Monica Bellucci durante su aparición en el Festival de Venecia.
ReutersVENECIA. La sala de prensa revienta en aplausos cuando aparece la diva italiana Monica Bellucci. Hay tanta concurrencia de reporteros de todo el mundo como cuando se presento Madonna. Dos mujeres, dos iconos sexuales marcan el mayor rating a la hora de convocar prensa en la Mostra.
Monica Bellucci es la única miembro del equipo de "Un été brûlant" que resulta objeto de tantas muestras de afecto frente a este incómodo escenario. Esta película del francés Phillipe Garrel ha sido vapuleada y de los temas expuestos en la palestra, el que generó más interés (más alla de los supuestos y profundos contenidos de este engendro seudo artístico) es el que tiene que ver con los desnudos de la actriz italiana que se pueden ver en pantalla.
Phillipe Garrel, reconocido en su Francia natal como un "autor", mostró pereza formal con una historia mediocre donde Bellucci es una actriz mayor y cuarentona casada con un atormentado pintor, de mucha menor edad y rol a cargo del hijo del director, el actor Louis Garrel.
Con tomas y secuencias de larga duración y sin un sentido claro, más que el de romper con la estructura clásica de la narración (el director se atrevió a compararse a sí mismo con Godard y grandes y reales genios del cine francés), la película se queda estancada y es víctima de su propia trampa formal. Porque en vez de ser una película que habla sobre el arte, queda convertida en un pastiche donde la falta de ropa de la actriz fue lo único atendible para la exigente crítica europea.
"Desnudarme fue un acto de generosidad", responde la actriz consultada sobre las razones que tuvo para hacer desnudos completos. "Confié plenamente en el director, supo manejar muy bien la fragilidad", explica sobre el hecho de rodar, sólo poco tiempo después de haber dado luz a su segunda hija con el actor francés Vincent Cassel.
"Confié en la visión de Phillipe Garrel, que muchas veces puede ser criticada y otras admirada. Respeto mucho su universo creativo", aclara la diva sobre un cuerpo de trabajo que considera filmes previamente ganadores en Venecia: "J'entends Plus la Guitare" (León de Plata en 1991), "Le Vent de la Nuit" (en competencia por el León de Oro en 1999), "Sauvage Innocence" (ganadora premio FIPRESCI) y "Les Amants Réguliers", que gano el premio al mejor director.
Para justificar aún más su presencia en este clásico ejemplo de flojera artística (Garrel padre menciono más de 14 veces la palabra "arte" para defenderse), la actriz que comenzó siendo conocida en los años '90 en "Drácula" de Francis Ford Coppola y que se vino a consagrar en películas como la polémica "Irreversible" y las secuelas de "Matrix", valoró el trabajo de padre e hijo Garrel en el set.
"Tienen una química increíble, sentí que había una tremenda admiración mutua entre padre e hijo". Y el pequeno Garrel, de amplia popularidad en Francia, también salió en defensa del cineasta: "Mi padre hace películas desde los 16 años, es un artista". Y por lo menos este progenitor que reconoce admiración casi exclusiva por el cine intelectual, le hizo un pequeño obsequio a su hijo regalón: le permitió actuar junto a una de las divas del cine italiano actual.