en especial con cosas del Pedro. Claro, el Pedro es complicado, es de lenguaje de doctor para arriba, lee unas cosas extrañísimas en partituras, y sin embargo hemos logrado poner en escena todas las canciones que él propone y me siento contento y orgulloso de decirlo: el Pedro no tiene ningún reparo en proponer cualquier cosa. El otro día llegó con una salsa enfermantemente divertida, y bella: es lo más difícil del mundo, me tienen loco, pero ya la tengo más o menos dominada.
-¿Esta etapa que cierran está relacionada también con la que viene?
-En la temática estamos inclaudicables. Nuestro deber es develar. No sabemos hacer puesta en escena si no es con mirada artística. Las letras tienen ganas de develar nuestras eternas ganas de salir del circuito. Y el circuito cuál es: es financiero. Nuestro develar ayuda a develar a los demás.
-¿Ver el concierto del grupo ahora va a dar luces de cómo viene el disco nuevo?
-Incluso si en el concierto escuchas "A mi ciudad" te indica para dónde vamos. Es súper unitario: "La minga", "A mi ciudad", el "Barricadas", tres cuecas blues... que de cueca no tienen nada, porque ya no tienen pandero y ya suena puro blues. Salvo que de repente el Pedro dice "huija" por casualidad.
"Yo vengo de dos discos de guerra", agrega, a propósito de sus grabaciones de 2007 y 2009. "Estuve en un subterráneo, con pan con mantequilla a las cutro de la mañana sin nadie, y justo en la tomaque quedó bien ladró un perro y todo era así. Y llevo dos discos así. Y le pedí a mi hermano Pedro que me sacara un rato de esto. Entonces me siento llevado a pasear por todos lados. Si queremos grabar cinco violines ah está el estudio para que los grabemos.
-¿Y así mismo en qué pie llega Pedro Villagra después de sus discos con La Pedroband, Imprólogo y Convite a la danza?
-En convite a la danza está la poesía, y ésa es una clave para Santiago del Nuevo Extremo que me requeteconfirma que es un grupo de poesía musicalizada o de música poetizada. En ese sentido hay una continuidad muy consistente. Con Imprólogo me encierro un poco más en mis obsesiones -se ríe-, porque es netamente instumental. Pero en Santiago está la lírica y es recuperada en Convite a la danza.
Lo visible de los premios
Está escrito en las noticias. El mencionado disco Convite a la danza valió a La Pedroband uno de los premios de la Asociación de Periodistas de Espectáculos, Apes, en 2010. Y con El combo cuequero Luis Le-Bert acaba de recoger un Premio Altazor en 2011.
-¿Son importantes esos premios, o los premios en general?
-Hay dos lecturas para eso, depende del valor que les otorgues -dice Villagra-. Si no te ganas ningún premio estás condenado a seguir haciendo lo que hacías igual o mejor que antes. Y si lo ganas de alguna forma es una ayuda. En algún lugar de tu ser hay una celebración, quiere decir que el mensaje llegó a algún lado.
-Yo tengo una lectura muy vívida -agrega Le-Bert-. Los músicos del estilo nuestro, a pesar de que no tenemos estilo, de la onda nuestra… ni siquiera es una cuestión de censura política, porque no existe. Yo vi extasiado a Calle 13 en el Festival de Viña y diez años atrás había visto a los Prisioenros, y todo lo que tenía pendiente en ese Festival de arregló: qué manera de decir brutalidades (sonríe).
-No dejaron mono parado.
-Y lo mismo con Calle 13. No dejaron mono parado. El tema no es tanto el mensaje, porque todo el mundo espera que el Santiago del Nuevo Extremo tenga unos mensajes lúcidos y nosotros también. Y somos los campeones mundiales en la categoría, listo, no hay problema ahí. El tema es que el mundo nos dejó sin comunicaciones -dice Le-Bert-. Ése es el tema. Entonces mis pares no me ven. Y cuando pasan años y lo que haces es valioso… cuando hice (la canción) "El afiche del Che" los cabros lo pusieron en la película de "Actores secundarios" (el documental de Pachi Bustos y Jorge Leiva sobre la resistencia de los estudiantes secundarios a la dictadura en los años '80), y esa canción tiene mucho que ver con eso. Pero año tras año cada vez nos alejamos no sólo de la presencia mediática, sino de todo lados, te vas quedando con la sensación de que no existes.
-¿Y un premio es una manera de ser visible?
-Espérate: una cosa es ser invisible, que es divertido, tiene su gracia y lo hemos sabido manejar. Pero cuando escuchas pontificar acerca de la música, y todo lo que escuchas te indica que no eres, que no existes, que no estás, entonces un premio en esas condiciones en mí lo único que hizo fue generar una inmensa cantidad de ternura para todos los que han rodeado la historia. El que animaba la fiesta en el Altazor se reía, porque todos le habían pegado palos a todo el mundo (en los discursos). Y a lo mejor yo era el más indicado para decir "Patria o muerte, venceremos" -se ríe-, pero lo único que quería era abrazarlos a todos. Para mí la experiencia era sentirme ni siquiera reconocido: visto.
-¿Ternura es la palabra, más que otra cosa?
-Sí. Estamos desterrando cosas que no tengan que ver con la ternura.
-A propósito de que el disco tendrá una canción llamada "Pascua Lama", ¿cómo se sienten en el momento actual de efervescencia ciudadana en Chile? ¿Les suena familiar?
-Sí, yo creo que la ternura ahí también juega un rol, porque a pesar de hechos consumados como Pascua Lama o todos los atentados que se están cometiendo, tanto al ecosistema como a la comunidad, siempre va a estar la posibilidad de decir algo -dice el flautista y saxofonista-. En ese sentido tenemos un espacio ganado hace rato, a través de ese proceso de tomar las palabras y la ternura que las envuelve. No puedo separar la ternura de la verdad, porque siempre va a haber discursos, pero hay discursos falsos. Y esos uno los reconoce.
-Y el lenguaje del Santiago sirve para esto -agrega el cantante-. Somos capaces de reconocer que la realidad de hoy se parece mucho a las expresiones de cuando éramos chicos. Estoy un poco asustado obsevando hace poco tiempo. Cuando yo era chico no era tan raro que en la mesa familiar un pendejo saliera diciendo "No, pos, tío, ustedes están matando gente", y el tío era coronel. Y el tema para efectos de la canción es que en la mesa no se habla. Y pasaron años, y como no se habla nosotros hicimos "A mi ciudad", "Simplemente", "Homenaje", pero es porque en la mesa no se habla. Bueno, hoy día todos sabemos lo que ocurre pero nadie habla.
-¿La gente que sale a la calle sí está hablando?
-Es que es muy tarde. Ahora aparece un sobrino que dice "Oiga, tío, pero ustedes están depredando", con ese lenguaje de los cabros, que es el mismo de nosotros cuando decíamos "Ustedes están matando". Y he visto a los tíos de ayer, que son mis congéneres de hoy, decir que los cabros no entienden, que esto es de "interés-país", en el mismo lenguaje que nuestros tíos ocupaban: "no sabes, no opines". Cuando chicos el mayor argumento de la derecha fascista era "tú no sabes". Y eso va generando una violencia en el alma que por experiencia sabemos que se supera con ternura.
-Ustedes pueden hacer esa comparación entre la actualidad los '80, por experiencia propia.
-Podemos porque somos sobrevivientes de lo mismo. Tenemos la experiencia de decir qué es lo que queda: queda la música.