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Fiesta de cuerdos

A diferencia de su última presentación en Viña del Mar, el grupo esta vez no exageró en el discurso, para equilibrar de forma precisa mensaje y baile hasta configurar una fiesta explosiva.

13 de Septiembre de 2011 | 12:47 |
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Residente se paseó por su propio corral, lo que le permitió entregar mensajes precisos, en lugar de largas intervenciones.

El Mercurio

La última imagen de Calle 13 por estos lados, tenía a la Quinta Vergara como telón de fondo. En el más reciente Festival de Viña del Mar, los puertorriqueños ofrecieron una de las presentaciones más memorables de esa edición del certamen, cruzada por las intervenciones de un Residente más discursivo y combativo que nunca antes en Chile.

La distancia entre el escenario escogido y la propuesta ofrecida (amén de un concierto de contundencia), terminaron de transformar a la presentación prácticamente en un hito. Todo bien, claro está, por mucho que más de alguno haya extrañado más aires de fiesta entre las consignas.

Pero si algo de eso hubo, este lunes 5 la balanza se equilibró. Porque en su primera presentación de esta pasada en Movistar Arena (donde el martes repiten), el dúo puertorriqueño demostró que la Revolución perfectamente puede ir de la mano de una encendida fiesta, y que pequeñas arengas bien puestas, pueden ser tanto o más efectivas que una extendida intervención.

La largada ya dio cuenta del tono, con el paquete que conformaron "Baile de los pobres", "No hay nadie como tú" y "Vamo' a portarnos mal", cuyo ritmo frenético llevó a la agitación inmediata de las diez mil personas que llegaron hasta el recinto de Parque O'Higgins.

"Y va a caer la educación de Pinochet", comenzó a escucharse entonces entre el público, mientras Residente sólo brincaba complacido. El tema educacional, se anunciaba así, sería el que cruzaría la jornada, con broche en el epílogo, cuando los dirigentes estudiantiles subieron al escenario para reiterar su mensaje en favor de una educación pública de calidad.

Los aires western de "La bala", con dedicatoria a Manuel Gutiérrez y Facundo Cabral, completarían este cuadro, junto a la siempre conmovedora "Latinoamérica", nuevamente junto a Camila Moreno e Inti-Illimani, más la cantante argentina de origen mapuche Beatriz Pichi Malen.

El resto de la velada, la fiesta multicolor a que Calle 13 ya nos tiene bien acostumbrados, con una fórmula en que la rima encuentra un anclaje mestizo y latinoamericanista, adoptado definitivamente hace ya un par de discos, y que hoy es su marca registrada.

Por las potencialidades de ella, René Pérez y Eduardo Cabra siguen explorando de manera incesante, tanto para descubrir nuevas combinaciones, como para encontrar las raíces originarias. Así se nota en el bossa nova recargado de "Beso de desayuno", o en "Se vale to-to", donde la largada reggaetonera original no es más que un fósil exhibido en una mesa de metales y percusiones. La misma pieza empalma luego con "Hormiga brava", el tema donde mejor reclama su lugar la fundamental Ileana Cabra.

Aires ska suenan en segmentos de "Suave" y en la "Cumbia de los aburridos", para que luego un Kevin Johansen transmutado en Residente —con buzo Adidas, sin polera y la espalda rayada con la consigna "Estudiante Johansen"—, acompañara al grupo con la guitarra polinésica de "Muerte en Hawaii", mientras Liniers pintaba un lienzo.

Antes de eso, un minuto de silencio por las víctimas de la tragedia en Juan Fernández, para luego iniciar el cierre con el clásico bailable "Atrévete, te, te", y despedirse definitivamente con "Fiesta de locos". Un tema que a estas alturas es verdadero en espíritu, pero falaz en consigna. Porque cuando Residente así lo quiere, cuando se relaja y no trata a los de al frente como habitantes de una burbuja, ésta puede ser perfectamente una fiesta de cuerdos. Una celebración de tipos que hablan un mismo idioma, y de la que muchos podrían salir, incluso, con tantas ganas de luchar como de seguir bailando.

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