En un momento, Arctic Monkeys parecieron otra banda hipervalorada por la prensa británica. Esa historia de que habían saltado a la fama gracias a su MySpace resultaba, al menos, sospechosa. Especialmente porque -a excepción de "Fluorescent adolescent"- sus hits abusaban del riff monocorde y la impostada voz con acento "de Sheffield" de Alex Turner. Su tercer disco Humbug (2009) no hizo más que confirmar las sospechas. Sin embargo Suck it and see marca un punto de madurez en la banda. Algo que Turner ya había insinuado en su proyecto paralelo The Last Shadows Puppet.
Sin abandonar la fascinación por los arpegios y riff "siniestros", la banda se lanza a las melodías. Una tarea que siempre habían tenido pendiente y que acá la desarrollan de inmediato en "She's thunderstorms". Dulce, con un redoble poderoso como puente y con un leve aire a Echo and the Bunnymen que se agradece. Lo mismo sucede con la bella "The hellcat spnagled shalalala" y "Black trace". Esta última potenciada con unas guitarras cantarinas a lo "My sweet Lord" de George Harrison.
Claro que aún queda bastante del clásico sonido Arctic Monkeys: "Brick by brick" o "Library pictures" están construida en torno a un riff y escalas pentatónicas. Pero son excepciones. La última parte del disco está dominada por los Monkeys más melódicos: "Reckless serenade", "Piledriver waltz" (que se "dispara" usando apenas dos notas de guitarra como base) o "That's where you're wrong". Aunque Suck it and see, evidentemente es un álbum proyectado para ser un éxito comercial (al menos en Inglaterra), elegir un camino más pausado no está excento de riesgo. Aunque es posible que los fans del exitoso debut Whatever people say I am, that's what I'm not (2006) hayan explorado otras músicas también. Lo importante es que si en algún momento muchos encontraron en esta banda herederos de los héroes del jangle The Wedding Present, recién ahora podría empezar a ser cierta esa afirmación.