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Una Margot Loyola de 92 años completa sus históricas investigaciones con el libro "La cueca"

Después de cinco décadas de incansables salidas a terreno, la folclorista y su marido, el académico y recopilador Osvaldo Cádiz, lanzaron el más completo volumen con estos testimonios de viaje.

24 de Junio de 2011 | 18:22 | Iñigo Díaz, Emol

SANTIAGO.- “Alguien podría decir que (a Margot Loyola y Osvaldo Cádiz) les tomó cuatro años escribir este libro, pero también se podría decir que les tomó toda la vida”, señala Atilio Bustos, representante de la Universidad Católica de Valparaíso, casa que junto a la SCD coeditó el nuevo volumen firmado por ambos investigadores, “La cueca, danza de la vida y de la muerte”, y que fue presentado en la víspera de la Noche de San Juan en el GAM.

“Margot Loyola, salvador. Osvaldo Cádiz, salvador. Sin su tarea de rescate cuántas especies de nuestra tierra estarían extintas. Canción recogida por Margot Loyola, danza recogida por Osvaldo Cádiz. ¿Recogidas de dónde?”, se pregunta Alfredo Matus, el director de la Academia Chilena de la Lengua, fascinado con la cantidad de expresiones locales, sureñas, campesinas, que se encontró en el más reciente trabajo de investigación de la dupla de folcloristas.

“La cueca, danza de la vida y de la muerte” corresponde al último episodio de una larga saga de estudio sobre músicas y danzas chilenas. “La cueca...” sucede a “La tonada, testimonios para el futuro”, escrito en solitario por Margot Loyola en 2006. Recoge testimonios de vida y de trabajo de ambos autores con la experiencia de cincuenta años de investigación y viajes por Chile, Perú y Argentina.

Cada pie de cueca


El libro tiene 300 páginas y está dividido en “tres pies de cueca”, como llaman a los capítulos de transcripciones de estas piezas, además de un “estribo”, el aparatado que incluye cuatro discos (con 147 registros fonográficos) y un DVD explicativo. En total, la compilación suma 109 cuecas, transcritas por cultores, por el conjunto Palomar y por la propia Margot Loyola (cada cual en uno de los tres “pies”).

La recopiladora no puedo estar presente en el lanzamiento del libro y fue representada por el coautor, Osvaldo Cádiz, quien fuera alumno de Margot Loyola desde fines de los años ’50 y su marido por largos años. “A ella la conocí en un concurso de rock and roll, no de cueca”, bromea. “Pero en el Pedagógico, con un grupo de estudiantes armamos un conjunto folclórico donde la voz masculina principal era el propio Alfredo Matus. Luego se convirtió en el grupo Palomar”, cuenta Cádiz.

Palomar ha sido, después de la fundación de Cuncumén en 1955, el grupo de proyección folclórica más importante en la historia de Margot Loyola Palacios (es la unión de las sílabas iniciales del nombre y apellidos de la folclorista, pero orden inverso). Palomar ha funcionado como la herramienta de estudio y difusión de la folclorista. Uno de sus últimos espectáculos fue “Maule: entre cielo, mar y cordillera”, donde expuso toda la variedad de bailes y fiestas, entre ellos el particular modo de bailar la cueca en la Séptima Región.

De hecho, el libro recorre la historia y las variantes geográficas del baile. Incluye fotografías con escenas que datan de hasta 1895, donde se muestra cómo se bailaba la cueca en la zona central, pero también las diversas variantes de cueca en Punta Arenas, en Concepción, en la Pampilla de Coquimbo e incluso en San Pedro de Atacama.

"La cueca no reconoce fronteras. Está presente desde el Río Grande (en Norteamérica) a Río Gallegos (en la Patagonia). En México, la llama la chilena", dice Atilio Bustos.

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