Dentro de las varias historias "alternativas" del rock, una de las mejores es la de las bandas que hacen música para ser felices y tributando a sus músicos favoritos. Nada de volverse millonarios, ajustar cuentas con los enemigos o acceder a vicios caros. Ahí tenemos casos geniales, como los de Jonathan Richman o Smithereens. Bar Colón viene de allí. Incluso en la misma contraportada de Nena -¿alguna otra banda de rock nacional "seria" se habría atrevido con ese título?- enumeran sus influencias que incluyen, por supuesto a los Beatles, The Who y Led Zeppelin. Sin embargo sus canciones van por un camino distinto a Los Bunkers, los himnos mods o el rock duro, respectivamente.
"Nena", por ejemplo, es una balada que se inicia con unas guitarras muy "rock de los '90" que termina convirtiéndose en uno de esos estribillos que podrían sostenerse por horas. Sin embargo el siguiente tema, "Anillo", da un giro hacia rock and roll stonian, de ése que ha costado tanto nacionalizar. Y como si la banda estuviera consciente de ello, escribieron una letra de carreteras y libertades que combina bastante bien.
Es que además del espíritu de "amigos juntándose a grabar un disco" (remitirse a la canción "Malibú"), existe una clara intención de mostrar los diversos territorios rockeros a explorar. Canciones como "Lo que tienes que perder" y "Otra vez" tienen bastante de ese rock "sónico" que tanto gustó hace un par de décadas (entre el Dynamo de Soda Stereo, y los grupos Solar y Juana La Loca). En contraste con "Teresa", un tema que podría adjetivarse como "ítalo-guachaca", que va en la senda de Pettinellis y que está muy bien logrado. Ojo con Bar Colón.