Nunca antes en su discografía, Denisse Malebrán había sonado con la frescura que exuda Mi caravana. El tema que le da título al disco, por ejemplo, es una composición ágil, apoyada sobre una inesperada tuba, que parece acompañar la marcha imaginaria de un muy buen día. "Altar" consigue insertar en un molde bailable una letra nada liviana sobre sometimiento (o lo que parece un tira y afloja sentimental). E incluso en temas más tranquilos, como "Te espío de noche", su voz es una guía cálida mas nunca solemne.
El disco avanza sin aburrir entre tempos y arreglos diversos, centrados más en lo que demanda cada canción que en crear un determinado clima general. Aplausos por ello para sus colaboradores, músicos de ductilidad reconocida: como productor e instrumentista, Fernando Julio aporta timbres imaginativos, que por primera vez iluminan la voz de Malebrán fuera del molde de pop autocentrado y sombrío con el que hasta ahora tenía a asociársela. Los teclados de Camilo Salinas —tan característicos para el oído masivo desde Pettinellis en adelante—, la batería de Danilo Donoso y las voces invitadas (preciosa Carolina Nissen en "Asilo") sólo aportan al esfuerzo de sacar a la cantante de los tintes más oscuros de pasadas grabaciones y acercarla a un pop de juego y de disfrute.
Aún falta que Malebrán suene totalmente cómoda en esa casa más iluminada: teniendo un lindo timbre, su voz se aplica a veces más en lo correcto que en lo espontáneo; y sus versos no develan por completo sus intenciones cuando convierten las propias confesiones en una secuencia de figuras irreconocibles. Pero la sensación general es que Mi caravana es no sólo un avance sino un giro convencido hacia un nuevo camino, en el que Malebrán se convence al fin de abrazar lo popular y disfrutar con ello. Es elocuente, en tal sentido, la elección de sus covers: "Il mio mondo", "La bambola" y "¿Por qué no fui yo tu primer amor?" hablan de una época de oro de la canción romántica, molde en el que Malebrán suena cómoda y con autoridad.