Dos nombres tiene este disco a primera vista, según el juego mayúsculas y minúsculas con que está anotado el título en la portada: Vocabularies y Vocals. Vocabularios y voces. Y es apropiado imprimir un juego de palabras en la carátula si todo el nuevo disco de Bobby McFerrin es una reafirmación de los juegos vocales asombrosos que han dado forma a la identidad de este cantante estadounidense con más de tres décadas de trayectoria.
El juego de palabras es sólo la entrada, porque es efectivo que este disco está cruzado por vocabularios y voces. "Con Roger Treece y más de cincuenta magníficos cantantes" está escrito a modo de subtítulo: McFerrin grabó esta música con el compositor y cantante Roger Treece y con un coro de cincuenta vocalistas de distinas procedencias, y así como figuran distintas grafías en la portada también se mezclan idiomas y acentos entre estas composiciones, por igual en inglés, portugués o la ilusión de algunas posibles líneas en latín.
Y del mismo modo que circulan lenguajes se cruzan también raíces musicales. Ya a partir de "Say Ladeo", la segunda canción, McFerrin da clases de qué sentido profundo tiene la palabra "afro" en la palabra "afroamericano", mientras en "Wailers" se delizan escalas del Medio Oriente y el cierre con "Brief eternity" parece una referencia concreta al canto gregoriano. Todo esto es un coro, desde luego, pero semeja además una orquesta completa, con vocales que quedan suspendidas y consonantes que son instrumentos de percusión como la s y la ch. Apenas se oye un bongó (en manos de Alex Acuña), un udú y algunas programaciones, pero la mayoría absoluta de los sonidos armónicos y melódicos que se oyen en VOCAbuLarieS se hacen con la boca. Son composiciones largas: sólo siete en una hora y tres minutos de música. Y es música del mundo por definición y por excelencia, dirigida por un virtuoso mundial de la voz.