Después de la afeitada: Manuel García mostró diversas estapas y hasta se rasuró en público en su concierto debut en el Teatro Caupolicán de la capital.
Foto: Ciro Peralta.Es cierto que anotaba presentaciones en recintos de envergadura como el Teatro Oriente, y que multitudes ya lo habían visto en instancias como el Día de la Música o en recientes manifestaciones estudiantiles, pero lo del pasado viernes 22 de julio igualmente tenía la patente de hito en la trayectoria de Manuel García.
El cantautor se había puesto la meta inicial de llenar por primera vez el Teatro Caupolicán sólo con su nombre en el cartel, y la superó: más de 4 mil personas no dejaron asiento vacío en el recinto de calle San Diego en Santiago y se multiplicaron por varias más con un marcado entusiasmo.
Los siguientes desafíos, en tanto, estaban mucho menos escritos que el primero, pero también los superó, y con creces. En un concierto de varios tiempos y de tres horas de duración, el cantautor mostró cada una de sus múltiples facetas, desde el rockero de Mecánica Popular hasta el artista global de esta década.
Puntualmente a las 21.00 horas, García abrió con un segmento "del corazón, de los enamorados", orientado al borde más romántico de su repertorio. Con aires de fusión latina y doce músicos en escena, el cantautor lanzó un primer bloque dedicado a su disco S/T (2010): "Queda lo que quema", "Vida mía" y "Alfil" despertaron de inmediato el coro en las tribunas, mientras "El reproche" motivó un masivo y curioso vaivén, al compás de su marcada cadencia.
"Tu ventana" en clave ska y la siempre conmovedora "Barcos de cristal" también formaron parte de este segmento, que García cerró de llamativa manera: sentado en un antiguo tocador, concretó una maniobra tan íntima como afeitarse los bigotes frente a toda la asamblea.
La lectura puede ser clara: esa apertura de puertas hacia sí mismo era sólo la expresión gráfica de una apertura que sería también sonora, a través del segmento más acústico, intimista y trovadoresco de la noche. Casi siempre a solas con su guitarra, el cantautor desenfundó piezas como "Tanto creo en ti", "Nadie más que el sol" y "La pena vuela". Y mientras con "Pienso en ti", de Fernando Ubiergo, abrió la presencia de invitados, con "El ángel de la cuadra", de Chinoy, demostró que el cuerpo presente y los años de trayectoria no son estrictamente necesarios a la hora de homenajear.
Con "Pañuelí" y "Témpera", en tanto, el vestuario sería el de folclorista, mientras que con "Piedra negra" García tomaría la bandera de la canción de protesta, previa lectura de pancartas –que en su mayoría demandaban educación gratuita– y acompañado de imágenes de marchas y de figuras como el Presidente Piñera y la ex vocera Ena Von Baer, a quienes el público dedicó una remota y resonante pifia.
Un segmento dedicado a Mecánica Popular, la invitación a Gepe, y los recuerdos de Florcita Motuda ("Brevemente gente"), Café Tacuba ("La locomotora") y Los Bunkers más Silvio Rodríguez (con la versión de los penquistas para "El necio") coronaron una velada de caracteres y colores diversos, en la que el cantautor terminó de posicionarse como lo que hace rato ya es: tenga en sus manos una guitarra eléctrica o una de palo, o esté pasando por períodos más experimentales o más folclóricos, Manuel García es el gran trovador chileno de este tiempo. Un tipo que esparce historias y sentimientos entre quienes quieran compartirlas, sin atarse a formato alguno.