Parte de los músicos con los que empezó tocando el dúo Acrylics se fueron a integrar a la multicolor banda estadounidense MGMT, y también hay créditos compartidos con ese grupo en la producción de este nuevo disco. Pero más allá de la coincidencia de generación, Acrylics manda desde la escena neoyorquina una puesta al día propia con esta música. Iniciado hace dos años con el EP All of the fire (2009), en Lives and treasure (2011) hacen su estreno en larga duración con una combinación balanceada entre influencias aprendidas y rasgos propios.
Entre las primeras, cualquiera que haya escuchado en los '80 o después a gente como Kate Bush o la época más accesible de Fleetwood Mac va a encontrar familiar a ratos el sonido de Acrylics. Sobre todo será responsabilidad de la cantante del dúo, Molly Shea, pero también de la producción de sonido: a este dúo le gusta combinar timbres análogos de baterías y pinceladas de guitarras eléctricas con gran presencia de sintetizadores para revestir sus canciones de una sonoridad cálida, siempre presentada en melodías pop bañadas en alta fidelidad.
El rasgo más personal en cambio es el modo en que se entrelazan las voces de ambos integrantes, a menudo etérea la de ella y más concreta aunque no menos suave la de Jason Klauber. Con esos ingredientes ambos componen canciones equilibradas y sobre todo diversas. El disco parte con una canción casi para acunar, avanza hacia momentos acústicos y directamente folk en "The window" o "It's cool here", luego gana espacios de pop melancólico como en la propia "Lives and treasure", y el mejor ejemplo es "Asian pear", una canción que empieza en un lugar calmo y termina en otro mucho más expresivo. Pero más allá de esos matices, Acrylics son gente que suena espaciosa y ensoñadora siempre: cuando es folk de guitarra acústica tanto como cuando es pop de superficie brillante.