Firma con nombre y apellido: Natalia Molina; como muchos de los cantantes que se iniciaron a la par hace unos cuatro años en la misma generación, y con los que desde el comienzo compartió varios rasgos. Se anunciaban como solistas, se apuntaban en una nueva comunidad que la llevaba en Internet y se llamaba MySpace, y, como Internet servía para anunciar conciertos y subir canciones, no importaba no tener CDs ni salir en los diarios y ni siquiera estar en la radio, aunque varios de ellos sí sonaron también en una nueva emisora de música chilena llamada Radio Uno.
Pero hay algo que distinguía a Natalia Molina. Aunque firmara con nombre y apellido, lo que nunca dejó de tener en mente fue tocar en un grupo, no sola. Para que sonara pop rock. Ahora, cuatro años después, acaba de publicar su primer CD, mantiene su nombre de solista y MySpace es hace mucho rato ya un pedazo gigante de chatarra a la deriva en el ciberespacio, pero como muchos ella mantiene ahí su perfil. Y su dominio sigue siendo una evidencia: el nombre no es /nataliamolina, sino /aullido. Como si fuera, y siempre hubiera sido, el nombre de una banda.
-Yo quería formar un proyecto que se llamara Aullido. Ya tenía el nombre de la banda pero no tenía a la banda -se ríe-. Fui solista por circunstancia porque no encontraba a gente que me acompañara. Para presentarme en vivo quería una banda, porque mis canciones tienen muchas partes, muchos detalles, arreglos. Y sola no los podía hacer.
-La pregunta lógica es "¿Por qué no actúas con un nombre de banda?". Pero ya lo tienes: Aullido.
-Debería haberlo conservado, pero no sé qué pasó en el camino.
La escuela del bar en vivo
Entre las cosas que pasaron en el camino una de las más recientes es que Natalia Molina ahora sí tiene una banda, y con ella está presentando su nuevo disco, Cuna de piedras (2011), tal como hizo el 14 de mayo pasado en el pequeño teatro Sala SCD del barrio Bellavista, en Santiago. Fue un doble debut para ella: primera vez con ese grupo en vivo y primera vez ante un público de más de treinta años al frente, dice.
-Nunca me había pasado. Siempre en otras fechas me tocaba un público de dieciocho a veinte, que está entrando a la universidad, y eran actuaciones en bares. Y es distinto: en un bar la gente está en otra, de repente te pescan, de repente no. Eso me pasaba cuando empecé: era tratar de imponer tu sonido ante la gente que está pasándola bien, tomando algo.
-¿Es una escuela tocar en bares, te hace más fuerte?
-Sí. Es la manera de vencer los miedos, enfrentándolos. Como des-sensibilizarse.
Las únicas excepciones a esa regla que recuerda son dos actuaciones en la citada Sala SCD.
-¿Lo demás todo ha sido bares en tu vida?
-Claro.
-¿Vas a poder seguir en bares después de tocar en un teatro?
-Sí, a mí me gusta todo tipo de experiencia. Tengo treinta y dos años, me lancé tarde a tocar en vivo, pero voy aprendiendo.
Mi banda de cabecera
Natalia Molina recuerda haber empezado a tocar en vivo en 2007, y desde el comienzo fueron actuaciones primero a dúo con el músico Gabriel Mezzano entre guitarra y teclados intercambiados, o a trío con su hermana, la bajista Paula Molina, o desde 2009 ya con un primer grupo completo con el que dio tres conciertos, en el pub La Barcaza, en un bar del barrio Brasil en Santiago y en un centro cultural de San Antonio. En 2010 paró por completo para dedicarse a grabar Cuna de piedras.
-Pero nunca toqué sola. Nunca sostuve mis canciones a voz y guitarra.
-¿Ni siquiera por cosas domésticas, porque fuera más fácil pararse sola con una guitarra?
-No. En el día del lanzamiento canté sola (por primera vez). Un tema -sonríe, a propósito de "Háblame de ti", una canción nueva y todavía inédita-. Me sentí un poco expuesta. Pero me gustó la sensación de mi voz con mi guitarra.
Sus referencias también siempre habían sido grupos, recuerda. "Los Beatles", nada menos: "esa es mi banda de cabecera".
-¿Fuiste al concierto de McCartney?
-Sí, estaba en cancha.
-¿Quedaste contenta?
-Como sin palabras. Estaba como pegada de repente.
-¿Qué momentos te emocionaron?
-A ver… "Blackbird". La canción dedicada a John Lennon ("Here today"). "And I love her". Y "Let 'em in". Es que desde chica, desde los trece años escucho a los Beatles, en uno de esos típicos programas de recuerdos de la radio AM. De repente tiraban a los Beatles, y me llamó la atención.
En directo: el plan cuadrante
En todo caso no eran exactamente los Beatles los que más se escuchaban en la radio familiar cuando Natalia Molina era chica. Los Jaivas o Queen sonaban en esa casa de la comuna de Lo Prado en Santiago, recuerda, en el barrio antes conocido como Barrancas, en Pudahuel.
-És es mi barrio de nacimiento. Nacida y criada.
Más tarde, ya establecida en Estación Central, desde esa comuna se movía a tocar hacia el centro. Su primera actuación a fines de 2007 fue en el bar Dos Gardenias del barrio Bellavista, y luego en otros como La Casa en el Aire, Bar Dos, Taller Sol o El Clan, en los barrios Santa Isabel o Brasil.
-Todo ese sector lo recorrí tocando -dice, a propósito de la cuadra en calle Antonia López de Bello en Bellavista en la que se concentran lugares como Bar Dos, La Casa en el Aire, Dos Gardenias o Altazor-. Es como un cuadrante de locales de música.
Desde el comienzo además compartió esas fechas con otros colegas, entre nombres como los de Martín Pescador, Camila Moreno, Javier Barría, Lautaro Rodríguez o Matías Cena, según pasa lista.
-Siempre compartía. A partir de MySpace, cuando subí mis canciones, descubrí todo un mundo de cantautores, me di cuenta de que había gente haciendo lo mismo, y fue la primera vez que toqué en vivo. Antes no tenía contacto con nadie.
-¿Esa primera fecha de 2007 fue armada por MySpace?
-Sí. Y fíjate que todos iban solos (sin otros músicos) menos yo.
-¿Te sentías diferente por eso?
-Mira, yo nunca me he sentido parte de nada. En mi vida, no sé por qué, una cosa de naturaleza.
-¿Ni siquiera de MySpace?
-Era un miembro más de MySpace, pero no para sentirme parte de eso. Sí sentía empatía hacia el trabajo de ellos, los respetaba, eran honestos, que es lo que yo busco en la música. En lo primero que me fijo es que sean honestos, me cargan los disfraces, la gente falsa.
-¿De hecho tu música no es como la de ellos?
-No, y no tenía por qué ser así tampoco. Luego te pueden echar a un saco, al tratar de entender lo que pasa te clasifican y etiquetan como si fueras un producto, y ya, este saco se llama tal cosa.
-Pero MySpace sí era algo real en común. Que el primer concierto de tu vida haya sido armado por MySpace significa algo.
-Creo que tiene que ver con que no soy una persona muy sociable. Puede ser que medios como MySpace me hayan hecho sentir más segura y encontrarme con otros músicos. Y me sirvió mucho. Era por afinidad musical primero, buscabas algo que tuviera que ver contigo, te contactabas y así organizabas algo, y después llegábamos.
-¿Era como un juguete nuevo además, como es Twitter ahora?
-Sipo. Pero ahora está muriendo MySpace ya.
-Ya murió. Es un cadáver MySpace ahora.
-Sí, porque nadie se mete.
-Como usuaria, ¿qué te parece la versión actual?
-O sea, no estoy de acuerdo con que me pongan a los Jonas Brothers en una foto gigante al lado de mi reproductor. No sé si la gente que entra ahí a lo mejor se va a los Jonas Brothers y obvia mi trabajo. Antes me acuerdo en el contador de visitas uno tenía doscientas, trescientas visitas. Ahora: diez. Doce -se ríe-. Entonces está muerto. Hay que hacerle un buen funeral.
-Un funeral de MySpace: ése sería un buen concierto. Con todos los que dijiste: Javier Barría, Martín Pescador, tú misma…
-Oye, es buena idea esa. "Asiste al funeral de MySpace". Yo llevo la corona de flores.
El alma de la canción
Natalia Molina ya tenía un primer disco, Demografías (2007), de factura casera, en la que hay cuatro de las canciones que ahora se escuchan en Cuna de piedras: "Alma", "Revancha", "La futura", "El último esfuerzo" y la propia "Cuna de piedras", grabadas con guitarra, teclado, un pandero, un micrófono y el software Live en el computador.
-Se supone que (un disco de grabación casera) es más democrático -dice-, pero tampoco todos los músicos tienen la posibilidad de tener un micrófono y una mesa. Así que esa democracia es entre comillas no más.
-¿Cuánto cambiaron esas canciones en el disco nuevo?
-En esencia no cambiaron en nada. Sigue siendo la misma canción, el mismo contenido. Simplemente las grabé y traté de replicar lo arreglos que había hecho en Demografías. Pero para mí el fondo de la canción es la melodía y la letra.
Las composiciones más nuevas de Cuna de piedras son "Calma", "Tan temprano", "Llévame lejos", "Ay de mí" y "Por si cambias". "En las últimas canciones uso más acordes, creo que ése es un cambio. Las primeras tienen uno, dos o tres. No pasaba de tres acordes".
Y también está "Alma", la melodía que Natalia Molina puso a sonar en Radio Uno en la época. "Tiene la estructura de una canción de los años '50, de esas típicas baladas. Hay cientos de canciones con esos acordes".
-¿Y no es difícil hacer algo nuevo con esos acordes tan usados?
-Es un desafío, a partir de algo archi probado, manipulado. Yo creo que la calidad no va en la cantidad de acordes, sino en lo que hagas con ellos. Para mí el núcleo esencial de una canción es la melodía.
Otra particularidad de la cantante es que toca y compone indistintamente con la guitarra y con un teclado. "Partí con guitarra y hace unos dos años compongo sólo en piano. Es práctico, hay más alternativas y es más fácil para mí encontrar la canción en el piano que en la guitarra".
-¿Cómo aprendiste a tocarlo?
-Por mi cuenta. Iba en el Liceo 4, de Matucana, y me acuerdo de que a la salida vendían ese cancionero "Rock clásico", y yo obvio me compré el de los Beatles. Y con ese aprendí todo. Es por intuición. Hay ciertas progresiones naturales, que el oído te dice que van bien. Al sacar una canción hay acordes que van bien juntos.
-Qué bueno citar a los Beatles hasta involuntariamente. En "Michelle" dice "son palabras que van bien juntas".
-Oh, no me di ni cuenta... Ahí se nota mi fanatismo.
Veterana del '79
Una de las canciones del nuevo disco tiene dos títulos. En el CD está inscrita como "Ay de mí", pero en vivo la autora explica que se llama "Palestina", originada en las masacres de niños y población civil palestina en general perpetradas por el ejército israelí durante los ataques de diciembre de 2008 a enero de 2009 en la Franja de Gaza.
-Toda esa semana había estado viendo la tele, estaban los bombardeos, había fotos filtradas en Internet de cadáveres de niños... Era una rabia contenida, y me salieron esos acordes que sentí que podían expresar lo que sentía sobre ese tema. "Ay de mí", la desprotección y el desamparo mientras te caen bombas en la cabeza.
-¿Es la letra más contingente de las que has hecho?
-Sí. Creo que es una de las pocas canciones que tengo que tratan de algo, porque no soy muy lineal al escribir. Me manejo más con imágenes, sensaciones, quizás porque vengo del mundo de la poesía y me dediqué mucho tiempo a eso. No soy de contar historias, de inventar personajes. Hablo siempre de mí, de lo que estoy viviendo, de las sensaciones que provocan las cosas que veo, que escucho, el mundo que me rodea.
Natalia Molina viene del mundo de la poesía entre otras cosas porque antes de publicar un disco publicó un libro de poemas, "Veteranos del 79", autoeditado en 2003 y reeditado en 2010. Recuerda haber empezado a escribir poesía a los doce años, y hacia 1999 se inició en los talleres que en el centro cultural Balmaceda 1215 dirigían poetas como Mauricio Redolés, Paz Molina o José Ángel Cuevas. "Que me encanta", dice, en relación con este último. "El ex poeta. Él se hace llamar así. Yo también soy ahora ex poeta".
-¿Por qué, no vas a seguir escribiendo?
-No, voy a seguir escribiendo y si tengo plata voy a publicar, una edición por mi cuenta.
-¿Entonces por qué eres ex poeta o y no poeta?
-No, porque fui alumna de José Ángel Cuevas y me gustaba eso que tiene él de separarse un poco, de mirar de afuera. La poesía, como el arte visual, tienden a ser círculos muy elitistas, y José Ángel Cuevas es popular. Es un acto de rebeldía.
-También es bien musical él. Uno de sus libros, "Maxim, carta a los viejos rockeros", menciona a bandas chilenas de la vieja guardia...
-Claro, toda esa movida de la Gran Avenida de los años '60, ahí había un epicentro del rock. Es un cronista de su época, de una juventud que fue quebrantada por el Golpe. Es de esa generación que su vida era alegría y de repente…
No termina la frase porque menciona como ejemplo de esa generación interrumpida a su padre y a su tío, llamado David Molina, músico de bandas rockeras de los años '60 y '70 que, según lo que Natalia Molina recuerda haberle escuchado, tocó junto a bandas chilenas tempranas como Alejaica, un emblema del rock de Estación Central.
-Eso era rock de barrio. ¿Es así también para ti ahora? ¿Sientes una conexión o una identidad con ser del lugar donde naciste o creciste?
-Mmmh… -piensa unos segundos largos-. Mira, yo creo que todo lo que uno es, lo que uno vivió, el lugar de donde viene, se va a reflejar en tu trabajo creativo. Es obvio que debe tener alguna influencia, no sé cuál es, quizás mi manera de ser o de ver las cosas, pero para cualquiera, no es algo tan relevante. Es relevante para mí, para mi historia, no sé si para la gente que lea esto.
-¿O para la que escuche la música?
-Sí. Yo hago música para comunicarme con otro, y si alguien se identifica, perfecto. Y si alguien se identifica también por una cosa de clase, perfecto. Pero mi música no es explícitamente política.
Ex poeta, actual cantante
Natalia Molina, una mujer que ha escrito poesía y letras de canciones, sabe que ésos son dos asuntos distintos. "En las canciones la letra está en función de la música, hay un complemento, en cambio cuando escribía poesía expresaba todo a través de las palabras. Ése era mi lenguaje", distingue. Y habla en pasado por que su libro apareció originalmente en 2003 y es una selección de poemas escritos desde 1999.
-Ah, pero entonces sí eres una ex poeta.
-Sipo. Ahora que lo estás diciendo sí, porque ha pasado mucho tiempo. Estaba en los talleres de poesía, iba a recitales de poesía, gastaba mis codos en todos los mesones, como decía (el poeta chileno Jorge) Teillier -sonríe-, de La Piojera, de todos los bares. Pero siempre con la guitarra al hombro, porque sabía que ése era mi lenguaje primario, original. La poesía me servía a manera de desahogo, pero mi lenguaje es la música.
-Las dos cosas estaban juntas, pero primero te atreviste a escribir poemas. ¿Tenía que pasar más tiempo para que atrevieras a cantar?
-También tiene que ver con eso, con cierta falta de confianza al comienzo en lo que yo hacía. Quizás me faltó valentía para decidir dedicarme a la música. Lo tenía claro pero no daba ese paso.
-¿Perdimos una poeta pero ganamos una música?
-Sí, creo que sí, y no me arrepiento. Claro que nunca voy a dejar de escribir. Pero casi siempre pensando en canciones ahora.
De ese tiempo data en particular su gusto por los nombres reconocidos de la poesía beat: Kerouac, Burroughs, Ginsberg, autor del poema "El aullido". Lo que explica el nombre de Aullido.
-No sé por qué me identificaba algo tan antiguo, de los '50, pero leyendo los libros me sentía una especie de Dean Moriarty femenina -recuerda. Y de la coincidencia de su gusto por el Beat a su gusto por los Beatles hay un paso. "Es por el ritmo, por el beat del jazz. La poesía beat tenía cierto ritmo e iba asociada a los clubes de jazz".
-Y las dos cosas se vienen a juntar en Natalia Molina en 2011.
-Es un peso muy grande sobre mis pobres hombros.
Tras un año sin tocar la cantante está lista para volver al escenario. "Creo que tienen energía esas canciones, estaban a punto de reventar. Tanto que me costó grabar el disco, y quiero también una especie de liberación mía de las canciones, para seguir componiendo. Es como una mochila que llevaba, son muy antiguas. 'Alma' es de 2004".
-De hecho casi todos los músicos con los que partiste no tenían discos en ese tiempo y ahora sí. ¿Tú faltabas no más? ¿Eres la última?
-Siempre llego tarde a todas partes -se ríe.