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Con estampa de clásico

Alejándose de los sonidos morenos que inundaron sus primeros discos en solitario, el argentino mostró las variantes rockeras y románticas para su habitual melancolía, pese a la resistencia majadera de algunos nostálgicos de Los Fabulosos Cadillacs.

24 de Junio de 2011 | 11:56 |
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Vicentico inició una serie de conciertos como solista con una presentación en el Teatro Caupolicán.

Christian Zúñiga

Ya en tierra derecha de su concierto en el Teatro Caupolicán, Vicentico anuncia que se dará un gusto: Interpretará un tema que no está en ninguno de sus discos, un cover, una pieza que sólo incluyó en una banda sonora, pero que hoy no puede dejar de cantar.

La canción es "Paisaje", uno de los mayores clásicos del italiano Franco Simone, y que el argentino entrega ahora en una versión tan sentida como eléctrica. "Quiero pedirle disculpas a Franco, porque se la hicimos mierda", festina con singular ligereza.

Pero el tema en ningún caso quedó reducido a la plasta mencionada. Por el contrario. En la voz y arreglos del ex líder de Los Fabulosos Cadillacs la balada no sólo encuentra nuevo brillo, con propiedad y respeto. Además, se instala como adecuado reflejo de quién es hoy el argentino y hacia dónde apunta.

Porque aunque haya interpretado esa canción justo tras la encendida "Soy feliz", el Vicentico de hoy ya comienza a alejarse de los sonidos morenos de sus primeros discos en solitario, y ni hablar de la jarana que dio sello a su vieja agrupación.

En su lugar, aparece el último eslabón de la más reconocible tradición de cantautores argentinos, tan rockera como romántica, abierta a la fusión con distintas vertientes, y en la que podrían incluirse nombres tan diversos como Leonardo Favio y Andrés Calamaro.

Así quedó claro desde el inicio, dedicado íntegramente a su último disco (Sólo un momento, 2010), con temas como "Ya no te quiero", "Cobarde" y "Viento", representantes de una melancolía mucho más eléctrica que solamente latina. Y aunque el camino ha sido progresivo, entre las cerca de cinco mil personas que llenaron el recinto de San Diego hay algunos que aún no se acostumbran del todo. Son los que corearon el extenso "oh-oh" de "Yo no me sentaría en tu mesa", cuando el argentino preguntó qué tema querían escuchar, en el segmento íntimo que a continuación abriría.

"Esa canción, podemos dejarla, tal vez, y si todos nos sentimos a gusto, para el final del concierto", respondió Vicentico con indisimulable y comprensible hastío. Vino así una primera salida con "Sólo un momento", un bis con "Se despierta la ciudad", "Basta de llamarme así" y "Tiburón", y luego otro con "Vasos vacíos" y "Los caminos de la vida", además de varias señas de adiós. Pero la petición popular seguía.

"Veo que no se han olvidado", dijo ya solo en el escenario. "Toquemos otra, la que quieran", suplicó antes de rendirse. El clásico ska de los Cadillacs volvió entonces a sonar, a voz y guitarra, pero la dinámica ya había dejado la idea instalada: Aunque parte de su público no quiera permitírselo, Vicentico sólo crece. Y qué bien que así sea.

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